Vida Sana
Somos un país que siente dolor. Dolor punzante, quemante, molesto, pulsátil, que no nos deja dormir de noche. Algunos son temporales—lo que los médicos llaman dolor “agudo”— por ejemplo, al golpearse el pulgar con un martillo. El dolor crónico, sin embargo, no solo dura hasta mucho después del traumatismo inicial sino que también transforma nuestros cerebros y sistemas nerviosos en máquinas de dolor que lo irradian día tras día. Ahora bien, mientras más aprendamos sobre el dolor, más sabremos cómo eliminarlo. A continuación encontrarás seis maneras de volver a asumir el control.
Estrategia N.º 1: no permitas que comience
Por si necesitabas otra razón para comenzar a moverte: las investigaciones demuestran que las personas que hacen ejercicio, además de los que meditan, tienen menores probabilidades de padecer dolor crónico, quizá porque esas dos actividades alteran el cerebro de una manera que lo protege.
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De hecho, investigadores de Northwestern University descubrieron hace poco que “la estructura del cerebro de una persona podría volverla más susceptible al dolor crónico”, dice A. Vania Apkarian, autor del estudio. Él prevé que un día, las gammagrafías cerebrales de diagnóstico para quienes tienen dolor se volverán de rutina para identificar a los que tienen mayor riesgo. “Parece que el tratamiento precoz evita que el cerebro se reorganice en los patrones asociados con el dolor crónico”, explica Apkarian. Su equipo en la actualidad usa gammagrafías cerebrales para ver cuáles tratamientos funcionan mejor para personas con ciertos tipos de dolor. “Viene en camino”, dice. “Vamos en esa dirección”.
Estrategia N.º 2: determina exactamente qué tipo de dolor tienes
Los médicos antes identificaban el dolor por su causa —una lesión, una enfermedad o una infección—. Por eso, las personas hablaban sobre dolor de la artritis, dolor causado por el cáncer o dolor de espalda. Cada vez más, sin embargo, los médicos identifican el dolor por la manera en que afecta al sistema nervioso. Es bueno tener esta información si tratas de eliminar cierto tipo de dolor.
El dolor inflamatorio sucede como resultado de un traumatismo específico, el cual causa que tu cuerpo libere citocinas proinflamatorias que te estimulan el sistema nervioso y promueven la curación. Esto es bueno. Sin embargo, para algunas personas, la respuesta inflamatoria nunca se apaga, lo cual causa dolor crónico.
El dolor disfuncional puede ser activado en el cerebro sin que haya traumatismo, inflamación o daños obvios al sistema nervioso. La fibromialgia y el síndrome del intestino irritable son ejemplos comunes del dolor disfuncional.
El dolor neuropático es causado por daños a los nervios mismos, y puede ser activado si los nervios se cortan durante una cirugía; se comprimen, como sucede con una hernia de disco; o son atacados por los virus, tal como el de la varicela, el cual causa la culebrilla (herpes zóster).
Estrategia N.º 3: no olvides que es real
Uno de los mayores retos que enfrentan las personas que tienen dolor crónico es que hay quienes no les creen —en ocasiones, ni siquiera sus propios médicos—. Sin embargo, un equipo de investigadores de Stanford University encontró hace poco una manera de diagnosticar el dolor mediante el uso de resonancia magnética funcional (fMRI). Es decir, pueden ver imágenes de tu cerebro y demostrar que tienes dolor. Además, el neurocientífico Tor Wager de University of Colorado ha usado esta técnica en la investigación para confirmar que alguien tiene dolor. “Y, si los medicamentos u otros tratamientos han ayudado, podemos ver qué partes del cerebro han cambiado”, dice.
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