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Cómo influye el estilo de vida en el desarrollo del cáncer del seno

Qué hacer —y qué evitar— para disminuir el riesgo de padecer la enfermedad.


spinner image Cinta rosa sobre tela de color rosa, símbolos de la lucha contra el cáncer de mama.
AMANDA ROHDE

Se define como estilo de vida al conjunto de comportamientos que desarrollamos durante nuestra vida diaria y que tienen un impacto sobre nuestra salud. El comportamiento o acción —es decir el hacer o no hacer algo— depende tanto del conocimiento que se tiene, como de la actitud que se desarrolla con respecto al comportamiento en cuestión.

Por ejemplo, si una persona fuma cigarrillos, ese comportamiento (negativo para la salud) se basa en el conocimiento que tiene la persona sobre los peligros del cigarrillo y la actitud (que le importe o no) el hecho de dejar de fumar.

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Es importante entender que nuestros comportamientos dependen de una buena información y del desarrollo de actitudes que cuiden o no nuestra salud.

Vamos a revisar cuáles son los estilos de vida que pueden aumentar o disminuir el riesgo de sufrir de cáncer de la mama.

Primero, recordemos que si bien es cierto que solo 5% a 10% de los casos de cáncer de mama son hereditarios, es probable que casi el 100% de los casos se produzcan por mutaciones genéticas adquiridas en el transcurso de la vida.

La idea es que si llevamos un estilo de vida saludable, adoptando estilos de vida positivos y evitando los negativos, puede reducirse el riesgo de desarrollar cáncer. Los siguientes son los estilos de vida que, según estudios, pueden influir sobre el riesgo de desarrollar la enfermedad:

Actividad física. Los estudios indican que hacer ejercicios más de 4 horas por semana (45 minutos diarios, seis días por semana) puede disminuir el riesgo de padecer cáncer de seno en un 30% a 40%.

Lactancia materna. El riesgo de padecer cáncer del seno disminuye en 4.3% por cada 12 meses de lactar al bebé, con una reducción de un 7% adicional por cada nacimiento.

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Edad del primer parto. Los estudios indican una disminución del 50% en las mujeres que tuvieron su primer hijo antes de los 20 años, comparadas con las mujeres que no tuvieron hijos o que los tuvieron después de los 35 años.

Obesidad. En el estudio del Women's Health Initiative se encontró que las mujeres posmenopáusicas obesas tuvieron casi 3 veces más riesgo de tener cáncer del seno, comparadas con las mujeres posmenopáusicas no obesas. Lo que no se ha podido demostrar es que si el bajar de peso puede disminuir el riesgo.

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Uso de alcohol. Numerosos estudios han revelado que el uso del alcohol aumenta el riesgo de padecer cáncer del seno. Aquellas mujeres que consumen aproximadamente 4 tragos de alcohol por día tienen más riesgo de padecer cáncer del seno y el riesgo aumenta 7% por cada trago diario.

Uso de hormonas de reemplazo durante la menopausia. Hasta el mes de julio del 2002, la mayoría de las mujeres que llegaba a la menopausia recibía “casi obligatoriamente” sus hormonas de reemplazo. En esa fecha se publicó el estudio del Women's Health Initiative en el que se demostró que las hormonas de reemplazo podían causar cáncer del seno. La evidencia demuestra que el uso de dos hormonas de reemplazo en combinación (estrógenos y progesterona) por más de 5 años puede aumentar el riesgo de cáncer invasor del seno en un 26%. Numerosos estudios han comprobado esos hallazgos.

Uso de píldoras anticonceptivas. El uso de las píldoras anticonceptivas está asociado a un aumento de riesgo de desarrollar cáncer del seno. Ese efecto parece disipar 10 años después que se dejan de tomar las píldoras.

Rayos X. Existe sólida evidencia científica que indica que cuanto más rayos X reciben las mamas, especialmente durante la pubertad, el riesgo de desarrollar cáncer del seno puede ser hasta 6 veces mayor. Esto es importante cuando se irradia el pecho en el tratamiento del cáncer por ejemplo.

Es importante notar que si bien es cierto que algunos de esos comportamientos (rayos X y uso de hormonas) dependen más del consejo de nuestros médicos que de nuestro propio comportamiento, es muy importante estar bien informado para discutir el uso juicioso de esos elementos con nuestros doctores.

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