Vida Sana
Desde el comienzo de esta pandemia supimos que los adultos mayores y las personas con enfermedades subyacentes enfrentaban complicaciones graves por la COVID-19. Es por eso que AARP ha estado trabajando sin cesar para proveerte con información y actualizaciones de último momento y brindarte acceso al cuidado de salud que necesitas para mantenerte sano y seguro.
Por ejemplo, esta semana AARP presentó un escrito de amicus curiae ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos en respaldo de los esfuerzos para proteger la Ley del Cuidado de la Salud a Bajo Precio ante una demanda que cuestiona su constitucionalidad. Esto es particularmente crítico en este momento. Como resultado de la pandemia, más de 36 millones de trabajadores han solicitado beneficios por desempleo en los pasados dos meses. Un nuevo estudio publicado por Kaiser Family Foundation (en inglés) estima que 26.8 millones de personas en todo el país se quedarán sin un plan de salud debido a la pérdida de la cobertura facilitada por el empleador si no se inscriben en algún otro tipo de seguro médico. Afortunadamente, según los ingresos y otros factores, la mayoría de esas personas (casi 8 de cada 10) reúnen los requisitos para un subsidio en la cobertura, ya sea a través de Medicaid o a través de los mercados de salud provistos por la ACA. Debido a la propagación de la pandemia, AARP exhortó al Congreso a ofrecer un período especial de inscripción abierta para la ACA. Mientras tanto, algunos estados han establecido sus propios períodos especiales de inscripción durante tiempo limitado.
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También le estamos solicitando al Congreso que incluya ayuda para los adultos mayores del país en el próximo paquete de subsidios a causa de la COVID-19, especialmente aquellos que residen en hogares de ancianos y a sus familias. Lo que está sucediendo en los hogares de ancianos es trágico. Por lo menos un tercio de las muertes por COVID-19 en toda la nación han sucedido en centros de cuidados a largo plazo, y en algunos estados ese número se eleva a más de la mitad. A menos que hagamos algo, la situación no hará más que empeorar. Si bien los residentes de los hogares de ancianos están en el centro de la lucha contra la COVID-19, los residentes de los centros de vida asistida, quienes a menudo carecen del personal y el equipo con los que cuentan los hogares de ancianos, también tienen un mayor riesgo.
La buena noticia es que, como consecuencia del distanciamiento social que hemos estado practicando estos últimos meses, nuestros esfuerzos para aplanar la curva parecen estar dando resultados. Algunas áreas de la nación están comenzando a reabrir sus economías. Muchos médicos y hospitales están programando procedimientos y operaciones que habían pospuesto debido al coronavirus. Muchos de nosotros hemos manejado el tratamiento de enfermedades subyacentes a través de la telemedicina. Y nos hemos dado cuenta de que, aunque útil, esto no sustituye las visitas en persona con nuestros médicos y no puede reemplazar la necesidad de ciertos procedimientos, pruebas u operaciones. Ahora nos enfrentamos al dilema de determinar cuán seguro es ir hasta el consultorio del médico o al hospital.
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