Vida Sana
Una paradoja
Las imágenes de Carmen Miranda, con sus muecas exageradas y sombreros cargados de fruta, parecen ser una caricatura de la mujer latinoamericana. Pero en su momento —los años 30 y 40— esta carismática actriz y cantante fue una digna embajadora de la música brasileña en todo el mundo. Carmen Miranda fue una paradoja: una portuguesa que entendió como pocos los ritmos del Brasil; una comediante jocosa de corazón sensible y melancólico. Su legado artístico es mucho más complejo y fascinante que cualquier arquetipo.
De Europa al trópico
Maria do Carmo Miranda da Cunha nació en Portugal el 9 de febrero de 1909. Al año siguiente, su padre, un peluquero, se trasladó a Río de Janeiro buscando un futuro mejor. Poco después, su esposa compró pasajes de tercera clase y se embarcó con sus dos hijas hacia el nuevo mundo. La familia se instaló en Lapa, cerca del mar, zona frecuentada por marineros y prostitutas. La joven Maria fue aceptada en una escuela católica que buscaba salvar a las jóvenes del barrio de las malas costumbres.
Espectacular debut
A los 19 años, Maria conoce al compositor bahiano Josué de Barros, quien decide ayudarla a promover su carrera. En marzo de 1929, canta un concierto usando el seudónimo de Carmen Miranda para que su padre —que le había prohibido terminantemente una carrera en el espectáculo— no se enterara. En 1930, firma un contrato con la RCA Victor y graba “Pra voce gostar de mim”, conocida como “Taí”, que vende 35,000 copias y se transforma en la grabación más popular del año en Brasil
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A la pantalla grande
En 1932, Miranda debutó en el cine brasileño, abriéndose terreno en películas asociadas con la samba. Durante la filmación de Banana da Terra, en 1938, el conocido compositor Ary Barroso rechazó una paupérrima oferta para usar una de sus canciones. Los productores contactaron a un joven compositor bahiano, Dorival Caymmi. Miranda interpretó “O que é que a bahiana tem?” en la película, diseñando su propio vestuario y creando así el colorido estilo visual que la haría todavía más famosa.
La Gran Manzana
El productor estadounidense Lee Shubert le ofreció un contrato para trasladarse a Nueva York y participar en el musical The Streets of Paris, junto a los cómicos Abbott y Costello. La cantante aceptó con la condición de que su grupo, Bando da Lua, viajara con ella. El estreno fue en Boston en marzo de 1939. Miranda estaba muy nerviosa antes de salir al escenario, pero ganó confianza cuando el público quedó hipnotizado ante su energía, los trajes de colores y la potencia de su voz.
De Broadway a Hollywood
El éxito descomunal de Miranda en Estados Unidos la encontró completamente desprevenida.Al principio escondía sus fajos de billetes de $100 en su departamento, hasta que una deshonesta encargada de limpieza empezó a aparecer con tapados de piel. Hollywood, siempre pendiente de Broadway, no perdió el tiempo, y mientras la cantante se presentaba en un club nocturno de Nueva York, la contrató para filmar los números musicales de Down Argentine Way (1940), una comedia que reducía la cultura popular sudamericana a un cliché risible.