Vida Sana
En un día soleado del 2022, Marian Hamilton estaba sentada en el vestíbulo del Northern Westchester Community Hospital en Mount Kisco, Nueva York, hablando por teléfono con el médico. Mientras escuchaba las malas noticias sobre su esposo, Ken, que estaba recibiendo el siguiente en una larga serie de tratamientos para el mesotelioma, una sensación de desesperanza comenzó a invadirla. Frágil y emocionalmente vulnerable, terminó la llamada y rompió en llanto. Nadie se acercó a consolarla.
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En los últimos dos años, mientras cuidaba a Ken, la vida de Hamilton había sido un agotador torbellino emocional, llena de esperanza una semana y deprimida la semana siguiente, tratando de mostrarse animada después de recibir malas noticias. Ver sufrir a un ser querido era angustioso. Ken recibía la mejor atención que podía brindar su equipo médico, pero estando allí parada, mirando por la ventana del hospital a las personas que proseguían con su vida normal, Hamilton se sintió absolutamente sola. En realidad, no podía recordar la última vez que alguien en el hospital le había preguntado cómo estaba.
“¿Y si hubiera un lugar en el hospital adonde yo pudiera ir para encontrar consuelo y refugio?”, se preguntó. “Todos los hospitales deberían tener un espacio físico donde los cuidadores y familiares puedan compartir inquietudes y preocupaciones con expertos, recibir consejos y asesoramiento, y simplemente desahogarse en un lugar alejado de sus seres queridos”.
Después de la muerte de Ken en el 2004, Hamilton decidió honrar a su esposo convirtiendo esa idea en realidad. Su visión inicial se convirtió en la inspiración que dio lugar al centro para cuidadores Ken Hamilton Caregivers Center (KHCC) en Northern Westchester Hospital, su centro médico local. Desde entonces, otras 23 instituciones en todo el país han replicado ese primer centro, desde Midland, Míchigan, y Stanford University Hospital en California hasta Mayo Clinic en Arizona y Martha Jefferson Hospital en Virginia.
Un lugar donde recuperar energías
Cuando una persona se convierte por primera vez en cuidadora, a menudo le aconsejan que “investigue los recursos locales”. Si bien eso es importante, el cuidador, abrumado, a menudo reacciona a ese consejo con un silencioso gesto de exasperación, como si fuera tan simple alejarse de la cama del enfermo y recargar energías. Pero con el creciente interés nacional en el papel crítico de los cuidadores, recursos como el KHCC se están volviendo gradualmente más comunes en hospitales y otros entornos comunitarios por todo el país. Una de las metas alcanzadas por el centro es estar disponible para los miembros de la comunidad, aunque no tengan a un ser querido en el hospital.
Provisión de recursos y apoyo
Al entrar en el centro para cuidadores uno encuentra precisamente lo opuesto al ambiente estéril de un hospital. El refugio, de inspiración zen, está diseñado como un lugar donde las personas pueden relajarse y reponerse, con paredes de un tranquilizante tono beige y un área con chimenea que parece una acogedora sala de estar. Hay una silla para masajes, una pequeña cocina con refrigerios y dos computadoras donde las personas pueden buscar información o ponerse al día con el trabajo o los mensajes de correo electrónico. Una extensa biblioteca de recursos ofrece gran variedad de información y recomendaciones, desde folletos y paquetes sobre la enfermedad de Alzheimer y el cuidado en el hogar, hasta información sobre la donación de órganos y temas relacionados con el final de la vida. El centro puede asesorar sobre cómo transportar a un ser querido a un lugar específico o a un amado hogar de vacaciones cuando se aproxima el fin. También puede ofrecer recomendaciones para quienes necesiten servicios de duelo. El centro se esfuerza por brindar siempre una respuesta o la orientación correcta a todas las personas que acuden a él.
El KHCC brinda recursos que abarcan desde grupos de apoyo y soporte emocional individual hasta herramientas para controlar el estrés y recomendaciones en la comunidad. Los entrenadores están capacitados para ayudar a desmitificar el sistema hospitalario para los cuidadores y sus familias, incluida la asistencia en reuniones de planificación de cuidados. El equipo puede ayudar a resolver conflictos familiares, asistir con directivas anticipadas y ayudar a las familias a transitar el duelo cuando un ser querido muere. Los entrenadores de cuidadores también están capacitados para ayudar a los seres queridos a maximizar las oportunidades para despedirse del paciente antes de que fallezca, incluso si la persona ya no está consciente. A veces, se trata de ayudar a que un familiar comprenda que es, en efecto, un cuidador, y por lo tanto se merece todo el apoyo que le corresponde.
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