El sorprendente impacto del racismo en el cerebro
Una nueva investigación sugiere que la discriminación está asociada con el deterioro de la memoria en los adultos de mediana edad.
Las personas que están expuestas al racismo en su vida podrían ser más propensas a experimentar deterioro de la memoria en la mediana edad, según una nueva investigación presentada el 1.o de agosto en la Conferencia Internacional de la Alzheimer’s Association. El vínculo es especialmente prominente entre los adultos negros, quienes en Estados Unidos son casi dos veces más propensos que los adultos blancos a sufrir de la enfermedad de Alzheimer u otras demencias relacionadas.
Un equipo de investigadores con base en Columbia University evaluó las experiencias de racismo de 942 adultos blancos, latinos y negros de mediana edad. Hallaron que los participantes negros fueron quienes tuvieron mayor exposición al racismo, tanto a nivel personal como social: fueron más propensos a crecer y vivir en comunidades segregadas y con pocos recursos, y también a experimentar la violación de sus derechos civiles y sufrir discriminación en forma rutinaria. Y esas experiencias estuvieron asociadas con puntajes más bajos de memoria en la mediana edad.
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Los resultados del estudio sugieren que “los esfuerzos para aumentar la equidad sistémica podrían también reducir el riesgo de deterioro cognitivo más tarde en la vida”, dijo Jennifer Manly, profesora de Neuropsicología en el Irving Medical Center de Columbia University y autora sénior del estudio. En Estados Unidos, más de 16 millones de personas sufren de deterioro cognitivo, un trastorno que afecta la memoria, el pensamiento y la toma de decisiones diarias, según una estadística del 2011 de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
“Si bien es importante enfocarse en lo que cada persona puede hacer para mejorar su salud cerebral, los proveedores de atención médica deben saber que muchos riesgos acumulados son históricos y estructurales y están fuera del control del individuo”, añadió Manly.
Investigaciones anteriores ya habían arribado a conclusiones similares. Por ejemplo, investigadores de Boston University hallaron una asociación entre el racismo y la disminución de la memoria y la cognición en un amplio grupo de mujeres negras.
El estudio (en inglés), publicado en el 2020 en la revista Alzheimer’s & Dementia: Diagnosis, Assessment and Disease Monitoring, halló que las mujeres que experimentaban el nivel más alto de racismo interpersonal —como insultos raciales, por ejemplo— fueron 2.75 veces más propensas a reportar deterioro de la memoria o incidentes más frecuentes de confusión o falta de memoria, en comparación con las mujeres que experimentaron los niveles más bajos de racismo interpersonal. Y quienes reportaron los niveles más altos de racismo institucional —por ejemplo, discriminación en la compensación monetaria o en los ascensos laborales— tuvieron un riesgo 2.66 veces mayor de experimentar deterioro funcional y de la memoria.
Es más: en un estudio del 2021 (en inglés) publicado en JAMA Psychiatry, investigadores de Emory University vincularon las experiencias de discriminación racial con modificaciones en el cerebro que podrían conducir a problemas de salud cerebral en el futuro.
De qué modo el racismo puede afectar a la salud cerebral
Los expertos dicen que hay varios factores que pueden ayudar a explicar la conexión entre el racismo y el deterioro de la salud mental. Por ejemplo, el racismo es una forma de trauma que conduce a más estrés, dice Carl V. Hill, director de diversidad, equidad e inclusión de la Alzheimer’s Association. Y el estrés “puede causar cambios biológicos negativos, como la inflamación, que es un factor de riesgo conocido de dificultades cognitivas, incluida la demencia”, dice.
Para complicar el panorama, a muchas personas que experimentan racismo “no se les ofrece un camino para reducir ese riesgo”, dice Hill, dado que existen inequidades de salud de larga data que dificultan el acceso de las minorías a recursos para prevenir enfermedades y al cuidado de calidad de la salud. “Se convierte en un doble golpe”, agrega.
También puede ser más difícil acceder a alimentos saludables. Las familias negras e hispanas experimentan índices más elevados de inseguridad alimentaria, la cual está asociada con obesidad y con hábitos de alimentación poco saludables. Y las investigaciones en curso revelan un sólido lazo entre la salud cardiovascular y la salud cerebral. Por ejemplo, la presión arterial alta que no se controla en la mediana edad aumenta el riesgo de demencia más tarde en la vida. Lo mismo sucede con los niveles altos de azúcar en la sangre.
“Las personas necesitan recursos para mantener la mejor salud posible, y en este caso, la salud cerebral”, dice Hill. “Y sabemos que el racismo estructural ha creado comunidades en las que las personas no tienen el mismo acceso a estos recursos tan importantes para proteger la salud”.
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Hay más que aspectos biológicos en juego
A la par de los negros, se anticipa que entre el 2015 y el 2060 los hispanos verán el mayor aumento en la enfermedad de Alzheimer y las demencias relacionadas, según los CDC. Esta población, que se ve afectada por muchas de las mismas inequidades que afectan a la población negra —tal como menor acceso al cuidado de la salud—, tiene una probabilidad 1.5 veces mayor de sufrir de demencia que la población blanca, según la Alzheimer’s Association.
Hill dice que esta última investigación sobre el racismo y la salud cerebral representa un paso hacia adelante en el camino a la equidad en la salud. “Tenemos que comenzar a comprender mejor las perspectivas y experiencias únicas de la población afroamericana, latina y asiático-estadounidense, de los isleños del Pacífico, de los indoamericanos y de los nativos de Alaska, para poder entender de qué modo todas las poblaciones adquieren el riesgo [de deterioro cognitivo]”, dice. (El Consejo Mundial para la Salud Cerebral, de AARP, también está estudiando la equidad en la salud en lo que respecta a la salud del cerebro; se anticipa que publicará hacia fines del 2022 un informe sobre cómo crear equidad en la salud cerebral).
Además, a medida que los investigadores trabajan para comprender mejor las causas subyacentes de la demencia, “esa tarea nos obliga a pensar en la demencia de modo más amplio, no solo desde un punto de vista biológico”, dice el Dr. Zaldy Tan, director médico del Jona Goldrich Center for Alzheimer’s and Memory Disorders en Cedars-Sinai en Los Ángeles, quien no participó en la investigación.
Según los CDC, casi 6 millones de personas en el país sufren de la enfermedad de Alzheimer y demencias relacionadas, una cantidad que la Alzheimer’s Association dice podría aumentar a 12.7 millones para el 2050. En la actualidad no existe una cura para la enfermedad, y no hay ningún tratamiento que haya demostrado detener o retrasar su avance.
“Pienso que es importante considerar la totalidad de las experiencias vividas por un individuo y no mirar solo la biología. Y creo que esto indica que la promoción de la equidad y la diversidad no solo es buena para la sociedad, sino que podría potencialmente ayudarnos a reducir el riesgo para las personas de experimentar deterioro cognitivo y demencia más tarde en la vida. Por lo tanto, esto tiene una repercusión tremenda en términos de salud pública y de promoción de la salud cerebral”, agrega Tan.