Vida Sana
Los estadounidenses siguen considerando a la educación universitaria el camino para la realización de los sueños. Sin embargo, no solamente son nuestros nietos e hijos los que tienen dificultades para pagar los préstamos que obtuvieron en la búsqueda de esos sueños. El dinero que se tomó prestado para obtener un diploma también amenaza con derrumbar la estabilidad económica de millones de personas mayores de 50 años en el país.
AARP Bulletin publicó un informe exhaustivo sobre la deuda estudiantil en marzo. En este, se documentó la frustración y la desesperanza que sienten muchas personas cuando luchan por hacer los pagos. El Instituto de Política Pública de AARP (PPI) ha publicado un estudio revelador que pone de manifiesto la dimensión del problema (en inglés). En los últimos 15 años, la deuda estudiantil ha hecho más que triplicarse, de $455,200 millones en el 2004 a $1.5 billones a diciembre del 2018 —y el mayor aumento ha sido entre los prestamistas de más edad—. Las personas mayores de 50 años representan el 20% de la deuda estudiantil, o $289,500 millones. Es decir, se quintuplicó desde el 2004, y refleja un gran aumento tanto en la cantidad de familias que piden dinero prestado como en la cantidad que solicitan.
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En las últimas tres décadas, el costo por asistir a una universidad de cuatro años ha hecho más que duplicarse, incluso tras el ajuste por inflación, debido a disminución del financiamiento estatal y local para la educación superior por estudiante. Los ingresos de las familias ni siquiera se aproximan a igualar ese aumento.
De todas maneras, muchos consideran que la educación universitaria es una meta importante. Por lo tanto, en algunas familias, los padres, abuelos y otros parientes adquieren deudas para ayudar a financiar la educación de un familiar, bien sea pidiendo los préstamos directamente o firmando conjuntamente.
Mientras que algunos adultos mayores acumulan deudas por sus hijos o nietos, a otros les es difícil pagar por su propia educación. En muchos casos, nunca lograron salir de deudas que adquirieron décadas atrás para pagar sus propios estudios. Otros llegan a un momento de sus vidas en que desean hacer algo distinto con sus carreras cuando todavía hay tiempo. O se ven obligados a ingresar en otro campo, porque no consiguen trabajo. Por lo que regresan a estudiar y obtienen préstamos estudiantiles para ayudar a financiar sus nuevos sueños.
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