Vida Sana
Cuando Shoshana Johnson se alistó en el Ejército como cocinera, se le dijo que se trataba de un "trabajo sin riesgo". Sin embargo, poco después de llegar a Irak, se dio cuenta de que en el Ejército no había trabajos sin riesgo.
En el 2003, durante la Operación Libertad Iraquí, la empresa de mantenimiento para la que trabajaba Johnson se desplazaba rumbo a Bagdad como parte de un convoy de 600 vehículos. Sin embargo, la unidad de Johnson se atrasó y luego se extravió en el camino y terminó ingresando en Nasiriya, territorio controlado por fuerzas enemigas.
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"Nos perdimos y me preocupé porque los iraquíes tuvieron tiempo para preparar una emboscada", dice Johnson. "Oíamos el impacto de los disparos contra nuestro vehículo. Se me aceleró la adrenalina; me sentí aterrorizada".
Un camión iraquí sacó a su compañía del camino. De repente, sintió un ardor en las piernas y se dio cuenta de que había recibido un balazo. A continuación, sus captores se la llevaron a rastras y a la vez le propinaban patadas y puñetazos.
"Uno piensa automáticamente en violación, tortura, asesinato", dice Johnson.
Maniatada y con los ojos vendados, Johnson y otros soldados de su unidad fueron llevados a una prisión de Bagdad.
Los prisioneros de guerra fueron interrogados y trasladados siete veces en el transcurso de 22 días. Luego, gracias a información revelada por un informante iraquí, unos infantes de marina de Estados Unidos dieron con los prisioneros de guerra a 50 millas al norte de Bagdad.
Johnson recuerda un domingo por la mañana cuando, de repente, se tumbó la puerta y escucharon las voces de los militares estadounidense que venían a rescatarlos.
"Fue glorioso. Fue glorioso", recuerda Johnson.
La lucha que la pesiguió
Cuando las tropas regresaron a casa, Johnson fue el centro de atención por ser la primera mujer negra en ser prisionera de guerra en la historia de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.
"No nos gustó toda la atención que recibimos. Nos rescataron, nos vimos convertidos en el centro de atención y no tuvimos ni un momento para llorar a los que habían fallecido. Por eso es difícil para nosotros", dice Johnson.
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