Vida Sana
Imagina una sustancia totalmente natural y gratuita que podría ayudarnos a evitar la pérdida de la masa ósea, reducir el riesgo de cáncer, mejorar la función cognitiva y tal vez incluso protegernos contra la COVID-19.
Ahora imagina que te dicen que la manera principal (y gratuita) de obtener esta sustancia curativa te puede matar. Eso te dará una buena idea del dilema que encierra la vitamina D.
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“Si pudieras resolver la paradoja de la vitamina D, te merecerías el Premio Nobel”, bromea la Dra. Amy McMichael, jefa de dermatología de la Facultad de Medicina de Wake Forest University. La paradoja es que puedes obtener vitamina D de tres maneras: por medio de la luz del sol, la dieta o suplementos, y aun así casi ninguno de nosotros obtenemos una cantidad suficiente.
Principales alimentos para una dieta con vitamina D
- Pescado graso (salmón, trucha, caballa)
- Hongos portobello
- Leche fortificada
- Yogur
- Productos fortificados no lácteos (almendra, soja)
- Cereal fortificado
- Jugo de naranja fortificado
- Cerdo
- Huevos
¿Cómo equilibramos estas fuentes con sensatez y sin riesgo para obtener la cantidad de vitamina D que necesitamos?
El cuerpo produce vitamina D de forma natural al convertir los rayos ultravioleta (UV) del sol en este nutriente, que en realidad no es una vitamina tradicional sino una hormona. Sin embargo, gran parte de la paradoja de la vitamina D es que nos han dicho que debemos evitar esos rayos UV a toda costa, y con un buen motivo: los rayos del sol (o las camas solares) son la causa principal del cáncer de piel, que cada año afecta a casi cinco millones de personas en el país.
La mayoría de esos tipos de cáncer no son mortales, pero un pequeño porcentaje son melanomas que matan a casi 7,000 personas por año, la mayoría de más de 65 años. Las personas blancas tienen 20 veces más probabilidades de tener melanoma que las afroamericanas, ya que cuanto más clara es la piel, menos melanina tiene para protegerse de la exposición a los rayos ultravioleta.
Sin embargo, esta ecuación tiene otra faceta: según un informe del 2006, el 41.6% de las personas en general tenían deficiencia de vitamina D, pero el índice de deficiencia fue del 82.1% entre los afroamericanos y del 62.9% entre los latinos. Esto se puede deber a niveles más altos de melanina, pero no está totalmente claro.
“¿Está relacionado con la dieta? ¿Es la manera en la que metabolizamos la vitamina D? Podrían intervenir muchos factores”, señala McMichael. En cuanto a los riesgos persistentes de la insuficiencia de vitamina D en las personas de color, las cosas son incluso más confusas: una reseña de investigación del 2018 halló que “se llevaron a cabo pocos estudios en poblaciones que no sean de mujeres blancas de ascendencia europea”.
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