Vida Sana
A veces, la memoria es injusta con las grandes leyendas de la música. Tito Puente, quien falleció en el 2000, es recordado mayormente por algunos detalles anecdóticos: su composición Oye cómo va, por ejemplo, transformada en éxito internacional por el guitarrista de rock Carlos Santana. O si no, sus manierismos al tocar los timbales en concierto, encandilando a espectadores de todas las razas y edades. Y también, como “embajador de la salsa”, un término musical que Puente aborrecía.
“Salsa es lo que le pongo a los espaguetis”, dijo una y otra vez a todos los periodistas que estuvimos ahí para escucharlo y reírnos con sus muecas exageradas. “Lo que yo toco es música cubana”, agregaba, enfatizando las raíces de la música afrocaribeña.
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Puente fue mucho más que “un músico de salsa”. Creador de una discografía prodigiosa y titánica que abarca más de 100 discos de larga duración, el timbalero se dedicó predominantemente a dos géneros: el jazz latino y la música bailable de raíces tropicales. Pero también experimentó ávidamente con estilos tan dispares como el boogaloo, la bossa nova brasileña, la balada romántica y el cancionero de Broadway. Fue un director de orquesta voraz, de infalible olfato comercial, siempre listo para cosechar aplausos con una nueva versión electrizante de algún viejo tema favorito.
Este año, se cumplen tres décadas del lanzamiento de El Rey, una sabrosa sesión de jazz latino grabada para el sello Concord, que de alguna manera demarca la edad media en la carrera de Puente. Durante los años 80 se dedicó mayormente a un jazz cargado de adrenalina. Luego, antes de fallecer, regresaría a la música bailable —quizás el territorio de sus logros más exquisitos—.
“Tito Puente fue un gran director de orquesta y un tremendo caballero”, cuenta Luis Camilo ‘Azuquita’ Argumedes, el famoso cantante panameño que grabó junto al timbalero el LP Ce' Magnifique en 1981. “Era muy serio en sus conceptos. Cuando grabamos juntos, siempre hablaba en voz alta y cualquiera hubiera creído que estaba enfogonado, o molesto. Y es que le gustaba que todo saliera a la perfección. ‘Vamos desde arriba otra vez, que esto tiene que salir bien’, les decía a sus músicos”.
Pero Puente no era dictatorial una vez que encontraba colaboradores talentosos. Cuando Azuquita le comentó que componía sus propias canciones, el percusionista aceptó sus aportes. Cinco de los ocho temas de ese disco son de la autoría de Azuquita.
“Tito me decía, ‘Tienes que grabar un número que se llame Negro de sociedad, porque tú eres un negrito de sociedad’”, recuerda Azuquita entre risas. “El orgullo de trabajar con él le dio un empuje a mi carrera. La gente te ve de otra manera. Para haber grabado con Tito Puente, eso quiere decir que el hombre tiene sus quilates”.
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