Vida Sana
Un libro para nuestros tiempos
Es uno de los textos más venerados de nuestra nación —y probablemente el libro que más ha formado nuestro entendimiento colectivo de lo nocivo de la segregación racial—. Matar a un ruiseñor, de Harper Lee, del que se han vendido más de 40 millones de copias desde su publicación en 1960, aparece a menudo en encuestas como uno de los libros más importantes en la vida de las personas en este país. Es un elemento principal de la asignatura de inglés en la escuela secundaria; el libro que más mandan a leer a los alumnos de noveno y décimo grados, según una encuesta del 2012. La novela es un “escrito sagrado laico”, según Casey Cep, especialista en Harper Lee. “Es uno de un puñado de textos que la mayoría de las personas en Estados Unidos tienen en común”.
Ruiseñor se lanzó durante una época tumultuosa, cuando los afroamericanos se organizaban para exigir desegregación e igualdad de derechos. Y el renacimiento del relato en el escenario de Broadway a fines del año pasado llega en otra época problemática: un momento en el que un nuevo Ruiseñor para una nueva era parece ser exactamente lo que necesitamos.
A Jeff Daniels, quien tiene 64 años, le gusta imaginarse que cuando cumpla 80, lo festejará con una cena formal a la que irán todos los personajes que ha interpretado. Hasta ahora, la lista de invitados incluye casi 90 nombres. Entre ellos están Will McAvoy, el arrogante presentador de noticias de la serie de HBO The Newsroom; Flap Horton, el cobarde esposo de Terms of Endearment; y el maravillosamente estúpido Harry Dunne de Dumb and Dumber. Sin embargo, el personaje más destacado de la lista, y es probable que lo siga siendo en 16 años, es Atticus Finch, el bondadoso protagonista de Matar a un ruiseñor, un papel que Daniels actualmente está representando en Broadway. Atticus, como le dicen hasta sus hijos, es importante de manera poco común, según Daniels: “Es un héroe imaginario tan icónico que algunos piensan que es real”.
“No se sabe un 100% si él perderá, pero cuando empiezo el alegato final, voy subiendo por una cuesta empinada. Tengo que convencer a un jurado de granjeros blancos de la inocencia de un hombre negro en Alabama en 1935”.
Matar a un ruiseñor, de Harper Lee, ha tenido la mayor difusión posible para una novela. Está ambientada durante la década de 1930 en el pueblo imaginario de Maycomb, Alabama; se publicó en 1960 y nunca se ha dejado de imprimir. Se filmó una película basada en el libro en 1962, con Gregory Peck como el protagonista Atticus Finch, y nunca se ha hecho otra versión de esta película.
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La representación que hizo Peck del abogado idealista y taciturno estableció al personaje tan eficazmente que generaciones de personas en Estados Unidos tienden a imaginar su cara cuando piensan en Atticus. La estatura de Peck y su actitud honesta y lacónica recuerdan sutilmente a un Abraham Lincoln joven en la sala de tribunal de un pueblito —un abogado que busca la verdad—.
A Lee le encantó esta manera de representar al personaje. Aunque autorizó una adaptación teatral de su novela en 1969, esa versión fue solo para escuelas y teatros comunitarios. Se negó a aprobarla para los escenarios profesionales. Como le explicó a Peck en una carta en la década de 1980: “He rechazado muchísimas solicitudes de personas muy talentosas que piden convertir Ruiseñor en todo, desde una obra de Broadway hasta una ópera. Siempre he dicho que no por una razón: no puedo arriesgarme a que tu Atticus disminuya en la memoria del público ni siquiera una pizca”.
Sin embargo, poco antes de que Lee falleciera en el 2016, aceptó vender los derechos teatrales al productor de Broadway Scott Rudin, quien contrató a Aaron Sorkin para que escribiera el guion. Sorkin, a quien se conoce por sus diálogos breves, escribió los guiones de A Few Good Men y The Social Network, además de crear los programas televisivos The West Wing y The Newsroom. Le preguntó a Daniels si le gustaría interpretar a Atticus, y este aceptó. “Nunca he sido de los que comienzan a llorar en un momento como ese”, dijo hace poco el actor. “Así que dije: ‘¿Debería leer el libro?’. Fue mi manera de decir: ‘Necesito oírte decirlo de nuevo’”.
Una versión de Atticus para el siglo XXI iba a necesitar ser más compleja que la que interpretó Peck. Los herederos de Lee insistieron en que el Atticus de Sorkin no bebiera alcohol ni jurara en vano, pero el héroe de la nueva obra es menos imperturbablemente honorable que el de la película de 1962. Además, tiene más presentes los sentimientos de los demás, en particular los de su ama de llaves negra, Calpurnia. Mientras que el Atticus de Peck fue ingenuo sobre el tema de si un jurado emitiría un veredicto justo, el de Daniels lo duda.
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