Vida Sana
Durante 16 años, el exuberante James J. Cramer ha celebrado las alegrías y recompensas de apostar en el mercado de valores. En el programa de CNBC Mad Money With Jim Cramer, el exgestor de fondos de alto riesgo analiza las tendencias económicas, entrevista a directores ejecutivos y brinda consejos de compra y venta relámpago a su audiencia de inversores. Siempre entusiasta en la búsqueda de acciones que rindan más que el mercado, Cramer, de 66 años, anunció recientemente nuevos emprendimientos para propagar su evangelio de inversión activa.
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Pero, a fin de cumplimentar restricciones éticas, ya hace muchos años que no usa su propia riqueza para comprar acciones individuales. En su lugar, compra y vende en nombre de un fideicomiso de beneficencia. Todas sus inversiones personales en acciones están en fondos indexados, que operan en piloto automático, sin una persona al timón que elija las acciones, y están compuestos por valores de empresas que representan una amplia fracción del mercado.
Y algo tal vez más sorprendente: Cramer vendió la mitad de sus inversiones en el 2020. Y a pesar del tema central de su programa de televisión, considera que para muchas personas, tratar de invertir en acciones que le ganen al mercado es una muy mala idea. Aquí se explica ante George Mannes, editor sénior de AARP que trabajó en TheStreet.com, cofundado por Cramer, entre 1998 y el 2005.
¿Cómo está invertido su dinero personal?
Digamos que es una gráfica circular del 100%. La distribución que me gustaba era el 80% en acciones de Estados Unidos, el 10% en acciones internacionales y el 10% dividido entre oro y criptomonedas.
¿Por qué dice “me gustaba”?
Eso era lo que hacía. Pero cuando cumplí 65 años, reduje eso a la mitad. Antes, casi no tenía dinero en efectivo. Ahora tengo el 40% en fondos indexados de acciones de Estados Unidos, el 5% en internacional y el 5% dividido entre oro y criptomonedas. La otra mitad de mi dinero está en efectivo.
¿A qué se debe el cambio?
Cuando cumplí 65 años, tuve una larga conversación con mi esposa, Lisa, y ella dijo: “¿Sabes qué? Siempre has dicho que querías reducir [las acciones] al hacerte mayor, pero te has negado a hacerlo”. Yo respondí: “Bueno, de verdad creo que debo estar expuesto al mercado de valores tanto como sea posible”. “¿De qué hablas?”, me contestó Lisa. “Nos hicimos ricos. Ahora solo podemos 'desenriquecernos'. Eso es todo lo que nos puede pasar”.
“Sí, pero para empezar, mi padre vivió hasta casi los 92 años, y yo siempre le digo a la gente que lo que no deben hacer es apostar contra ellos mismos; que las acciones son mejor que cualquier otra inversión”, le expliqué. Y entonces ella contestó: “No, no. Debes ser fiel a lo que siempre dices: solo hay que hacerse rico una vez. No podemos seguir arriesgando”.
Tuvimos muchas discusiones sobre esto. Ella ha preguntado una y otra vez: “¿Qué sucederá si te sobrevivo? No quiero sentir que estoy en problemas, que tuve mucho dinero y que, de algún modo, porque mi marido insensato decidió apostar todo, ahora no lo tengo”. Así que reduje [nuestras inversiones] a lo que pienso es razonable.
Creo que todos deben hablar con su pareja, y ambos tienen que sentirse cómodos. Yo bien podría haberle dicho a Lisa: “Tengo un programa de televisión, trabajé en Goldman Sachs, fui administrador de fondos de alto riesgo. Esto es lo que vamos a hacer”. Y he llegado a la conclusión de que eso está mal, que el dinero es una sociedad, y que esa sociedad se forja en la mesa del comedor, y que todos tienen que estar contentos. Necesitaba que ella se sintiera muy segura, y eso requería reducir muchas acciones. Eso fue lo que hice.
¿Cómo se sintió después de eso?
Fue muy difícil. Recuerdo cuando lo hice, después el mercado subió los dos días siguientes y yo dije “¿viste?”. Y ella respondió: “Jim, de lo que estoy hablando es de tener tranquilidad, y te agradezco muchísimo que me permitas tener esa paz mental. Y ahora ya no tenemos que hablar de dinero”. Y no hemos hablado de dinero desde entonces.
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