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El clima extremo está matando en gran parte a los adultos mayores. ¿Por qué no estamos mejor preparados?

Algunos planes locales para desastres son prometedores, pero las muertes por incendios forestales en Hawái continúan siendo una tendencia alarmante.


spinner image Etina Hingano entre los restos de Lahaina en Maui, a finales de agosto del dos mil veinte y tres
Etina Hingano regresa a Lahaina, Maui, semanas después de que el incendio más mortífero en la historia moderna de Estados Unidos destruyera su casa y matara a su vecino.
David Butow para AARP

A medida que el incendio forestal más mortífero de la historia moderna de Estados Unidos atravesó Maui este mes, dos amigos se dirigieron al océano para la salvación. Etina Hingano, de 54 años, y Freeman Tam Lung, de 80, huyeron del complejo de 20 apartamentos Lahaina Crossroads, donde eran vecinos, y se dirigieron al rompeolas de la ciudad costera para intentar escapar de las llamas. 

Hingano ayudó a Tam Lung, de 6 pies y 5 pulgadas y 300 libras, a bajar sobre algunas rocas a lo largo del agua, pero ella sabía que debido a que sufría de gota, el alto “kupuna” —o adulto mayor hawaiano— estaba adolorido. 

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“Le dije que tenía que sobrevivir”, dijo Hingano. 

Durante las siguientes horas agotadoras, Hingano tuvo que dejar atrás a Tam Lung por su propia seguridad, acercándose más al océano, tratando de esquivar el calor y el humo del fuego. De vez en cuando, Hingano le preguntaba a Tam Lung si estaba bien, y él le respondía con la señal de mano “shaka”, —los dedos del medio doblados, y el pulgar y el meñique extendidos— para indicar que todo estaba bien. 

Luego un auto explotó en la carretera justo al lado del rompeolas. Tam Lung gritó, e Hingano se desplomó en el agua, perdiendo el conocimiento.  

“Pensé que iba a morir, y todavía podía escucharlo llamándome”, dijo Hingano.  

Después de la medianoche, cuando un equipo de rescate finalmente llegó a ayudar a Hingano y a un grupo de unas 30 personas que estaban con ella en el océano, Tam Lung se quedó atrás, inconsciente. El padre de tres hijos, quien amaba su ciudad natal de Lahaina, fue anunciado oficialmente como uno de los muertos dos semanas después. 

De las 115 muertes confirmadas por el incendio de Lahaina, solo 45 víctimas han sido identificadas públicamente. Pero la mayoría de esas víctimas, casi el 75%, tenían más de 60 años. Entre las que se identificaron se encontraban cuatro residentes de Hale Mahaolu Eono, un complejo de 35 unidades de vivienda independiente para adultos mayores de bajos ingresos, que fue destruido por el incendio. Otros tres residentes todavía se encuentran desaparecidos. 

spinner image un rótulo y árboles que se quemaron en un incendio
Hale Mahaolu Eono fue destruido en el incendio de Lahaina. El complejo de viviendas tenía 34 unidades de un dormitorio y albergaba a varias personas mayores con problemas de movilidad.
Kevin Fujii/Civil Beat/2023

Estas primeras señales del desastre de Maui reflejan una tendencia de larga data: los adultos mayores mueren a tasas más altas en desastres meteorológicos extremos en Estados Unidos que los más jóvenes.  

De las aproximadamente 150 muertes atribuidas al huracán Ian, que azotó la costa oeste de Florida el pasado mes de septiembre, unos dos tercios (en inglés) tenían 65 años o más. Para el huracán Fiona de Puerto Rico, que también llegó el pasado septiembre, los adultos de 65 años o más representaron 35 de las 42 muertes. Durante el frío extremo de Texas en el 2021, las personas de 60 años o más representaron el 60% de las muertes (en inglés). En el incendio de Camp del 2018 en el norte de California, que devastó la ciudad de Paradise, la asombrosa cantidad de 71 de las 84 muertes identificadas fueron personas de 60 años o más (en inglés). La tendencia continúa si miramos los eventos meteorológicos de hace décadas. 

“Realmente lo vemos una y otra vez”, dijo Sue Anne Bell, profesora adjunta de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Míchigan, que trabaja en la preparación y respuesta ante desastres. “Tenemos 50 años de investigaciones, o más, que muestran cómo los adultos mayores son una población vulnerable, pero todavía estamos lidiando con los mismos problemas”. 

En todo el país se están llevando a cabo algunos esfuerzos prometedores a nivel local y nacional para enfrentar el problema, pero los críticos argumentan que los recuentos de muertes persistentemente altos entre los adultos mayores revelan que no se está haciendo lo suficiente. Dicen que con demasiada frecuencia las estrategias de preparación para desastres no toman en cuenta las dificultades únicas que enfrentan muchos adultos mayores: problemas crónicos de salud, aislamiento social y la resistencia a abandonar las mascotas y el hogar. Además, muchos adultos mayores no reconocen que el cambio climático está haciendo que las tormentas y otros eventos meteorológicos se vuelvan más extremos.  

