Vida Sana
El feroz paso del huracán Fiona en septiembre ha vuelto a despertar los estrechos vínculos de hermandad en muchos vecindarios de Puerto Rico, poniendo en movimiento toda una red de apoyo y ayuda. Y es que esa ayuda al prójimo es algo que parece florecer naturalmente en una población con una fuerte tradición comunitaria, y militar.
Organizaciones donde hacer trabajo voluntario en la isla
- AmeriCorps
- Cruz Roja Americana capítulo de Puerto Rico
- Foundation for Puerto Rico
- Legión Americana de Puerto Rico (en inglés)
- Programa de Voluntarios Jubilados y Mayores
- Red para el desarrollo del voluntariado
- Ser familia
- The Salvation Army división de Puerto Rico
- The Sato Project (en inglés)
- United Way de Puerto Rico
“Cuando ocurrieron los temblores nos movimos con comida, agua, ropa”, recuerda Carmen Iris Rosario Díaz de los meses a principio del 2020 cuando una serie de sismos sacudió fuertemente la isla, dejando a muchos sin techo y desamparados. Así mismo, esta enfermera veterana del Ejército, que actualmente lidera la Legión Americana de Puerto Rico, sigue comprometida a servir a su comunidad y a sus compatriotas que han brindado servicio militar. “Durante cualquier desastre, nos movilizamos para ayudar a otros veteranos y sus comunidades” enfatiza.
Como ella hay miles de puertorriqueños que, una vez concluido su servicio militar, han encontrado otras maneras de retribuir. La población de veteranos de Puerto Rico es de 81,275, según las cifras más recientes del U.S. Department of Veterans Affairs (en inglés); de esta cantidad, 63,421 son veteranos de guerra. Y un nutrido grupo aprendió que la palabra “servicio” se extiende a otros espacios. “La satisfacción mayor es ayudar a las personas que no tienen los recursos económicos. Si puedo aportar un granito de arena, lo haré”, dice Juan Arturo Torruellas Nieves, que por 23 años formó parte de la Guardia Nacional de Puerto Rico.
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Hablamos con Díaz, Torruellas y otros tres veteranos que nos cuentan cómo después de cumplir con sus responsabilidades en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos se unieron a organizaciones o grupos comunitarios para realizar una labor voluntaria sin imaginar que las satisfacciones personales se multiplicarían. Así transcurren sus días, en los que ayudar a los demás se ha convertido en una prioridad.
Roberto Rivera Ortiz vive para su comunidad
El veterano Roberto Rivera Ortiz, de 71 años, estuvo 13 meses en Corea del Sur entre el 1971 y 1972, como parte de un campamento del Ejército. En una práctica del entrenamiento militar, perdió gran parte de su audición cuando el fuerte estallido de una bomba afectó sus oídos. Esta experiencia cambió su vida, dijo, pero también le permitió valorarla más y trabajar en equipo.
Con esas experiencias como base, Rivera Ortiz no dudó en unirse al grupo comunitario en el barrio Palo Hincado, en Barranquitas, tras el paso del huracán María en el 2017. Él es el enlace con otros vecinos y con agencias gubernamentales.
“Mi esposa (Margarita Pagán) y yo somos líderes comunitarios. El huracán María se llevó un puente, y, por la ubicación de mi casa, los residentes dejaban sus carros y todo el mundo llegaba a mi casa. Tenía planta eléctrica y venían aquí. A partir de ahí, representamos al sector, pero hay siete líderes en el barrio. Ayudamos en cualquier situación de necesidad. Si a alguien le falta alimentos, agua, luz, entre todos cooperamos”.
Cuando le pregunté sobre qué le colma, su respuesta fue clara: “Ayudar” y las anécdotas fluyen. “Recuerdo a una muchacha que estudió con mi hija y era paciente de diálisis. Vivía sola con sus dos hijos. Logramos ayudarla hasta el día que falleció. Cubrimos el entierro con una colecta. Nos quedó la satisfacción de haber servido”.
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