Vida Sana
Su nombre es sinónimo de juventud, sexualidad, desparpajo e irreverencia. ¿Qué sucede cuando ese artista envejece? ¿Cambia su forma de hacer cine? En Dolor y gloria, Pedro Almodóvar —quien cumplirá 70 años en septiembre— nos lo dice… y no es una visión alegre como sus películas anteriores. La cinta autobiográfica del español nos presenta la versión inédita de un Almodóvar cansado, enfermo y deprimido. A través de su alter-ego, el director Salvador Mallo, interpretado por —¿quién más?— Antonio Banderas, descubrimos a un artista paralizado por el dolor físico y psíquico que busca respuestas echando un vistazo al pasado, a su infancia, y sobre todo, a la relación con su madre, Jacinta, interpretada por Penélope Cruz. En Dolor y gloria, presentada en la pasada edición del Festival de Cannes, nos muestra una visión descarnadamente honesta del Almodóvar que se enfrenta a su propia mortalidad. De eso y más habló en exclusiva para Estados Unidos con AARP en español.
No es la primera vez que nos adentra al pasado, a su infancia, a su madre, ¿Cuál sería la diferencia ahora?
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Bueno la diferencia diría yo, es el tono. El factor de envejecer, el paso del tiempo. Y el tiempo mismo es protagonista de la película. También de que pueda mirar hacia el pasado en una manera diferente, más callado, más conscientemente. Mi madre está presente conmigo en mis otras películas como La flor de mi secreto, pero en este caso, yo quería mostrar un tipo de madre que es una sobreviviente, una guerrera, y que lucha por la supervivencia de la familia entera. Además, quería mostrar una parte que no había usado antes, a cuando ya está vieja y puede ser una persona cruel con sus hijos.
De hecho, hay una escena muy fuerte cuando Salvador cuestiona a Jacinta, que apunta a reconocer que el amor incondicional no existe.
De que el amor no es incondicional siempre, ni aún entre madre e hijo, es verdad. Menos entre dos amantes. Hay momentos en los que sí se vive de un modo incondicional. Pero también hay un momento en que puedes racionalizar acerca de la pasión que sientes por alguien y llegar a la conclusión de que no es bueno para ninguno de los dos. Y que es mejor cortarlo. Es tan doloroso como amputarte un brazo. Es antinatural.
Y en cuanto a la familia, yo he tenido muy buena relación con mi madre, pero las madres son seres humanos como todos nosotros, y existe una generación completa de madres españolas que en la postguerra han sufrido, han sido figuras fuertes, y sacaron adelante a sus familias, pero estas mismas mujeres cuando se hacen mayores y que ahora se encuentran en sus 80, tienen el sentimiento de que la vida ha sido injusta para ellas. Ellas no saben cómo envejecer y ser felices. Así que, a menudo, estas mujeres son crueles con sus hijos solo por esta amargura que sienten de sus vidas.
Habla del dolor psíquico, pero el físico es aún más brutal. ¿Qué nos puede decir de cómo el dolor crónico casi anula su personalidad?
Estar constantemente en dolor te cambia, cambia tus hábitos, tu manera de vivir. En mi caso tiene que ver con los dolores de espalda y de cabeza. Te inhabilitan mucho socialmente. Porque es difícil encontrar un mueble que te resulte cómodo. Todos los ruidos te molestan. Así que yo vivo casi tan aislado como el personaje, no del todo, pero bastante y mi aislamiento se debe básicamente a estos dolores crónicos. Por ejemplo, no asisto a cenas, no asisto a reuniones de amigos, y sé que debería, pero es demasiado doloroso.
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