“No hay una sola solución, sino más bien un grupo de soluciones que deben ocurrir a nivel individual, comunitario, político, y luego a un nivel social más alto en términos de cómo valoramos a nuestros adultos mayores”, dijo Bell.  

Se necesitan esas soluciones lo antes posible. La frecuencia de eventos climáticos poderosos e impredecibles se está acelerando —algo particularmente evidente este año, con las tormentas de nieve en el sur de California, las inundaciones en Vermont y la tormenta tropical Idalia en el sureste—. 

En los años 80, el país sufrió un desastre climático extremo que causó al menos $1,000 millones en daños económicos aproximadamente una vez cada cuatro meses en promedio después de ajustarse a la inflación, según un informe del Gobierno federal. 

En el 2022, hubo uno cada tres semanas, en promedio. 

A medida que esto sucede, la población mayor de Estados Unidos está aumentando. Los adultos de 65 años o más representaron el 17% de la población de Estados Unidos en el 2020, con un total de casi 56 millones. Pero para el 2040, representarán el 22%, un total aproximado de 81 millones.  Un análisis (en inglés) de todos los condados costeros de EE.UU. predijo que la proporción de personas mayores de 65 años que viven en comunidades costeras —muy vulnerables a los eventos meteorológicos— aumentará constantemente para el 2100 a más de un tercio de la población, en comparación con menos de una quinta parte en la actualidad. 

Falta de preparación para los eventos meteorológicos extremos 

Cerca de la costa en Maui, más de dos semanas después de que los incendios de Lahaina destrozaran el complejo de apartamentos Hale Mahaolu Eono, tanto el edificio como su comunidad están en ruinas. 

“Simplemente ya no puedo hablar de eso”, dijo la residente Tina Bass, de 72 años, que escapó del complejo en llamas en su auto después de que su unidad se llenara de humo. Mientras huía, intentó convencer a los vecinos de que hicieran lo mismo, pero algunos no lo lograron. Cuatro han sido declarados muertos, y tres todavía siguen desaparecidos al 24 de agosto, “y el resto de nosotros no hemos recibido respuesta de la administración sobre dónde vamos a vivir”, agregó Bass. “Todo esto es demasiado”.  

No se sabe a quién culpar por la devastación en Hale Mahaolu Eono. Muchos residentes y sus familiares dicen que creen que Hale Mahaolu, una empresa privada sin fines de lucro con otros 16 sitios de viviendas asequibles en el condado de Maui, tenía la responsabilidad de ayudar a los residentes —todos de 62 años o más, algunos con movilidad limitada, muchos sin autos— a escapar. 

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En una declaración, Hale Mahaolu señaló que Eono es un centro para “adultos independientes, que navegan su propia vida”, y agregó que “nuestro personal está disponible para ayudarlos cuando solicitan ayuda, pero respetamos su autonomía y privacidad”. El administrador residente del complejo animó a cuatro residentes a evacuar el lugar alrededor del mediodía, pero se negaron, según el comunicado, que también señaló que Maui no emitió ningún aviso de evacuación para el condado de Eono. 

Muchos otros están culpando al condado por no emitir suficientes advertencias. El sistema oficial de alerta de Maui —80 sirenas al aire libre— nunca sonó mientras los incendios se dirigían hacia la ciudad a una milla por minuto. Según los funcionarios de Hawái, se emitieron alertas por teléfono celular para evacuar, pero muchos lugareños informan que nunca las recibieron. 

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A menudo, la búsqueda de un chivo expiatorio es feroz cuando ocurre un desastre climático, dijo Erin McLeod, presidenta y directora ejecutiva de Senior Friendship Centers Inc., una organización sin fines de lucro que presta servicios a más de 10,000 personas mayores en todo el suroeste de Florida, incluido ayudarlas a prepararse para el tiempo extremo. Pero esa culpa no puede recaer en una entidad, dijo: “No creo que se pueda culpar a alguien. Hay muchos factores y capas”. 

Bell, de la Universidad de Míchigan, está de acuerdo. 

“Hablamos mucho sobre un enfoque comunitario completo cuando se trata de abordar los efectos de los desastres”, dijo. “No puede incumbir solo a nuestros socorristas, sino a nuestros proveedores de atención médica, nuestros administradores de emergencias, nuestros defensores del envejecimiento y nuestros propios adultos mayores como los principales interesados”. 

Soluciones que priorizan a los vulnerables

Algunas comunidades han aprendido de desastres pasados e introducido estrategias personalizadas que ayudan a prevenir las muertes entre las personas mayores durante los eventos climáticos extremos. 

A raíz del huracán Irma en Florida en el 2017, los cortes de electricidad causaron la muerte de ocho residentes de hogares de ancianos en el Rehabilitation Center de Hollywood Hills en la ciudad de Hollywood debido al sobrecalentamiento. Cuatro residentes más murieron después de ser evacuados del sofocante centro. La tragedia llevó a la aprobación de una legislación, respaldada por AARP, que exige que los centros para adultos mayores cuenten con planes integrales de manejo de emergencias aprobados por el condado, así como una fuente de energía alternativa, como un generador en el lugar, en caso de un corte de electricidad. 

