Vida Sana
Hace poco, AARP pasó tiempo con cinco jubilados para enterarse de la manera en la que lo que están haciendo después de jubilarse aporta significado a su vida y marca una diferencia en el mundo, incluso mientras continúa la pandemia del coronavirus. Estas son sus historias.
Dra. Karen Gedney
Después de ser médica, se convirtió en mentora
“La jubilación tiene que ver con ikigai”, dijo Karen Gedney, de 63 años, quien hace cuatro años se jubiló de su empleo como médica sénior en el centro médico del Departamento Correccional de Nevada en Carson City. Esta palabra en japonés se traduce como un sentido de propósito y significado en la vida, y una sensación de bienestar.
“Para mí, significa dar un paso adelante y probar cosas nuevas”, explicó Gedney. “No se trata de replegarse y recluirse. Decidí que deseaba participar, en vez de ser espectadora. Por eso, todos los días me levanto con un propósito y tengo una razón para levantarme de la cama”.
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Sabe lo que dice. Ya no está de moda aquella visión de pasar los años de jubilación arreglando el jardín, jugando golf y viajando. Lo que es muy popular es hacer algo significativo, ya sea o no remunerado. Desde que dejó su carrera de tres décadas, Gedney empezó a participar en una serie de actividades. “Cuando me jubilé, el mayor desafío fue: ‘¿En qué deseo enfocar mi energía?’”, afirmó.
Pero poco a poco lo descubrió. Escribió una autobiografía, 30 Years Behind Bars: Trials of a Prison Doctor, y pasa tiempo dando discursos y charlas sobre reforma carcelaria. “Deseaba que el mundo exterior lo viera desde otro punto de vista, el de una persona que quería curar”, dijo.
Regresó a la universidad y obtuvo un certificado de especialidad en medicina regenerativa y de antienvejecimiento. “Me encanta enseñar, pero no quise hacerlo como negocio, porque tiene mucho que ver con aprovecharse de las inseguridades de la gente. Por eso ofrezco talleres gratuitos sobre el envejecimiento saludable y la nutrición”, señaló.
“En esta etapa de mi vida, contar con tiempo para tener un impacto sobre los niños es esencial para encontrar significado”.
También es voluntaria como integrante de la junta directiva de Ridge House, una organización que ofrece ayuda residencial y ambulatoria para personas que luchan por recuperarse de la adicción.
Y también se destaca por ser mentora de niños en riesgo cuyo padre o madre está encarcelado. En la actualidad, es mentora de un niño de 12 años y una joven de 16 años. “Se han vuelto más como mis ahijados”, afirmó Gedney. “Juntos hacemos ejercicio, jugamos básquetbol y hacemos caminatas”. Últimamente ha recurrido a su experiencia médica para enseñarles a los niños sobre el coronavirus.
No es de sorprender que Gedney haya tenido que suspender algunas de estas actividades debido al coronavirus. “No he podido llevarlos al gimnasio, a un centro comercial, al cine, ni tampoco enseñarles o alimentarlos en mi hogar”, dice. “Me comunico con ellos por teléfono y les llevo artículos básicos y regalitos, como helado. También les mandé mensajes para recordarles que son importantes para mí y que esta cuarentena terminará”.
Pero ahora ya puede volver a interactuar con los niños. “El fin de semana pasado, llevé a Dante, el de 12 años, a jugar golf”, dijo. “Tuvimos conversaciones interesantes sobre el movimiento Black Lives Matter y la muerte trágica de George Floyd”.
“En esta etapa de mi vida, contar con tiempo para tener un impacto sobre los niños es esencial para encontrar significado”, señaló Gedney. Pero también es la recompensa por explorar un camino interno que la eludió. “Ahora tengo un ritual diario en el que medito, hago ejercicio y estoy aprendiendo a hablar español de mi vecino, quien es un traductor internacional. Anoto estas tareas en mi librito y las marco a medida que las hago. Tener una lista de las cosas que he logrado me hace sentir bien”.
A veces, encontrar lo que uno quiere hacer durante la jubilación es un trayecto solitario. Hace tres años, Russ Eanes, quien tenía 60 años, dejó su trabajo en una casa editorial. “Era demasiado joven para jubilarme, pero suficientemente mayor para saber que necesitaba cambiar el ritmo de mi vida”, dijo Eanes, quien vive en Harrisonburg, Virginia. “Decidí que no me jubilaría formalmente, sino que trabajaría a un ritmo más lento en algo que me encantara y fuera significativo para mí”.
Por eso, Eanes pasó cinco semanas recorriendo a pie las 500 millas del Camino de Santiago en España, un antiguo camino de peregrinos. “Había sido mi sueño durante dos décadas y no quería seguir aplazándolo”, explicó. “Fue una experiencia profundamente transformadora”.
“Lo próximo que pienso hacer durante la jubilación es ayudar a otros a contar su historia y a publicar su propio libro”.
Por primera vez, lo único que tenía en su agenda todos los días era levantarse, empacar sus cosas en su mochila y caminar hasta el próximo pueblo. “Fue una vida sin programación, sin apuros y sin planes”, afirmó Eanes. “Bajé gradualmente el ritmo de la vida y me tomé el tiempo para fijarme en las cosas”.
En ese tiempo, se le ocurrió una idea: “Durante mi carrera editorial, conocí muchas personas con historias que compartir”, dijo. “Lo próximo que pienso hacer durante la jubilación es ayudar a otros a contar su historia y a publicar su propio libro”.
Para comenzar, Eanes escribió un libro. Se demoró un año en hacerlo, pero en el 2019 publicó The Walk of a Lifetime: 500 Miles on the Camino de Santiago. Escribir este libro fue casi tan interesante como el peregrinaje, dijo Eanes.
“Siempre me ha encantado escribir, pero entre el trabajo y la familia, nunca tuve tiempo”, comentó.
Eanes estuvo junto a su cuñado cuando este falleció a los 56 años, 30 días después de que le diagnosticaran que tenía cáncer. “Él no hizo muchas cosas que quería hacer, porque pensaba hacerlas después de jubilarse”, afirmó Eanes. “Nunca las hizo, y yo decidí que no iba a postergar las cosas. Deseo vivir para algunas cosas que quiero hacer ahora y no esperar hasta una edad mágica de jubilación, y quizás no hacerlas realidad nunca.
No tengo que demostrarle nada a nadie”, señaló. “Ahora tengo tiempo. Si mi hijo me pide que lo ayude a arreglar el techo de un cobertizo, puedo decir ‘por supuesto’ y dejar de lado lo que esté haciendo para ayudarlo”.
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