Vida Sana
Apenas 36 horas después de enterarse de la muerte repentina de su hija adulta, Kintla Striker se desmayó en el piso del baño en medio de la noche. Su esposo, Sam, la encontró inconsciente. Él sacudió a Striker para que despertara y ella vomitó. No podía pararse, caminar o hablar, pero negó con la cabeza cuando Sam le preguntó si se había dado un golpe en la cabeza, y la llevó a la cama.
Cuando se despertó varias horas después, Striker, de 56 años, volvió a vomitar y apenas podía caminar. Un enorme dolor de cabeza y dolor en la parte posterior de la cabeza sugirieron que había sufrido un fuerte golpe cuando se cayó. Se realizó una tomografía computarizada en la sala de emergencias local que no mostró sangrado en el cerebro. Así que regresó a casa con instrucciones para descansar en una habitación oscura, no mirar pantallas y hacer un seguimiento con su médico en unos días.
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Pero no había tiempo para descansar. Durante la semana siguiente —era a finales de junio del 2022—, los Striker volaron a Míchigan, donde su hija había muerto, y luego regresaron a su hogar en Charlottesville, Virginia. Kintla Striker luchó con una gran variedad de síntomas, entre ellos migrañas severas, niebla cerebral, mareos, visión borrosa, problemas de equilibrio, dificultad para enfocarse y resolver problemas, problemas de memoria a corto y largo plazo, sensibilidad a los sonidos y la luz, y dificultad para respirar profundamente.
En una visita de seguimiento unas cuatro semanas después de la lesión, su doctor, un médico general experimentado, quedó perplejo, dice Striker. Cuando revisaron su lista de síntomas, el médico le preguntó si podía discernir: “¿cuánto de esto es duelo y cuánto es una lesión en la cabeza?”. Striker respondió que no sabía, pero que tal vez era principalmente duelo.
“No podía evaluarme bien a mí misma”, dice Striker, maestra de yoga y conciencia plena e investigadora especializada en tratar el estrés traumático. El médico sugirió que consultara a un terapeuta. Striker salió del consultorio médico sin un plan de cuidados para la mayoría de lo que estaba experimentando. En los próximos meses vio de primera mano repetidamente cuán difícil es encontrar atención bien informada y consistente para una lesión cerebral traumática, o LCT.
La experiencia de Striker no es inusual. No existe un protocolo de tratamiento claro para las LCT, principalmente porque los síntomas son tan variados. Eso hace que tanto el diagnóstico como el tratamiento de una lesión cerebral sean inusualmente difíciles.
Como resultado, los doctores a menudo tienen dificultades con el tratamiento de las LCT, ya que pocos médicos generales son expertos en anatomía y función cerebrales, y tampoco tienen amplia experiencia en el tratamiento de casos de LCT. Lo que ha surgido es que la solución óptima para el tratamiento de las LCT es un enfoque coordinado y multiespecialista para “triangular” los desafíos y tratamientos. Eso, sin embargo, puede ser difícil de conseguir en muchos entornos de atención médica.
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