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Los relatos de un padre sobre el Día D inspiran el rumbo de la vida de su hija

80 años después, las experiencias de guerra de su padre siguen influyendo en su vida.


spinner image combinación de fotografías de Donald K. Johnson y Diane Covington-Carter
Izquierda: teniente Donald K. Johnson, 1944. Derecha: la autora Diane Covington-Carter.
Cortesía de Diane Covington-Carter

Yo nací después de la Segunda Guerra Mundial y soy parte de la generación del baby boom. Las historias de mi padre sobre su estancia en Francia durante la guerra formaron parte de mi infancia tanto como la mesa de fórmica amarilla alrededor de la que todos nos apiñábamos para cenar cada tarde a las seis en punto.

Mi padre, el teniente Donald K. Johnson era un Seabee, un ingeniero civil del Batallón de Construcción Naval, cuyos lemas son "Construimos, luchamos" y "¡Podemos lograrlo!". La mascota de los Seabees, un abejorro, lleva un taladro y una pistola.

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Papá desembarcó en la invasión del Día D y pasó cinco meses en el campamento de la Marina instalado en los acantilados sobre Omaha, una de las playas del desembarco estadounidense.

Le encantaba contar anécdotas de su estancia en Francia; por ejemplo, decía que el francés que aprendió en la escuela secundaria hacía que pronunciara s'il vous plaît como "silver plate" (plato de plata). Pero sonreía recordando la amabilidad y paciencia de los franceses ante sus intentos.

Mi historia favorita era la de un niño huérfano llamado Gilbert, a quien papá tomó bajo su protección. Gilbert vivía junto al campamento de la Marina con un cuidador, y papá vio al pequeño niño flaco y lo invitó a comer en el comedor de oficiales. Eso se convirtió en algo cotidiano, y papá y Gilbert se hicieron tan amigos que mi padre intentó sin éxito adoptar a Gilbert y llevárselo a casa. 

spinner image dos soldados americanos sostienen cada uno a un niño en sus brazos en una imagen en blanco y negro
Gilbert sostiene a un niño en sus brazos y a su lado otro soldado americano sostiene a una niña, durante el Día D en Normandía. Esta foto se utilizó como pancarta durante las celebraciones del 50 aniversario, 1994.
Cortesía de Diane Covington-Carter

Las historias de papá influyeron en mí de maneras profundas de las que no me di cuenta en ese entonces.

Estudié francés en la escuela secundaria y en la universidad, aunque vivía en California, donde el español era el idioma más práctico. Continué estudiando francés durante toda mi vida adulta, siguiendo una pasión que no podía explicar lógicamente.

Antes de que mi padre falleciera en 1991, volvimos a hablar de su tiempo en la guerra y mencionó a Gilbert. "Me pregunto qué le habrá pasado", dijo. Parecía tan melancólico, y eso me impresionó. Recordé entonces que papá había viajado a París una vez, en 1972, e intentó encontrar a Gilbert, pero no lo consiguió.

spinner image collage de imágenes de Diane y su familia francesa a lo largo de las décadas.
En el sentido de las manecillas del reloj, desde la izquierda: Gilbert, Heather y Diane justo después de encontrarlo, junio de 1994; escena de un restaurante durante la visita de la familia Gilbert a California, 1997; Playa de Omaha en la actualidad.
Cortesía de Diane Covington-Carter

En busca de Gilbert

En junio de 1994, viajé a Normandía para aceptar una medalla en honor de papá como parte de las celebraciones del 50.º aniversario del Día D. Pasé un día recorriendo las playas del desembarco, visitando museos y aprendiendo, entre otras cosas, que fue la mayor invasión terrestre y marítima de la historia del mundo.

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De pie en el acantilado que domina la playa de Omaha, la fuerte brisa me secó las lágrimas al recordar a mi padre.

Esto es tan real. Todas las historias de papá ocurrieron aquí. Y el huérfano Gilbert también debe ser real. ¿Y si está en alguna parte, en algún lugar, recordando a papá? ¿Y si pudiera encontrarlo?

