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Cómo recuperé mi libido a finales de mis 60 años

"No había tenido relaciones sexuales en tanto tiempo que temía haber olvidado cómo hacerlo".


spinner image Ann Brenoff y su pareja en la playa
Ann Brenoff y su compañero, Charles.
ANN BRENOFF

Como muchas mujeres de mi edad, mi libido desapareció en algún momento alrededor de la menopausia. En mi caso, esto se combinó con los problemas de salud de mi marido, lo que nos impidió participar en cualquier "revolcón en el heno", como una vez lo llamó con tanta dulzura. Con lo que no contaba era que cuando el sexo en mi matrimonio muriera, se llevaría todo el romance con él.

Todo esto es para decir que cuando perdí a mi esposo por una enfermedad cardíaca y renal, yo era el ejemplo de lo que era vivir en un matrimonio sin sexo.

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Vivimos juntos hasta la muerte de mi esposo, pero años antes habíamos dejado de besarnos, abrazarnos o incluso tomarnos de la mano. De vez en cuando extrañaba de manera tangible cómo cuando me abría una puerta, colocaba su mano sobre mi espalda y me guiaba suavemente. Incluso eso se detuvo, ya que su enfermedad provocó cambios de personalidad. Durante los últimos años de nuestro matrimonio, él simplemente empujaba las puertas y dejaba que la misma se cerrara sobre todos los que le seguían, incluyéndome a mí. Entendí que era la enfermedad y traté de no dejar que me molestara.

La verdad es que, mucho antes de que se ofreciera a mudarse a la habitación de invitados, ya yo deseaba que lo hiciera. Ahí está, lo dije. Yo estaba mal, en muchos niveles, pero reconocí que cada onza de deseo sexual de mi parte había desaparecido, y nunca creí por un momento que alguna vez regresaría.

Qué equivocada estaba.

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Poco después de la muerte de mi esposo, conocí al hombre con el que planeo pasar el resto de mi vida. El también es viudo, y nuestros caminos como cuidadores siguieron un curso similar, pero nunca chocaron. Supusimos que había una buena probabilidad de que nuestros cónyuges hubieran sido pacientes en el mismo hospital al mismo tiempo, pero nuestros caminos nunca se cruzaron conscientemente.

Éramos dos completos extraños cuando nos conocimos en un sitio de citas en línea. Estaba allí investigando una historia sobre las estafas de romance y Charlie estaba allí, como lo dice con tanto encanto, buscándome. Es un poco cursi y dice cosas así todo el tiempo. Y escogería a un cursi sobre un Don Juan cualquier día.

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Charlie dice que la mía fue la primera foto en la que hizo clic. Después de enviarnos y recibir mensajes de texto por un tiempo, pasamos a las llamadas telefónicas. Nuestra primera llamada duró dos horas, y aunque ninguno de nosotros puede recordar de lo que hablamos, ambos nos quedamos aturdidos por la naturalidad de nuestra conversación.

Nuestra primera cita en la vida real fue en un bar de degustación de vino cerca de mi casa. Llegamos en autos separados como te advierten que hagas todos los sitios de citas en línea. Vine con el sistema de localización por GPS de mi teléfono encendido para que la policía pudiera encontrar mi cadáver en caso de que mis instintos estuvieran oxidados. Tomamos vino, hablamos. Me hizo reír, y me encontré mirándolo a los ojos, con la esperanza de encontrar un atisbo de su alma y de su corazón.

“Estaba más que un poco preocupada de cómo mi cuerpo respondería, incluso con el espíritu dispuesto”

—Ann Brenoff

A medida que la cita se acercaba a su fin, me sorprendí incluso a mi misma al estirar la mano, acercar su cara a la mía y besarlo. Solo quería hacerlo, le dije más tarde. Fue mi primer beso en más de una década, y no lo había planeado. Pero sí que se sintió agradable. Tan agradable, de hecho, que mis rodillas se doblaron y me derretí un poco cuando él me acercó más.

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No, no nos fuimos a la cama en ese mismo momento. El sexo es algo serio para los dos. Significa un compromiso, y literalmente nos acabábamos de conocer. ¿Pero ese beso? Ese beso fue una muestra de lo que estaba por venir. Y estaba entusiasmada por eso. Eso sí, ninguno de nosotros estaba interesado, o estamos interesados, en sexo casual, algo que siempre ha sido una contradicción en mi opinión. Si estoy teniendo relaciones sexuales, no es casual.

Además, hay un aspecto práctico al comenzar una relación sexual a cualquier edad, incluida una entre dos personas de más de 60 años. Como adultos responsables, acordamos que ambos necesitábamos hacernos una prueba de VIH/SIDA y de enfermedades de transmisión sexual. Y para mí, también había una preocupación adicional: ¿sería físicamente capaz de tener relaciones sexuales después de más de una década de no tenerlas? ¿Era esta una situación de “se usa o se pierde"? Una visita al ginecólogo resultó en una receta para una crema de estrógeno para endurecer los tejidos ahora delgados de mis paredes vaginales y la sugerencia de que experimentara con un vibrador para ver cómo me sentía. “No intentes esto sin lubricante”, me dijo el doctor, en una voz que me recordó a los anuncios de los automóviles que advierten a los espectadores que no intenten las maniobras de los conductores y las acrobacias que se muestran.

Estaba más que un poco preocupada de cómo mi cuerpo respondería, incluso con el espíritu dispuesto. Mientras tanto, pasamos horas besándonos, tocándonos y asegurándonos mutuamente que la relación no se afectaría por los problemas de rendimiento, los míos o los suyos, aunque yo era la única que los tenía.

Fuimos a comprar lencería juntos y ambos nos excitamos; hace años que no me sentía tan sexy. Nos escapamos juntos porque nada es mejor que los juegos eróticos en un hotel cuando no te importa quién está durmiendo en la habitación contigua. Compramos plantas de estrella de jazmín en el Green Thumb Nursery después de que nos incitaran a tener una sesión pública de besos y desde entonces las hemos denominado “el mejor estimulante del mundo para el romance”. Rozábamos nuestros pies debajo de la mesa en restaurantes sofisticados, creando nuestra propia burbuja de privacidad incluso si el lugar estaba lleno. Yo salía sin ropa interior, aumentando nuestro deseo el uno por el otro a niveles insospechados.

Charlie hizo que volver a tener una relación sexual fuera fácil. Él dice que ambos nos hemos ganado nuestras arrugas y afirma amorosamente que le encanta la grasa de mi abdomen. Le encanta acurrucarme y nunca apresuró el lado físico de nuestra relación. Se tomó su tiempo y me dio todo el tiempo que necesitaba.

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