Cómo un legendario redactor deportivo encontró un nuevo equipo local

Algunas personas buscan nuevos sitios y nuevas experiencias en la jubilación, pero usted y Cheryl se mudaron a una pequeña ciudad cerca de donde crecieron. ¿Qué los llevó a hacer eso?

Como periodista, tuve una vida fascinante. En mi papel de periodista, pude hacer todo lo que siempre había querido hacer. Literalmente, ya había recorrido el mundo, así que no tenía otro lugar donde ir que no fuera a casa. Era natural. Mi esposa y yo habíamos crecido en Atlanta, Illinois, cerca de donde nos establecimos. Fue como un viaje por carretera que duró 50 años; decidimos cerrar el círculo y volver a casa.

¿Cuán diferente resultó ser su jubilación de lo que había imaginado?

Lo que resultó fue que yo era un escritor, y los escritores escriben. No tenía planes de dejar de escribir, pero cuando vinimos a casa no sabía sobre qué iba a escribir. Entonces, a través de una conexión familiar y de un amigo, fui a un partido del equipo femenino de baloncesto de la escuela secundaria. Y descubrí que no podía estar sentado allí sin tomar notas. Tenía que escribir algo sobre el partido. Y comencé a hacerlo. Ya he completado 13 temporadas.  

Usted comenzó en un pequeño periódico hace varias décadas, donde escribía sobre los equipos locales. ¿Hay algún beneficio en retornar a sus raíces en la jubilación? 

Creo que eso tiene un gran valor. Realmente no llegas a apreciar aquello que te formó hasta que vuelves y lo ves otra vez y recuerdas: esto es lo que aprendí en esa época y lo que me llevó a creer esto o a decidir aquello. Pienso que es bueno reexaminar las causas y los eventos que moldearon tu vida y aprender de ellos otra vez, porque siempre necesitamos aprender algo nuevo.

¿Qué lo mantiene frente al teclado después de todos estos años?

Siento que escribir es una parte tan importante de mi vida diaria, que es casi como respirar. Me da un sentido de propósito. Estás tratando de contar algo que las personas puedan disfrutar, estás tratando de entretener e informar. No estaba listo para dejar de ser esa persona, así que encontré un tema que me intrigaba.

Probablemente haya escrito 500,000 palabras sobre las Lady Potters. He escrito más sobre esas jóvenes que sobre Muhammad Ali, y a él lo cubrí durante 50 años. Cuando fui a ese partido, nunca había visto jugar baloncesto a jóvenes de la escuela secundaria. Las Lady Potters ganaron esa noche, pero yo no sabía si eran buenas. Resultó que eran un buen equipo, aunque yo no escribí sobre ellas porque eran las campeonas estatales. Me resultaron interesantes. En cada partido veo algo que no he visto antes, ya sea una de las jóvenes que marca nueve canastas de 3 puntos en un partido o un padre que lleva a su hija lesionada a los vestuarios.

Iba a todos los partidos, y mi esposa me acompañaba. Nos sentábamos y mirábamos. En el auto de vuelta a casa, hablábamos sobre el partido, y yo escribía un artículo y lo publicaba en el sitio web. No sabía si alguien lo leería, pero no me importaba. Yo escribía. 

Usted ha dicho que cubrir a las Lady Potters lo ayudó a afrontar la enfermedad de su esposa. ¿Cómo fue eso?

Ella estuvo en un hogar de ancianos durante cinco años y medio, inválida y sin poder comunicarse. Y todo ese tiempo, yo iba a los partidos de las jóvenes y se los contaba a Cheryl. Me ayudó a comprender por qué estaba yendo a los partidos y escribiendo sobre ellos. Ese había sido yo de joven, creciendo con ella. La amé cuando ella tenía 17 años y la amé en el hogar de ancianos. Para mí era muy importante mantener esa conexión. 

También fue una bendición, porque encontré gente en esos partidos — madres, padres, abuelas—, todas personas que sabían lo que estaba sucediendo conmigo y mi esposa. Se preocupaban por mí y yo me preocupaba por ellos. Era una comunidad que yo nunca tuve como un reconocido redactor deportivo profesional.

Usted cubrió a algunos de los atletas más famosos del mundo durante muchos años. ¿Cuán diferente fue escribir sobre estas jóvenes jugadoras de baloncesto?

Cuando era columnista de periódicos, trataba de ser justo con ambos lados. Incluso si estaba enfocado en Muhammad Ali, igualmente escribía lo grande que era Joe Frazier como boxeador. Nunca quise que me identificaran como simpatizante del equipo o del atleta sobre quien estaba escribiendo. Pero con este equipo de baloncesto femenino, eso es lo que soy. Ser un fanático te da cierta libertad. 

Lo que es diferente es el nivel de habilidad. A Tiger Woods, Michael Jordan o Pete Rose, uno los evalúa con relación a sus posibilidades, a la inmortalidad. Pero a las jóvenes jugadoras las evalúas con relación a ellas mismas. Todavía están trabajando para llegar a ser la mejor versión de sí mismas. He visto a grandes atletas hacer cosas increíbles, pero también he visto a estas jóvenes superar lo que parecía ser el límite para ellas. Eso sigue siendo algo emocionante e inspirador.

¿Piensa realmente que alguna vez hará a un lado su computadora y se jubilará? 

No, no tengo ningún plan de dejar de escribir sobre cosas que conozco. Durante el primer año de la pandemia, todos los días escribía columnas en Facebook, 337 días seguidos, simplemente documentando esos tiempos en mi mente. No puedo concebir una vida sin escribir.