Vida Sana
George Clooney nunca fue joven. Me explico: George Clooney, la persona, fue joven alguna vez, cuando acompañaba a su padre, quien fue presentador de noticias, a concursos de belleza en Indiana. También cuando arreglaba tuberías como el empleado de mantenimiento de 24 años con un corte de cabello al estilo “mullet” en The Facts of Life. Sin embargo, el George Clooney que conocemos no se materializó en nuestra conciencia colectiva hasta el primer episodio del programa ER, cuando tenía 33 años. La mayoría de los papeles que ha interpretado fueron como alguien mayor de lo que él era, que usaba trajes elegantes o ropa de hospital, uniformes o trajes espaciales. Habló sobre las atrocidades que sucedieron en Darfur y cenó con Barack Obama y Walter Cronkite.
Sin embargo, George Clooney nunca pareció ser de mayor edad. Era soltero. Andaba en motocicleta. Jugaba baloncesto todas las semanas. Creó su propio tequila. Tenía un cerdo como mascota. Gastaba bromas. Siempre fue de la misma edad, justo en la mitad de un medidor del espíritu entre un hombre y un joven.
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Pero...
George Clooney se sometió a una cirugía de cuello el otoño pasado, después de un accidente de escúter en el 2018. Cuando los médicos lo examinaron, descubrieron que tenía un poco de artritis. Fue un accidente malo; puedes ver por internet un video de la cámara de seguridad de un hotel en el que Clooney salió disparado a unas 70 millas por hora. Su casco rompió el parabrisas de un automóvil, su cuerpo salió como un bólido de sus propios zapatos y tenía la boca llena de lo que creíamos eran dientes rotos, pero en realidad era vidrio. Si bien todavía pesa lo mismo que en la escuela secundaria y se recuperó con rapidez, y ha tenido otros accidentes de motocicleta, ahora tiene una esposa e hijos, por lo que no piensa volver a montar motocicleta. Y el baloncesto ahora también es demasiado difícil.
Durante 10 años, Clooney se rehusó a aparecer en la portada de AARP The Magazine, aunque pensó hacerlo como broma al cumplir 50 años. “Quería hacer algo chistoso, como el ‘hombre más sexy que todavía está vivo’. Me hubiera tomado una foto chistosa; por ejemplo, con un andador”, dice durante una entrevista por Zoom desde la sala de cine de su hogar en Los Ángeles.
“Ahora que estoy a punto de cumplir 60 años, no es igual de chistoso”, agrega, mientras se pasa la mano por el cabello bastante canoso. Y cuando Movies for Grownups de AARP The Magazine le otorgó un premio por su trayectoria artística, se rindió: “Siempre le digo a mi padre, ‘soy de mediana edad’. Y él contesta: ‘¿Conoces a muchos de 120 años?’”.
Yo tengo 49 años y seis meses —falta poco tiempo para que reciba esa fatídica carta roja y blanca que me pide unirme a AARP y empezar a recibir su revista— y quise pedir consejos a alguien que personifica el envejecimiento con gracia. He entrevistado antes a Clooney tres veces. Una fue por teléfono, cuando me dejó el número de teléfono de su casa en mi correo de voz en vez de concertar una reunión por medio de un publicista; la segunda fue en su hogar de soltero sentados debajo de una fotografía del Rat Pack; y la última fue durante una cena muy prolongada que preparé para él en mi hogar. Cada vez, aprendí algo de él. Cuando desdeñó mi aderezo para ensaladas preenvasado, cambié permanentemente a aceite, vinagre, sal y pimienta. Me mudé a un hogar más costoso porque Clooney, quien no es dueño de acciones ni bonos, cree en vivir con su dinero. Aprendí a hacer reparaciones sencillas en el hogar cuando Clooney me hizo sacar una escalera del espacio de almacenamiento debajo de mi casa para treparse al ático en el que yo nunca había estado, con un destornillador en la boca, gateando por encima de las vigas, para arreglar un ruido que terminó siendo una alarma de monóxido de carbono en la cocina que necesitaba baterías nuevas.
