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Charlie Chaplin, un ícono del cine

Chaplin y su alter ego, el Vagabundo, simbolizan la capacidad del cine para hacernos llorar y reír al mismo tiempo.


spinner image Charlie Chaplin en una escena de la película The Rink
El Vagabundo fue el alter ego de Charlie Chaplin, y el personaje más famoso del actor, guionista y director de cine mudo.
Cortesía Everett Collection.

La escena es un clásico de la historia del cine. Típica de esa ternura que rompe corazones, la ternura de “Carlitos Chaplín”. Aparece en The Gold Rush (La quimera del oro) de 1925, cuando el personaje de Charlot —conocido también como el Vagabundo (The Tramp)— invita a su enamorada y unas amigas a una cena de año nuevo. La pobreza lo obliga a inventarse una manera original de entretener a sus comensales: pinchando dos panecillos con tenedores, Charlot improvisa una divertida danza, que, como él mismo, pertenece más al universo ingenuo de la infancia que al desencanto inevitable de los adultos. Charlot despierta. El cálido momento de la cena fue sólo un sueño. Las invitadas nunca llegaron.

Este año marca el centenario de la primera aparición de Charlot en la ambiciosa etapa del cine mudo en Hollywood. Lejos de pasar a la historia, hasta el día de hoy Chaplin —y su alter ego, el Vagabundo— simbolizan la capacidad del cine para hacernos reír y llorar de la emoción al mismo tiempo.

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“A través de su personaje, Chaplin pudo reflexionar sobre la condición humana de una manera más profunda que ningún otro artista relacionado con el cine”, nos dice el historiador estadounidense Jeffrey Vance, autor del libro Chaplin: Genius of the Cinema. “La obra de Chaplin revela la función del humor en la vida, así como la sabiduría de la compasión. Sus películas pueden ser disfrutadas una y otra vez”.

De hecho, afirma Vance, “Chaplin no sólo fue el actor, director y productor de sus creaciones, sino también editor, compositor de la música y fundó United Artists en 1919, convirtiéndose en su propio distribuidor. Era un genio, en todo el sentido de la palabra”.

Nace un ícono

Nacido en Londres en 1889, Chaplin se desempeñó desde pequeño como actor cómico en los escenarios teatrales de Londres, y conoció la pobreza y las desventajas de pertenecer a una clase social poco privilegiada. A los 24, seducido por el flamante fenómeno del cinematógrafo, se trasladó a Los Ángeles para trabajar con Mack Sennett, precursor del género conocido como slapstick, humor centrado en la actividad física, con caídas, persecuciones y hasta peleas que lindan con el ridículo. Fue desde esos primeros cortometrajes que comenzó a desarrollar el personaje de el Vagabundo. En 1915, firmó un contrato con la compañía Essanay para protagonizar 14 cortometrajes que también fueron dirigidos por él. De ahí en más, Chaplin fue uno de los creadores que más dinero ganaron en el Hollywood de esa época.

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El primer clásico llegó en 1921. The Kid (El chico), con la irresistible frescura del actor infantil Jackie Coogan, fue el primer largometraje de Chaplin (68 minutos) y una de las primeras películas que combinó comedia con melodrama. Fue un éxito internacional y recaudó una fortuna.

De ahí en más, los largometrajes de Chaplin fueron uno mejor que el otro: The Gold Rush (La quimera del oro), The Circus (El circo), Modern Times (Tiempos modernos), The Great Dictator (El gran dictador) y la que quizás sea su mejor película, City Lights (Luces de la ciudad), de 1931.

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"City Lights no es solamente la obra maestra de Chaplin, sino también un acto desafiante", explica Vance. "Se burla con audacia de las películas sonoras, en una época en la que el cine había terminado la transición entre la etapa muda y las películas con sonido. Además, Chaplin logra un balance perfecto entre drama y comedia. Es el pico más alto del personaje de Charlot, y uno de los finales más conmovedores en la historia del cine”.

Después de burlarse despiadadamente de Hitler en la farsa The Great Dictator (1940), Chaplin filmó solamente cuatro películas más, alejándose del estilo que lo había transformado en una leyenda. A los 54, se casó con su cuarta esposa, Oona O'Neill, de 18 años, con la que tuvo ocho hijos. Mientras tanto, su actitud liberal y algunas amistades rusas lo condenaron a ser acusado de comunista en la resbaladiza realidad de la posguerra estadounidense. El gobierno altamente conservador de la época le creó dificultades y Chaplin decidió mudarse a Suiza en 1953.

En 1964, publicó un voluminoso y aclamado recuento de su vida titulado simplemente My Autobiography (Mi autobiografía). Regresó a Los Ángeles en 1972 para recibir un premio Oscar honorífico. Y el 25 de diciembre de 1977, a los 88 años, debilitado por problemas de salud, Chaplin abandonó este mundo. Por suerte, aún podemos disfrutar de las aventuras del hombrecito del sombrero y el bastón que recorrió el mundo con su vulnerabilidad a flor de piel.

"Cuando el personaje del Vagabundo adopta al niño en la película The Kid, basta con mirar la cara de Chaplin para sentir ganas de llorar", dice el historiador de cine Marc Wanamaker, que trabajó como asesor en la película biográfica Chaplin, de 1992. "Uno se ríe con los gags, claro, pero al mismo tiempo siente piedad por este personaje, por su amor, calidez y humanidad. Nadie había logrado eso antes, crear comedias que hacen reír y llorar al mismo tiempo. Fue el único cómico que logró esa transformación, y por eso sus películas pudieron ser traducidas a todos los idiomas. Chaplin tenía las dos máscaras: la tragedia y la comedia, todo al mismo tiempo". 

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