El ‘garaje glamoroso’ de la abuela proporcionó el lugar perfecto para envejecer en casa

Karin Notbom-Healey vivió en la ciudad de Nueva York durante décadas. Pero después de la muerte de su esposo, la mujer de 84 años comenzó a considerar mudarse a California, donde vive la familia de su hija.

La idea de vivir cerca de la familia era atractiva para todos, pero no sabían cómo lograrlo. La hija de Notbom-Healey, Monique Marshall, de 55 años, y su esposo, DeMille Halliburton, de 59 años, tenían una pequeña casa de 1,200 pies cuadrados en Los Ángeles. Sin embargo, la casa tenía un gran patio trasero, que incluía un garaje.

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Con el tiempo, la familia transformó el garaje en un espacio amplio para Notbom-Healey, donde puede entretener a invitados, escuchar música y conectar con sus nietos. Así fue como se desarrolló el proyecto:

Por qué: “Fue una decisión obvia”, dice Marshall, consultora de educación. “Después de que mi padrastro falleció en el 2021 y el alquiler de mamá se disparó, sabíamos que necesitaba dejar el apartamento de la ciudad de Nueva York donde vivió casi 60 años”. 

Cómo: Notbom-Healey, una secretaria legal jubilada, voló al oeste con 10 cajas y un par de bolsas y se mudó al dormitorio de sus nietas (dos jóvenes adultas, quienes se mudaron temporalmente a la sala), mientras la renovación del garaje comenzaba. “Pedimos pizza y cerveza e invitamos a 15 vecinos a ayudarnos a vaciar el garaje y llevar los artículos desechados al Salvation Army”, dice Halliburton, ejecutivo de seguros.

Unos amigos arquitectos elaboraron planes para un estudio de 295 pies cuadrados con un dormitorio, una pequeña cocina, una ducha sin escalones y un tragaluz de azulejos. DeMille y Monique financiaron la construcción, pero Notbom-Healey insiste en pagar $1,000 al mes de alquiler.

¡Guau! Construir todo según el código significó un nuevo techo y una nueva cimentación, “más dinero y más tiempo”, dice DeMille. La renovación tardó casi un año.

Costo aproximado: $120,000 

El resultado: orgullosamente independiente, Notbom-Healey ahora pasa sus días escuchando sus queridos discos de vinilo de Chuck Mangione y John Coltrane y cuidando de un olivo fuera de su unidad de vivienda accesoria (ADU), donde las cenizas de su esposo, Billy, están esparcidas.

También hay tiempo familiar diario, ya sea una caminata matutina para tomar café o cenar juntos. “Antes de tener la ADU, visitábamos a mamá en las vacaciones de verano o en viajes rápidos durante las fiestas, pero ahora ella es parte de la familia todos los días, y eso lo cambia todo”, dice Marshall. Notbom-Healey está de acuerdo: “Nunca he sido más feliz en toda mi vida”.