Vida Sana
Ahora con más de 70 años, una pareja casada en Georgia nunca había usado un cajero automático en su vida, hasta un día estresante la primavera pasada. El 12 de mayo, la pareja introdujo varios billetes de $100 en un cajero automático de Wells Fargo cerca de su hogar en un suburbio de Atlanta. En dos depósitos hechos en el transcurso de unas horas, se despidió de $4,800 en efectivo.
Un delincuente con un nombre falso, junto con cómplices, le había indicado a la pareja que depositara el dinero en el cajero automático de Wells Fargo ATM, que acepta efectivo, aunque no esté en un sobre. Esta tecnología “sin sobre” ha existido por años. La pareja, que no era cliente de Wells Fargo, no necesitaba una tarjeta del banco para hacer los depósitos porque un delincuente le dio “códigos de acceso” de ocho dígitos y un número de identificación personal (PIN) de cuatro dígitos.
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El cajero automático nunca dio un recibo, según la pareja, que alertó a la policía, su cooperativa de crédito y a Wells Fargo el día que fue víctima. También llamó a la Línea de ayuda gratuita contra el fraude, de AARP, 877-908-3360.
El esposo dice sobre el cajero automático: “Fue un bandido de manco; simplemente tomó nuestro dinero. Ni siquiera nos dijo ‘Gracias’. Ni una palabra, ni un papel, nada. Tan frío como el delincuente".
Una típica ‘estafa a los abuelos
El esposo, de 71 años, y su esposa, de 77 años, hablaron con AARP sobre su terrible experiencia, pero sus nombres no se revelan en esta historia. Casados por 42 años, se despidieron de una porción de sus ahorros para la jubilación debido a una “estafa a los abuelos”, a veces conocida como una “estafa a la abuelita”. Se les hizo creer que su nieto mayor, de 18 años, tenía problemas con la ley.
La esposa, jubilada después de trabajar para aerolíneas principales por 50 años, normalmente no termina siendo víctima del fraude; le ha colgado el teléfono a un imitador del Servicio de Rentas Internas (IRS) en el pasado. En mayo, no obstante, cree que la llamada de su “nieto” la agarró desprevenida debido al momento en que ocurrió: Ella y su esposo ya sentían ansiedad por la COVID-19 y el encierro en el hogar. “Si le hubiera dicho ‘No. Llama a tu mamá’, no hubiéramos sido víctimas”, alega.
A medida que insertaban los billetes en el cajero automático, ninguno de los dos se dio cuenta de que los estafadores les estaban robando sus ahorros, parte de sus activos para la jubilación que esperan que duren más que ellos.
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