Ni siquiera estaba segura de cómo se escribía el apellido de Gilbert, pero puse un anuncio en el periódico local para intentar encontrarlo. Era mi oportunidad de intentar completar lo que mi padre no había podido lograr. Por mi padre, tenía que intentarlo.

Gracias a una combinación de milagros y providencia, pude encontrarme con Gilbert en el que habría sido el cumpleaños número 80 de papá. Mi padre había celebrado su cumpleaños número 30 en Francia con Gilbert en 1944. Ahora Gilbert y yo lo recordábamos juntos, en Normandía otra vez.

En nuestro emotivo encuentro, comprendí por fin mi pasión por aprender francés; nadie en la familia de Gilbert hablaba inglés.

Gilbert había hablado a su mujer, a su hija y a sus nietos del amable teniente que lo había querido y que había deseado llevárselo consigo a casa, a Estados Unidos. "Algún día vendrá alguien", había dicho.

Cuando le dije a Gilbert que papá nunca lo había olvidado, lloró.

spinner image Diane posa para fotos con los miembros de su familia francesa en su casa.
Izquierda: Diane con su familia francesa en Normandía, de izquierda a derecha, atrás, Cathy, la hija de Gilbert y Huguette, delante de ella, Marion, compañera de Benoît, nieto de Gilbert y Huguette, Lya, bisnieta, Tim, bisnieto, Huguette, Diane y Frakas, el golden retriever. Derecha: Diane con el miembro más reciente de su familia francesa, Charlie, Benoît y el bebé de Marion.
Cortesía de Diane Covington-Carter

Un nuevo hermano, a los 45 años

Gilbert se convirtió en mi hermano francés. Me prometí que nunca volvería a perder el contacto con Gilbert y su familia, y he cumplido esa promesa, ya que los visito a menudo. En 1997, Gilbert y su familia viajaron a California para una gran fiesta en la que 40 miembros de mi familia vinieron a saludarlos y a celebrar con ellos.

Seguí quedándome con Gilbert y su familia durante los aniversarios número 60, 70 y 75 del Día D en Francia, que cubrí para periódicos y revistas. Para el 60.º y el 70.º aniversario, fui guía y traductora para Stephen Ambrose Historical Tours.

Fue muy emocionante pasar tiempo con los veteranos y los franceses que querían darles las gracias. Todos nos secamos lágrimas durante aquellos encuentros.

Gilbert falleció en el 2008, y viajé a Normandía para su funeral. La bandera tricolor francesa cubrió su ataúd, cargado por una guardia de honor de sus compañeros veteranos.

Me senté con la familia de Gilbert en el primer banco de la iglesia del pueblo y escuché los homenajes a su vida. En un momento de la misa, el sacerdote me pidió que colocara una foto de mi padre y otra de Gilbert, de 1944, juntas en un marco, sobre el ataúd de Gilbert.

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La luz de las velas iluminaba los rostros de las fotografías y la música resonaba en las paredes de la pequeña iglesia mientras todos recordábamos a Gilbert.

Me di cuenta de que el destino hizo que mi padre y Gilbert se quisieran, pero también que tuvieran que separarse hace tantos años. La vida salió como salió por una razón.

spinner image foto que Diane colocó en el ataúd de Gilbert durante su funeral en Normandía, 2008.
La foto que Diane colocó en el ataúd de Gilbert durante su funeral en Normandía, 2008.
Cortesía de Diane Covington-Carter

Recordando a Gilbert

Gilbert no solo se convirtió en mi hermano, sino que me incorporó a su familia francesa. Su viuda, Huguette, es como una hermana para mí, mi hermana francesa. La llamo a menudo y volveré a visitarla este mes de junio. Ahora cuatro generaciones de mi familia francesa conocen esta historia, que sigue viva en Normandía y en Estados Unidos.

La mayoría de los veteranos de la Segunda Guerra Mundial ya no están con nosotros. Pero en el 80.º aniversario de la invasión del Día D, el 6 de junio del 2024, recordamos a los miembros de la mejor generación que arriesgaron y dieron sus vidas para preservar nuestra libertad.

Y la historia de amor que comenzó entre mi padre y Gilbert hace 80 años sigue viva.

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