Vida Sana
A mediados de este verano me puse la primera de una serie de dos vacunas contra la culebrilla, o herpes zóster. El dolor en el brazo duró cinco días. La incomodidad valía la pena, insistió mi farmacéutica, ya que según ella, esta nueva versión de la inoculación, llamada Shingrix, es considerada una medicina maravilla que protege casi un 100%.
Dos meses después, cuando me tocó la segunda dosis, la vacuna estaba agotada en Miami. Y ese es el caso en muchas ciudades de Estados Unidos, donde algunos pacientes se encuenran en listas de espera. Yo viajé a otra ciudad para recibir la vacuna. Es sumamente importante recibir las vacunas, especialmente si has padecido la varicela.
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La culebrilla por sí no es infecciosa. Sin embargo, representa la segunda manifestación de la varicela, que queda inerte en el cuerpo de quien la haya padecido. El contacto directo con un brote de culebrilla —especificamente con las ampollas— sí puede contagiar con varicela a quien no esté vacunado.
¿A quién afecta?
Dicen que la culebrilla es una condición que sólo afecta a los ancianos. No te fíes. A principios de mis 40s, me cayó ese golpetazo. Es que así te sientes, como si un ardor, dolor, quemazón o punzada lacerante estuviera a punto de devorarte la zona afectada.
Ahora tengo 55 años, pero para aquel entonces, yo era corresponsal de televisión. Tenía dos niños de edad escolar. Trabajaba largas horas y ni había oído ni tenía tiempo para pensar en la culebrilla.
Las ampollas, que serpentean el trayecto del nervio en que una vez se alojara el virus de la varicela, me brotaron en la pierna izquierda, debajo de la rodilla y hacia atrás. Me dejaron prácticamente inmóvil. Cualquier roce de la piel era una agonía. Por ignorancia, traté de auto medicarme con una pomada de antibiótico de las que venden sin receta. No tuvo efecto.
Para la segunda semana de este suplicio, cuando pensé que acabaría inmóvil en una silla de ruedas, busqué la ayuda de un dermatólogo. Con solo mirarme la pierna, el galeno diagnosticó el herpes zóster, el nombre científico de la culebrilla. Me indicó que el tratamiento funciona mejor cuando se le trata durante las primeras 72 horas. Lo consideré un mal augurio.
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