Vida Sana
Los viajeros con desfase horario o "jet-lag" que busquen un respiro en el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy de Nueva York no tienen que alejarse mucho para encontrar una habitación de hotel, siempre que no les moleste volver a 1962.
El TWA Hotel, el único alojamiento dentro del aeropuerto, es un destino único para los fanáticos de la aviación, los aficionados a la historia o viajeros de la "jet set" que sienten nostalgia por otra época.
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El antiguo centro de vuelos de la TWA —un edificio histórico que sirvió como terminal de la aerolínea desde los albores de la era de los aviones hasta el 2001— se conservó y restauró para convertirlo en un hotel que captura tiempos pasados.
TWA Hotel
Cómo llegar: se puede llegar al hotel por transporte terrestre o desde cualquier terminal mediante el sistema de transporte AirTrain del aeropuerto JFK (parada de la terminal 5). Si conduces, dirígete hasta 1 Idlewild Drive, Nueva York, Nueva York. El estacionamiento del hotel cuesta $40 por noche, o $30 por noche si quieres estacionarte y volar.
Costo: el precio básico de las habitaciones es de unos $230 por noche (hay un cargo adicional por usar la piscina de borde infinito de la azotea, que se debe reservar con anticipación), y se admiten mascotas por un cargo de $65.
Reservaciones: www.TWAHotel.com (en inglés); 212-806-9000
Los huéspedes se registran en el mismo vestíbulo construido hace 60 años donde generaciones anteriores depositaron sus maletas para iniciar sus viajes a lugares remotos. La estructura diseñada por Eero Saarinen no tiene esquinas angulares: los suelos se transforman en paredes, que a su vez se convierten en techos, todo con formas curvas. El ambiente de época también se nota en el bar Sunken Lounge con su alfombra roja; la sala Twister, con lunares de colores de pared a pared y una aguja giratoria; un auténtico tablero de vuelo con pestañas divididas; un muro con teléfonos públicos; un avión Lockheed Constellation de 1958 (donde, a ciertas horas, se sirven cócteles) que se encuentra justo afuera de los ventanales de piso a techo; y, en las 512 habitaciones hay teléfonos de disco, muebles de la década de 1960 y carteles de viaje retro. También hay una piscina en la azotea desde donde se puede contemplar la constante actividad en las pistas, aunque es necesario hacer reservaciones para usar la piscina.
No hace falta que te alojes aquí para ver las exposiciones del museo, que se centran en la marca TWA y en la edad de oro del transporte aéreo. La exposición gratuita, seleccionada por la New York Historical Society, incluye 2,367 artefactos de la TWA, docenas de uniformes que abarcan desde 1945 al 2001, además de maletas antiguas, la mesa de dibujo de Saarinen y una sala de estar amueblada de mediados de siglo.
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