Vida Sana
Una interpretación legendaria que casi no ocurre
No se supone que Santana se presentara en Woodstock.
El grupo no había lanzado ningún disco antes de este festival de agosto de 1969. Pero el icónico promotor de conciertos Bill Graham insistió en que se contratara a la banda. Santana compartió el programa con ídolos, entre ellos Sly Stone. “Él tenía la mejor energía, la mejor presentación”, dice Carlos Santana. “Y luego por supuesto, Jimi Hendrix, y todos los demás tenían que luchar con Santana por el tercer puesto”. Continúa: “Mi mayor lección de Woodstock es que las personas están sedientas de vivir, de existir fuera de la religión y la política”.
“Quería sonar como B.B. King, Otis Rush y todos los que me encantaban. Pero cuando dejé de intentar sonar como alguien más y me presté atención a mí mismo, escuché ese sonido que atraviesa el corazón de todos”.
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Sus botas no son simplemente botas. Como todo en la vida de Carlos Santana, representan una lección, un microcosmos. Carlos encontró las botas que usa hoy —de piel de serpiente y color lila— durante una visita reciente a una tienda en West Hollywood. No estaban a la venta; pertenecían al hijo del dueño de la tienda. Pero con su encanto de estrella de rock, Carlos lo convenció para que se las vendiera.
Es una pequeña historia que cuenta al final de una larga entrevista, pero es algo que revela toda la leyenda de Santana: “Es como todo en la vida ahora; tiene que ver con estar en el lugar preciso en el momento adecuado”, dice. “El universo te traerá muchas oportunidades y posibilidades. En realidad tiene que ver con confiar en que antes de llegar, mientras dormías, el universo conspiraba para darte algo que te dejará con la boca abierta. ¿Estarías dispuesto a recibirlo?”.
Eso resume el viaje de 72 años de Carlos Santana. Por supuesto, se convirtió en pionero del rock latino principalmente gracias a su talento y determinación. Pero tuvo mucho que ver el estar en los lugares precisos en los momentos adecuados. Durante su niñez en el estado de Jalisco, en México, a Carlos le fascinaban los tonos y ritmos latinos de sus antepasados. Su padre, quien era violinista, le enseñó a tocar el violín. Pero Carlos, quien describe su manera de tocarlo como “un gato vagabundo en un callejón en medio de la noche”, no logró captar los matices de este instrumento. En vez de eso, escogió la guitarra. Aprendió a hacer que la guitarra cantara como lo hacía Agustín Lara, compositor y cantante de boleros mexicano, uno de los artistas favoritos de su padre. Pero Carlos, además, no pudo resistir los populares sonidos de blues de la guitarra, que provenían de Estados Unidos. “Quería sonar como B.B. King, Otis Rush y todos los que me encantaban”, menciona. “Meterme en un armario, apagar las luces y tocar, e intentar sonar como ellos. Pero no sonaba como ellos. Sonaba como yo mismo. No me di cuenta de que era una bendición en vez de una maldición. Pero cuando dejé de intentar sonar como alguien más y me presté atención a mí mismo, escuché ese sonido que atraviesa el corazón de todos”.
El universo sí le trajo abundancia a Carlos. Se mudó a San Francisco (de nuevo; el lugar preciso en el momento adecuado) y se convirtió en una parte clave del floreciente ambiente de rock psicodélico. Su estilo —acordes melódicos de guitarra que se elevan sobre ritmos afrolatinos en emocionantes improvisaciones de estilo libre— no estaba diseñado como música comercial pero los aficionados reaccionaron y las canciones tuvieron éxito. Algunas de estas canciones son “Evil Ways”, “Oye cómo va” y “Black Magic Woman”. Carlos tocó en Woodstock a los 22 años, lo que impulsó su carrera incluso antes de que su banda lanzara un álbum (ver abajo “Una interpretación legendaria que casi no ocurre”). Continuó su carrera y grabó unos 40 discos, entre ellos Supernatural en 1999, un álbum con el que ganó varios premios Grammy. Eso fue cuando ya llevaba tres décadas de carrera musical, un punto en el que a muchos artistas de larga trayectoria los relegan al circuito de la música antigua. Carlos, quien nunca ha sido el vocalista principal (otros han tenido ese papel en el grupo Santana), es un líder poco usual según los principios del rock; es más como el director de banda tradicional de la música latina. Este fue un gran cambio intencional de lo tradicional. Sin embargo, después de más de 50 años, Carlos Santana todavía graba discos, hace presentaciones y atrae a multitudes.
“Canta con su guitarra”, dice el colombiano Juanes, una estrella de rock que colaboró con Carlos en el éxito musical del 2014 “La Flaca”. “Sus melodías y solos son tan pegajosos como los de un cantante. De alguna manera, sus dedos son una extensión de su alma. Tienen su sello distintivo y eso es lo más importante cuando eres artista”.
Las tres cosas que necesitas y otros consejos sabios
Otro distintivo de Carlos Santana es su manera de hablar —en realidad, de pensar— en metáforas, más que de forma específica. Le encanta ofrecer sabios consejos, no porque se crea que es predicador ni psicólogo. Todo lo contrario; dice que ha asistido a psicoterapia tal vez dos veces en la vida. Es porque descubrió su camino a la felicidad y quiere compartirlo.
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