Vida Sana
El nombre Ray Barretto quizás no tenga la mística seductora de otras estrellas de la Fania como Héctor Lavoe o La Lupe. Pero el conguero y director de orquesta estadounidense grabó algunos de los discos más explosivos del género afrocaribeño.
“Con Ray hicimos historia”, cuenta Adalberto Santiago, el sonero boricua que acompañó a Barretto en éxitos clave de la explosión salsosa de los años 70 como “Arrepiéntete”, “Quítate la máscara” y “Que viva la música”.
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“Él fue mi padre musical. Era un hombre muy responsable, dedicado a su orquesta, [alguien] que le daba una oportunidad a sus músicos”, dice Santiago. “Cuando grabábamos un disco juntos, Ray me presentaba el material y yo lo estudiaba por mi lado. Después trabajábamos en conjunto para mejorarlo. Era una persona a la que le gustaba compartir ideas”.
La gente que lo conoció dice que Barretto era un hombre sencillo, hipersensible. “A veces siento que soy parte del empapelado”, se quejó amargamente durante una entrevista que realicé un tiempo antes de su muerte, en el 2006, a los 76 años.
Barretto abandonó el circuito salsero para terminar su carrera amparado por la jerarquía del jazz. Pero su legado musical es rico en su diversidad.
“Ray era una enciclopedia ambulante de la música”, recuerda Oscar Hernández, que a los 25 años fue contratado por Barretto como pianista en su orquesta. Hernández debutó con el conguero en el clásico LP de 1979 Rican/Struction, y grabó varios discos con él durante la década de los 80.
“Era fanático del jazz —inclusive empezó su carrera en el jazz, antes de tocar música latina— y también le gustaba el género clásico”, agrega. “Tenía un excelente equipo de sonido y cuando íbamos a su casa, nos hacía escuchar discos de todo tipo. Para un pianista joven como yo, era excelente contar con su conocimiento musical. Ray era exigente y esperaba solo lo mejor de nosotros”.
Del barrio a los escenarios
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