Esta vez, yo quería consejos sobre cómo exactamente debía sortear el futuro, la misma pregunta que él hace en su nueva película, The Midnight Sky (de Netflix - enlace en inglés), la que no solo protagonizó sino además dirigió y coprodujo. En la película, Clooney interpreta al personaje de mayor edad que ha representado hasta ahora. Es un científico con una enfermedad en fase terminal que recorre una Antártida postapocalíptica y contempla si tuvo una vida bien vivida.
No se suponía que la película fuese tan existencial. Terminó el rodaje en febrero del año pasado. Acababa de empezar con la posproducción cuando, el 11 de marzo, la NBA canceló sus partidos y quienes manejaban la sala de edición anunciaron que los adultos mayores tendrían que trabajar desde el hogar por su propia seguridad. “Dijeron que si tenías menos de 50 años, estabas bien”, señala Clooney. “Y yo dije: ‘Espera un momento. ¿Ahora yo soy el viejo?’”.
Clooney, quien editó la película en su hogar durante la cuarentena, tomó un filme que había comenzado como una advertencia sobre los peligros del nacionalismo creciente —un On the Beach sobre el populismo— y eliminó diálogos hasta que se convirtió en una meditación sobre la imposibilidad de conectarse, los peligros del aislamiento y el olvido. “Fue imposible evitarlo, porque estaba en plena edición desde la casa, de donde no podía salir ni ver a nadie”, explica.
Para ese papel, se dejó crecer la barba como David Letterman y se cortó el cabello al estilo militar; además, es posible que no haya sonreído ni una sola vez durante toda la película. “Si eres un símbolo sexual y eso está ligado a cierta noción de juventud, puedes sentir que te aferras en vez de soltarte”, dice David Oyelowo, quien en la película interpreta a un astronauta en el espacio que no sabe que en la Tierra hubo un apocalipsis. “Eso es lo que él hace en The Midnight Sky que es tan llamativo. No hay ni una pizca de ese destello en los ojos típico de George Clooney ni del ‘hombre vivo más sexy’. Lo dejó completamente de lado. Nos permite verlo de verdad. Dices: ‘Guau, ¿el mismo tipo de Out of Sight con J. Lo ahora aparece con barba, no dice nada y nos deja recorrer las grietas de su cara?’”.
Clooney, no dispuesto a permitir que cambie su equilibrio entre hombre y joven, rechaza la teoría de Oyelowo y menciona que interpretó a hombres sin encanto en The American y Syriana. Se burla de la idea de que su apariencia le importa menos que antes. Cuando le pregunto si usa maquillaje (porque su bronceado parece rebotar de su camisa blanca de mangas cortas), actúa como si yo estuviera loco. “Nunca en mi vida he usado maquillaje”, insiste. “Si necesito tener un moretón en el ojo, me lo pondré, pero nunca me han puesto un protector de papel en el cuello para maquillarme. Lo hice cuando empecé, porque hacía lo que todos dijeron que debía hacer. Para cuando comencé ER, nunca”. Y su cabello perfecto tampoco ha sido algo en lo que se esfuerza. No solo dice que se cortó su propio cabello durante la pandemia; dice que lo ha hecho durante 25 años. “Uso un Flowbee”, me cuenta (y poco después, se lo dijo a media docena de otros medios de comunicación). Menciona que ya desgastó este dispositivo tipo aspiradora que se vendía en infocomerciales durante la década de 1980 y su asistente tuvo que comprar un reemplazo en eBay. “Mi esposa no me deja usar un Flowbee para el cabello de mi hijo, y por eso debo cortarlo con tijeras. Tengo energía, amigo mío. Trepé a tu ático”. Suspiro, disgustado al darme cuenta de que pronto compraré un Flowbee.
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