Vida Sana
Símbolo de Quisqueya
Hay pocos músicos que definen la sensibilidad y estética de todo un país. Juan Luis Guerra —cantautor, filántropo, innovador— es sinónimo de la República Dominicana y sus dos principales géneros bailables: el merengue y la bachata. Nacido en Santo Domingo el 7 de junio de 1957, Guerra creció escuchando música de todo tipo, con una predilección hacia el rock inglés. Su carrera universitaria comenzó con estudios de arquitectura, pero eventualmente la música pudo más y el joven guitarrista se trasladó a Boston para aprender composición en la prestigiosa escuela Berklee.
Moderniza el merengue y la bachata
En 1984, habiendo concluido sus estudios y regresado a la República Dominicana, Guerra lanzó sin pena ni gloria su debut discográfico. Titulado Soplando, se inspiraba en las sonoridades del jazz y sus arreglos vocales para presentar a un grupo de talentosos músicos: la 440, nombre derivado de la frecuencia sonora que se utiliza para afinar instrumentos. Fue solo cuando Guerra decidió modernizar los tesoros culturales de su patria —el merengue y la bachata— que consiguió el éxito a gran escala, despertando el interés por esos géneros a través de Latinoamérica.
Ante todo, poeta
Enriquecer el patrimonio cultural de la República Dominicana con armonías sofisticadas y arreglos de alto vuelo no era suficiente. Además de ser un músico formidable, Guerra supo agregarles a sus canciones letras de alto contenido poético que abarcan con delicadeza su preocupación por causas sociales. En 1988, “Ojalá que llueva café” significó un antes y un después para la música latina, transitando el mismo camino de cantautores como Silvio Rodríguez y Joan Manuel Serrat, pero con dejos de fulgor afrocaribeño.
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Llega ‘Bachata rosa’
Guerra inauguró la década del 90 vendiendo millones de discos con Bachata rosa, extraordinario LP que populariza la bachata con una sensibilidad a flor de piel y su voz tranquila, desprovista de melodrama, concentrada en expresar los sentimientos más cálidos del corazón humano. Comienzan las giras a través del continente americano, convertido en estrella de la canción. Su siguiente álbum, Areíto, incluye una colaboración con un colega panameño de estilos afines: Rubén Blades.
Retirada temporal
Todo éxito tiene su precio. En el caso de Guerra, las giras internacionales lo desgastan, generando la necesidad de retirarse de los escenarios durante unos cuantos años. Es entonces que se vuelca hacia el cristianismo, empezando a componer canciones con letras de temas espirituales. El componente musical continúa manifestando una búsqueda permanente, además de su impecable gusto para las melodías y arreglos de inmejorable calidad artística.
Vuelve con más fuerza
La carrera de Guerra cobra nueva vigencia en 1998 con el excelente disco Ni es lo mismo ni es igual. Incluye uno de sus más grandes éxitos: “El Niágara en bicicleta”. Modernizando su sonido, el cantante coquetea con el rap, mientras que el ritmo del merengue mezcla suaves ritmos sincopados con suntuosos coros de voces y tumbaos de piano tradicional. “Mi PC” y “Palomita blanca” son los otros temas más escuchados del LP.