Vida Sana
| Los hogares de ancianos en Estados Unidos informaron el mes pasado su más alta tasa de mortalidad por COVID-19 desde que empezaron a enviar sus datos al Gobierno federal, según revela un nuevo análisis realizado por AARP (enlace en inglés). En el transcurso de cuatro semanas, desde fines de noviembre hasta fines de diciembre, fallecieron 19,386 residentes y 184 empleados de hogares de ancianos a consecuencia del virus.
Este vertiginoso aumento en la mortalidad se suma al saldo de unos 133,000 residentes y empleados de los centros de cuidados a largo plazo, quienes representan el 37% de todos los fallecidos por COVID-19 en Estados Unidos. Mientras tanto, más de 200,000 residentes y empleados dieron positivo en pruebas de detección de COVID-19 en el mismo período de cuatro semanas, por lo que corren peligro muchísimas vidas más.
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Estas cifras representan aumentos alarmantes en las muertes y contagios registrados en los hogares de ancianos de todo el país desde que AARP inició en septiembre sus análisis mensuales de los datos federales sobre el coronavirus. La tasa de mortalidad entre los residentes de hogares de ancianos se cuadruplicó, de 0.48 por cada 100 residentes —aproximadamente una muerte por cada 200 residentes— en el período informativo entre el 24 de agosto y el 20 de septiembre, a 1.88 por cada 100 residentes —casi una muerte por cada 50 residentes— en el período informativo más reciente, comprendido entre el 23 de noviembre y el 20 de diciembre.
Las nuevas cifras marcan las tasas más altas de mortalidad a causa de COVID-19 desde que los hogares de ancianos empezaron a enviar sus datos al Gobierno en mayo pasado.
Los nuevos casos entre residentes de hogares de ancianos se han cuadruplicado desde que AARP inició sus análisis mensuales, al aumentar de 2.6 a 10.8 por cada 100 residentes en los mismos períodos informativos, mientras que los nuevos casos entre empleados han aumentado de 2.5 a 9.3 por cada 100 residentes.
"Las cifras hablan por sí solas", dice Elaine Ryan, vicepresidenta de Defensa de Derechos y Estrategias Estatales de AARP. "Se trata simplemente de un devastador fracaso por parte de los Gobiernos federal y estatal, que no han podido proteger estas vidas".
Desde hace meses, dice Ryan, "ha sido la misma historia: altísimos niveles de contagios y trágicas muertes que pudieron haberse evitado".
"Ahora ocurre en todas partes"
Además, el análisis revela que ninguna región del país, a excepción de Hawái, se ha salvado de los estragos que ha causado la COVID-19 en los hogares de ancianos. Si bien los análisis anteriores detectaron tendencias nacionales impulsadas en gran medida por una serie de intensos brotes regionales, el análisis más reciente revela que el virus ya está fuera de control en casi todos los estados.
“Vimos brotes en la región noreste a principios de la pandemia, después, en los estados del sur durante el verano, y luego en la región central”, dice Ari Houser, asesor metodológico sénior de AARP y coautor del nuevo análisis. "Pero los datos más recientes revelan que ahora en todas partes se viven fuertes impactos".
Desde el período informativo de cuatro semanas finalizado el 20 de septiembre, el índice de nuevos casos entre residentes de hogares de ancianos ha aumentado en todos los estados con excepción de Hawái y Florida, mientras que la tasa de mortalidad entre residentes ha aumentado en todos los estados menos en Hawái, Florida y Carolina del Sur. Cabe destacar que Florida y Carolina del Sur habían visto fuertes aumentos en estas cifras en agosto y septiembre, pero después de lograr leves mejoras a principios del otoño, se han registrado aumentos en las cifras de muertes y casos en el período informativo más reciente.
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