El interés de Jeffrey Galvin por aprender a tocar surgió de un piano Steinway de 1931.
El antiguo instrumento pertenecía a su madre, una gran pianista que, según recuerda, siempre tocaba la sonata “Claro de luna” de Beethoven en sus teclas blancas y negras, incluso pasados sus 90 años.
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Cuando ella falleció, Galvin llevó el piano de la casa de su madre en Chicago a la suya en Silver Spring, Maryland. Pero en vez de dejarlo acumular polvo, lo hizo restaurar. Y a los 71 años, decidió aprender a tocarlo.
Galvin, que ahora tiene 74 años, pasa las tardes estudiando la música de Chopin y otros maestros, un cambio positivo frente a los largos y a veces estresantes días en la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland, en Baltimore, donde trabaja de radiólogo.
“Me hace muy feliz sentarme y tocar durante horas”, dice Galvin, quien toma clases semanales en la vecina Levine Music.
Además de la felicidad, el estudio y la práctica le aportan otros beneficios para el cerebro. Cada vez hay más investigaciones —como un informe publicado por AARP— que demuestran que aprender a tocar un instrumento más tarde en la vida produce una mejora en la atención, las aptitudes de pensamiento y la salud mental.
Un estudio que se publicó en el 2023 en la revista Frontiers in Aging Neuroscience reveló que aprender a tocar un instrumento musical durante tan solo diez semanas puede mejorar la memoria verbal (en inglés), o la capacidad de retener y recordar información escrita y verbal.
También se ha observado que la práctica del piano mejora la memoria operativa, la velocidad de procesamiento y la fluidez verbal (en inglés) en adultos de 60 a 80 años, según los resultados de un estudio controlado aleatorizado que se publicó en el 2022 en The Journals of Gerontology: Series B. Además, un análisis de estudios que se publicó ese mismo año en BMC Neurology descubrió que los adultos que tocaban un instrumento musical tenían muchas menos probabilidades de padecer demencia.
“No lo hice por ese motivo”, señala Galvin, al referirse a los beneficios cerebrales identificados. “Pero me parece bien; aceptaré toda la ayuda que pueda recibir”.
Un ejercicio para el cerebro
El Dr. Jonathan Burdette, un profesor de Neurorradiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Wake Forest que estudia los efectos de la música en el cerebro, no se sorprende ante los beneficios cerebrales que ofrece estudiar piano o cualquier otro instrumento. Según él, cuando tocas música, “se ejercita todo el cerebro”. Y eso es exactamente lo que necesitas para mejorar la salud cerebral.
Al igual que los músculos del cuerpo, el cerebro pierde fuerza si no se utiliza, explica Burdette. “Y no conozco nada que utilice más el cerebro que tocar música”.
Dado que para tocar un instrumento es necesario leer, escuchar, moverse, recordar e incluso sentir emociones, se activan todas las zonas cerebrales responsables de esos procesos: desde el lóbulo frontal hasta el cerebelo y varias regiones intermedias.
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