Vida Sana
Cuando recorras el MOIFA (Museum of International Folk Art) en Santa Fe, Nuevo México, te parecerá haber aterrizado en la mansión del desierto de un coleccionista excéntrico. Alojada en un edificio estilo Pueblo Revival en la cima de la colina Museum Hill de la ciudad, esta institución con elementos cuidadosamente seleccionados no limita su colección —de aproximadamente 136,000 piezas provenientes de más de 100 países— a las exposiciones tradicionales. En cambio, las galerías cobran vida en una celebración caleidoscópica de colores y formas, y ofrecen una ventana a las maneras en que celebramos, bailamos, vivimos, amamos, lloramos, jugamos y adoramos. Verás ositos de peluche y muñecas de trapo cenando juntos en mesitas diminutas; paredes decoradas con vibrantes acolchados y tejidos; intricados dioramas de villas habitadas por estatuillas; y, en cada recoveco que recuerda una iglesia, un icono religioso. Si miras hacia arriba tal vez veas algunas figuras colgando de las vigas o volando como Superman.
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¿Qué es el arte folk? El museo busca responder esa pregunta en una exposición particular (ver más abajo) y explica en su sitio web que el arte folk generalmente —y entre otras cosas— es hecho a mano, puede usarse para fines ceremoniales o decorativos y refleja estéticas culturales y temas sociales compartidos. Los artistas pueden tener formación profesional o ser autodidactas. “El arte folk puede ser divertido, encantador y colorido”, dice Khristaan Villela, director ejecutivo del museo, “pero también puede tratar sobre temas actuales, ya que lo crean personas comunes, como tú y como yo, en todo el mundo. Las artes folks son tradiciones vivientes, desde arte hasta vestimenta y canciones, e incluso comida”.
Lo último por la COVID-19: los visitantes deben usar mascarilla y mantener distanciamiento social. Además, muchos servicios (entre ellos los casilleros para guardar objetos personales, el depósito de abrigos y el alquiler de audífonos) no están disponibles a menos que se requieran por motivos de accesibilidad según la Ley de Estadounidenses con Discapacidades (ADA). Consulta la información más actualizada en el sitio web, internationalfolkart.org (en inglés).
La historia del museo
El museo, que se inauguró en 1953 al pie de las colinas de Santa Fe, contiene la mayor colección del mundo de arte folk. Este lugar expandirá en forma radical tu noción de qué tipo de material pertenece a los museos: encontrarás cerámicas, joyas, máscaras, títeres, acolchados, muñecas, tejidos y más. Todo comenzó con el incansable esfuerzo de la heredera Florence Dibell Bartlett (1881-1954) de Chicago, hija de un mayorista de herramientas y productos de ferretería —el creador de la marca True Value—, cuyos intereses se inclinaban decididamente más hacia lo intelectual que a los martillos y clavos.
Planea tu visita
Ubicación: 706 Camino Lejo, alrededor de dos millas al sur de la plaza de Santa Fe, en Museum Hill (colina de los museos), que podría considerarse la respuesta de Nuevo México al National Mall de Washington D.C. El complejo cultural también incluye el Museo de Artes y Cultura Indígena, el Museo de Arte Colonial Español, el Jardín Botánico de Santa Fe y el Museo Indoamericano Wheelwright.
Cómo llegar: en automóvil, el museo está a menos de diez minutos del centro de la ciudad. Es casi una línea recta por el Old Santa Fe Trail. También puedes llegar con la línea “M” del autobús urbano Santa Fe Trails (aproximadamente 20 minutos) o tomar el tren New Mexico Rail Runner hasta la última parada (Santa Fe Depot), y allí tomar el servicio gratuito de transporte Santa Fe Pick-Up Shuttle hasta Museum Hill.
Horarios: abierto todos los días desde mayo hasta octubre; de martes a sábado desde noviembre hasta abril (está cerrado el día de Año Nuevo, el Día de Acción de Gracias y el día de Navidad).
Entrada: $7 para residentes de Nuevo México, $12 para no residentes. La entrada es gratuita el primer domingo de cada mes para los residentes de Nuevo México y todos los miércoles para los residentes mayores (60+).
Mejor momento para visitar: la colección del MOIFA es densa, de modo que si quieres ver todo debes llegar temprano (el museo abre a las 10 a.m.). En estos momentos el museo está ofreciendo visitas guiadas limitadas; llama a la recepción (505-476-1204) para averiguar el horario de los recorridos guiados cada día.
Cuándo ir: entre la mejor temporada del año que prefiere el director ejecutivo se cuenta: el Día de los Muertos a principios de noviembre y el Año Nuevo Lunar, que por lo general cae en febrero. En esas ocasiones, las festividades incluyen música en vivo, comidas y actividades artísticas manuales. En verano hay una gran cantidad de programas familiares gratuitos al aire libre para aprovechar el magnífico tiempo, incluidos talleres en los que los niños pueden aprender a hacer artesanías inspiradas por Alexander Girard. Recuerda: a pesar de que Santa Fe está ubicada en el sudoeste del país, tiene una altitud de 7,200 pies, lo que significa que la temperatura alta promedio en julio es de alrededor de 85 °F.
