Vida Sana
A medida que el incendio forestal más mortífero de la historia moderna de Estados Unidos atravesó Maui este mes, dos amigos se dirigieron al océano para la salvación. Etina Hingano, de 54 años, y Freeman Tam Lung, de 80, huyeron del complejo de 20 apartamentos Lahaina Crossroads, donde eran vecinos, y se dirigieron al rompeolas de la ciudad costera para intentar escapar de las llamas.
Hingano ayudó a Tam Lung, de 6 pies y 5 pulgadas y 300 libras, a bajar sobre algunas rocas a lo largo del agua, pero ella sabía que debido a que sufría de gota, el alto “kupuna” —o adulto mayor hawaiano— estaba adolorido.
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“Le dije que tenía que sobrevivir”, dijo Hingano.
Durante las siguientes horas agotadoras, Hingano tuvo que dejar atrás a Tam Lung por su propia seguridad, acercándose más al océano, tratando de esquivar el calor y el humo del fuego. De vez en cuando, Hingano le preguntaba a Tam Lung si estaba bien, y él le respondía con la señal de mano “shaka”, —los dedos del medio doblados, y el pulgar y el meñique extendidos— para indicar que todo estaba bien.
Luego un auto explotó en la carretera justo al lado del rompeolas. Tam Lung gritó, e Hingano se desplomó en el agua, perdiendo el conocimiento.
“Pensé que iba a morir, y todavía podía escucharlo llamándome”, dijo Hingano.
Después de la medianoche, cuando un equipo de rescate finalmente llegó a ayudar a Hingano y a un grupo de unas 30 personas que estaban con ella en el océano, Tam Lung se quedó atrás, inconsciente. El padre de tres hijos, quien amaba su ciudad natal de Lahaina, fue anunciado oficialmente como uno de los muertos dos semanas después.
De las 115 muertes confirmadas por el incendio de Lahaina, solo 45 víctimas han sido identificadas públicamente. Pero la mayoría de esas víctimas, casi el 75%, tenían más de 60 años. Entre las que se identificaron se encontraban cuatro residentes de Hale Mahaolu Eono, un complejo de 35 unidades de vivienda independiente para adultos mayores de bajos ingresos, que fue destruido por el incendio. Otros tres residentes todavía se encuentran desaparecidos.
Estas primeras señales del desastre de Maui reflejan una tendencia de larga data: los adultos mayores mueren a tasas más altas en desastres meteorológicos extremos en Estados Unidos que los más jóvenes.
De las aproximadamente 150 muertes atribuidas al huracán Ian, que azotó la costa oeste de Florida el pasado mes de septiembre, unos dos tercios (en inglés) tenían 65 años o más. Para el huracán Fiona de Puerto Rico, que también llegó el pasado septiembre, los adultos de 65 años o más representaron 35 de las 42 muertes. Durante el frío extremo de Texas en el 2021, las personas de 60 años o más representaron el 60% de las muertes (en inglés). En el incendio de Camp del 2018 en el norte de California, que devastó la ciudad de Paradise, la asombrosa cantidad de 71 de las 84 muertes identificadas fueron personas de 60 años o más (en inglés). La tendencia continúa si miramos los eventos meteorológicos de hace décadas.
“Realmente lo vemos una y otra vez”, dijo Sue Anne Bell, profesora adjunta de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Míchigan, que trabaja en la preparación y respuesta ante desastres. “Tenemos 50 años de investigaciones, o más, que muestran cómo los adultos mayores son una población vulnerable, pero todavía estamos lidiando con los mismos problemas”.
En todo el país se están llevando a cabo algunos esfuerzos prometedores a nivel local y nacional para enfrentar el problema, pero los críticos argumentan que los recuentos de muertes persistentemente altos entre los adultos mayores revelan que no se está haciendo lo suficiente. Dicen que con demasiada frecuencia las estrategias de preparación para desastres no toman en cuenta las dificultades únicas que enfrentan muchos adultos mayores: problemas crónicos de salud, aislamiento social y la resistencia a abandonar las mascotas y el hogar. Además, muchos adultos mayores no reconocen que el cambio climático está haciendo que las tormentas y otros eventos meteorológicos se vuelvan más extremos.
“No hay una sola solución, sino más bien un grupo de soluciones que deben ocurrir a nivel individual, comunitario, político, y luego a un nivel social más alto en términos de cómo valoramos a nuestros adultos mayores”, dijo Bell.
Se necesitan esas soluciones lo antes posible. La frecuencia de eventos climáticos poderosos e impredecibles se está acelerando —algo particularmente evidente este año, con las tormentas de nieve en el sur de California, las inundaciones en Vermont y la tormenta tropical Idalia en el sureste—.
En los años 80, el país sufrió un desastre climático extremo que causó al menos $1,000 millones en daños económicos aproximadamente una vez cada cuatro meses en promedio después de ajustarse a la inflación, según un informe del Gobierno federal.
En el 2022, hubo uno cada tres semanas, en promedio.
A medida que esto sucede, la población mayor de Estados Unidos está aumentando. Los adultos de 65 años o más representaron el 17% de la población de Estados Unidos en el 2020, con un total de casi 56 millones. Pero para el 2040, representarán el 22%, un total aproximado de 81 millones. Un análisis (en inglés) de todos los condados costeros de EE.UU. predijo que la proporción de personas mayores de 65 años que viven en comunidades costeras —muy vulnerables a los eventos meteorológicos— aumentará constantemente para el 2100 a más de un tercio de la población, en comparación con menos de una quinta parte en la actualidad.
Falta de preparación para los eventos meteorológicos extremos
Cerca de la costa en Maui, más de dos semanas después de que los incendios de Lahaina destrozaran el complejo de apartamentos Hale Mahaolu Eono, tanto el edificio como su comunidad están en ruinas.
“Simplemente ya no puedo hablar de eso”, dijo la residente Tina Bass, de 72 años, que escapó del complejo en llamas en su auto después de que su unidad se llenara de humo. Mientras huía, intentó convencer a los vecinos de que hicieran lo mismo, pero algunos no lo lograron. Cuatro han sido declarados muertos, y tres todavía siguen desaparecidos al 24 de agosto, “y el resto de nosotros no hemos recibido respuesta de la administración sobre dónde vamos a vivir”, agregó Bass. “Todo esto es demasiado”.
No se sabe a quién culpar por la devastación en Hale Mahaolu Eono. Muchos residentes y sus familiares dicen que creen que Hale Mahaolu, una empresa privada sin fines de lucro con otros 16 sitios de viviendas asequibles en el condado de Maui, tenía la responsabilidad de ayudar a los residentes —todos de 62 años o más, algunos con movilidad limitada, muchos sin autos— a escapar.
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