Vida Sana
Batalla en Mogadishu, Somalia, 1993
Sargentos Tommy Field y Bill Cleveland
Por capitán James Yacone
Yacone, de 52 años, recibió una Estrella de Plata por sus intentos heroicos de rescatar a sus camaradas en Mogadishu. Después de abandonar el Ejército, trabajó para el FBI por 21 años, incluso como subdirector, antes de jubilarse en noviembre del 2015. Ahora es director de operaciones de SANS Institute, una empresa de ciberseguridad con sede en Bethesda, Maryland.
| El capitán del Ejército James Yacone fue piloto de helicópteros Black Hawk y líder de un pelotón del 160.º Regimiento de Aviación para Operaciones Especiales estacionado en Mogadishu, Somalia, en 1993. El 3 de octubre, una operación en la que participó (y que luego fue conmemorada en la película Black Hawk Down) tuvo consecuencias trágicas.
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Habíamos volado a Mogadishu junto con otro helicóptero, Super 61. Cuando fue derribado, ayudamos a dirigir a la infantería al lugar donde se estrelló y brindamos apoyo aéreo. Pero muy pronto me di cuenta de que no podíamos responder a todos los llamados para apoyo de fuego de las tropas y pedimos otro helicóptero. El Black Hawk de Mike Durant, Super 64, estaba disponible —esa tripulación ya había desembarcado a unos soldados y se encontraba en espera al norte de la ciudad—. Bill y Tommy eran los jefes de tripulación a bordo, los artilleros de puerta. Mike se unió a mí y sobrevoló la zona por unos minutos antes de que también lo alcanzaran unos disparos. Él y Ray Frank, el copiloto, mantuvieron el control e intentaron regresar al aeródromo. Habían avanzado como una milla cuando se cayó el rotor de cola y se estrellaron. Las primeras caravanas que intentaron llegar a ellos fueron blanco de fuego nutrido y se regresaron. Mi helicóptero era el único. Sobrevolamos el lugar donde se estrellaron, y mi tripulación y nuestros tres francotiradores en la parte trasera se enfrascaron en un tiroteo. Al mirar hacia abajo, pudimos ver que Mike y Ray se movían, y que uno de los jefes de tripulación estaba gravemente herido. No sé si era Tommy o Bill.
Finalmente desembarcamos a dos de nuestros francotiradores, Gary Gordon y Randy Shughart, a unas 150 yardas de distancia, y el plan es que fueran hasta el helicóptero derribado y llevaran a la tripulación a un lugar donde podríamos recogerlos a todos. Pero muy poco después, nos alcanzó una granada propulsada por cohetes, antes de que pudiéramos recoger a nadie. Cuando nos alcanzó, recuerdo que me sentí muy mal —y de nuevo indefenso—. Por supuesto, me preocupaba nuestro helicóptero, pero en lo que más pensé fue: Caramba, no hay esperanzas para Super 64.
Nos estrellamos de manera controlada. Sufrí unas pequeñas heridas por metralla. Nuestro tercer francotirador, Brad Halling, había perdido la pierna debido a la granada propulsada por cohetes. Un jefe de tripulación recibió un balazo en el brazo; mi otro jefe tenía una conmoción cerebral. Regresé al aeródromo, intercambié con otro piloto y piloteé ese helicóptero por el resto de la noche. Pero Bill y Tommy habían muerto, junto con Randy y Gary —ambos de ellos recibieron póstumamente una Medalla de Honor—. Después de que nuestro helicóptero fue alcanzado por la granada, los soldados en el lugar donde se estrelló Super 64 sufrieron una invasión, y todos fallecieron en combate excepto Mike Durant, quien estuvo como prisionero del enemigo por 11 días.
Hoy ese estandarte está colgado en mi sala, y cuando lo miro, pienso en ese día y en esos compañeros.
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Aaron Sissel
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