Accesibilidad: al llegar, hay un ascensor desde la playa de estacionamiento del lado de la colina hasta Milner Plaza, donde está ubicado el museo. Allí estarás a unos pocos pasos de la entrada. Una vez dentro, todas las exposiciones están en la planta baja, con excepción de “Lloyd’s Treasure Chest”, que está en el nivel inferior y a la cual se accede por ascensor. Hay sillas de ruedas y escúteres motorizados gratuitos disponibles por orden de llegada (llama antes al 505-476-1204 para confirmar la disponibilidad).
Bartlett comenzó a visitar Nuevo México en la década de 1920 y empezó a reunir una colección de arte folk que, con el tiempo, llegó a contar con más de 2,500 piezas de más de 30 países. Más tarde, le encargó al arquitecto John Gaw Meed, conocido por popularizar el estilo Santa Fe, la creación de un edificio para albergar su colección, un obsequio para la población de Nuevo México.
Resulta que la filantropía era común en la familia. Su hermana, Maie Bartlett Heard, fue cofundadora del Museo Heard en Phoenix, que está dedicado al arte indoamericano, y su hermano, Frederic Clay Bartlett, donó su inigualable colección de obras maestras modernas —entre ellas A Sunday Afternoon on the Island of La Grande Jatte, de Georges Seurat— al Instituto de Arte de Chicago.
La misión de Bartlett, sin embargo, tuvo mucho más alcance y fue más progresiva que simplemente mostrar la considerable colección que había reunido desde todos los rincones del globo. “El arte del artesano”, dijo una vez, “es un lazo entre los pueblos del mundo”. Después de dos guerras mundiales devastadoras que habían acentuado las diferencias entre las culturas, ella esperaba destacar, en cambio, nuestros puntos en común. Estaba especialmente enamorada de las cosas hechas a mano, lo que marcaba un profundo contraste con el giro del siglo XX hacia la industrialización impersonal. Al recorrer las galerías, es imposible no emocionarse. No importa que sean de Perú o Polonia, del Tíbet o de Tanzania, los artesanos crean objetos ceremoniales para comulgar con sus deidades, objetos conmemorativos para honrar a sus muertos y juguetes para entretener a sus niños.
El interior del museo
A lo largo de los años, el MOIFA ha crecido en forma considerable. Junto al ala Bartlett Wing original, que ahora presenta espacios de galerías temporales, está el ala Hispanic Heritage Wing (actualmente con una exposición de la música folk hispana de Nuevo México que incluye instrumentos y trajes hechos a mano) y el ala Neutrogena Wing, repleta de tejidos, donde la colección del mismo nombre incluye ropas ceremoniales de Indonesia, vestimentas con plumas de Bolivia y kimonos de Japón. Pero indudablemente el mayor brillo del museo está en el ala Girard Wing, que presenta “Multiple Visions: A Common Bond”, una exposición permanente que debutó en 1982.
En un giro singular, el donante de la colección, el arquitecto y diseñador modernista de mediados de siglo Alexander Girard (a quien también se lo conocía por el apodo de “Sandro”), diseñó su propia exposición, y el contenido seleccionado es revolucionariamente inmersivo. En vez de colocar objetos en hileras detrás de un vidrio, Girard creó viñetas fantasiosas en las que abarrotó estatuillas, miniaturas y juguetes de todas partes del mundo en escenas detalladas de corridas de toros, bautismos, festines, mercados, bodas y hasta reuniones de ángeles y demonios; ninguna de las exposiciones está segregada por región u origen.
La enorme ala contiene 10,000 piezas de arte folk —solo alrededor del 10% de la colección total de Alexander y Susan Girard— y la falta de etiquetas en los trabajos es intencional; la idea es permitir simplemente que esta colorida maraña de arte multicultural se derrame sobre ti.
“El objeto que no te puedes perder en nuestra colección es en realidad 10,000 objetos que no te puedes perder”, dice Villela. “Las piezas te llegan de todas direcciones. ¡No olvides mirar hacia arriba!”. (Por supuesto, si de verdad quieres saber más sobre todos esos objetos sin etiqueta, puedes recoger una guía impresa de la galería o un recorrido multimedios para iPod).
Luego de que hayas pasado unas horas sumergiéndote más y más profundamente en cada esquina de “Multiple Visions”, Villela espera que tomes el ascensor (también conocido como “vehicle to the vault”, o vehículo a la bóveda) y te dirijas al piso inferior a ver una joya oculta que a veces se pasa por alto: la exposición “Lloyd’s Treasure Chest” (el arcón del tesoro de Lloyd), bautizada así por el fallecido coleccionista de arte y exdirector ejecutivo de Neutrogena, Lloyd Cotsen, quien donó muchas piezas al museo. “Además de las exposiciones temporales, hay una sobre qué es el arte folk”, dice Villela. “Creo que muchos de nosotros pensamos que sabemos qué es el arte folk —tal vez acolchados o patos señuelos—, pero ¿qué crean otras personas en otras partes del mundo?”. La bóveda de depósito abierto incluye trabajos como una calesa nupcial de Bangladesh, robots juguete mecánicos de Japón y una popular escultura de tela de la artista estadounidense Mary Bowman, que ilustra a una vaca y un coyote antropomórficos dándose la mano sobre un sofá.
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