Estos esfuerzos parecen haber tenido un impacto positivo. Durante el huracán Ian, que irrumpió en el suroeste de Florida cinco años después del huracán Irma, más de 8,000 residentes de centros de cuidados para adultos mayores fueron evacuados, y los aproximadamente 4,000 hogares de ancianos y centros de vida asistida del estado no reportaron muertes relacionadas con la tormenta. 

En Lahaina, no había regulación que exigiera que Hale Mahaolu Eono tuviera un plan de evacuación aprobado. Como centro de vida independiente para adultos mayores, no estaba sujeto a las mismas leyes que rigen los hogares de ancianos y los centros de vida asistida del estado.  

A pesar de algunos avances en lugares como Florida, persisten grandes desafíos, dijo Jeff Johnson, director estatal de AARP Florida: “¿Cómo podemos brindar ese cuidado y planificación a quienes envejecen en el hogar para garantizar que ellos también estén seguros?”. 

spinner image Vista de parte de la destrucción causada por el huracán Ian en en Fort Myers Beach, Florida, en 2022.
Destrucción en Fort Myers Beach, Florida, tras el paso del huracán Ian en el 2022
Johnny Milano/The New York Times

Durante el huracán Ian, ese fue el segmento de la población mayor que más sufrió, dijo. Las costosas y arduas listas de preparación ante desastres pueden ser un obstáculo, dijo Johnson. Estas listas de verificación a menudo requieren tener viviendas que protejan contra tormentas, confirmar el seguro, recolectar alimentos no perecederos y suministros médicos, investigar refugios, crear una lista de contactos de emergencia, trazar rutas de evacuación y organizar documentos importantes.  

“Es mucho para cualquier persona, y aún más para alguien mayor que pueda tener algo de demencia, o que esté en una silla de ruedas, o que no tenga conocimientos tecnológicos”, dijo. “Se vuelve demasiado abrumador”.  

Las autoridades de desastres en el sur de Oregón reconocieron las dificultades que enfrentaron los adultos mayores confinados en sus hogares para prepararse para el tiempo extremo cuando las inundaciones invadieron la región en 1997. Después, los administradores de emergencias de Rogue Valley se asociaron con el Departamento de Servicios para Adultos Mayores y Personas con Discapacidad del condado para crear un registro de los miembros de la comunidad que necesitaban ayuda adicional. Los voluntarios revisan la lista cada tres meses para asegurar que la información de contacto esté actualizada, y durante emergencias públicas, las personas en áreas impactadas reciben llamadas para preguntar qué apoyo necesitan. 

El programa ha ayudado a obtener medicamentos vitales para los residentes rurales durante las tormentas de nieve y ha proporcionado vehículos de evacuación adecuados para sillas de ruedas a los residentes con problemas de movilidad, dijo Connie Saldana, planificadora de Rogue Valley Council of Governments Senior & Disability Services. 

Los planes con este tipo de “textura local” son esenciales para salvar la vida las de personas mayores, dijo Kevin Smiley, profesor adjunto de Sociología en la Universidad Estatal de Luisiana que investiga desastres y cambios ambientales. Sin embargo, a menudo los planes son demasiado genéricos, dijo. 

“Hay un papel real para las organizaciones locales que tienen el conocimiento y las redes sociales”, agregó. 

Cuando el huracán María azotó a Puerto Rico en el 2017, cientos de residentes con discapacidades murieron, y muchos de ellos eran adultos mayores. Carol Salas Pagán, directora del Centro para la Excelencia en Discapacidades del Desarrollo de la Universidad de Puerto Rico, destacó la respuesta “totalmente inadecuada” para la comunidad de necesidades especiales. La Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) invitó a Salas Pagán a unirse a su Consejo Asesor Nacional en el 2019 para representar a las personas con discapacidades en cada etapa del proceso de manejo de emergencias.  

Desde entonces, las pautas de preparación para desastres de FEMA se han vuelto más inclusivas entre los adultos mayores y otras comunidades vulnerables, dijo Salas Pagán. Los resultados se pueden ver en lugares como Boulder, Colorado; Chicago; y Los Ángeles; todos los cuales han introducido iniciativas que llevan a los defensores del envejecimiento o a los residentes mayores a los foros de planificación de desastres. 

Salas Pagán dijo que todavía queda mucho trabajo por hacer: “Los diferentes condados y estados se encuentran en etapas de progreso muy diferentes”, dijo, pero “ese enfoque nacional está ayudando a impulsarlo”.   

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Los adultos mayores a menudo se muestran reacios a evacuar

En Hawái, Tam Lung había vivido en Lahaina Crossroad Apartments durante 18 años. Él era alguien hogareño que rara vez salía del complejo, y encontró propósito al comunicarse con los vecinos para ver cómo estaban y recoger sus paquetes para asegurarse de que no se los robaran, dijo Hingano.   

El día del incendio, cuando los inquilinos comenzaron a huir de Crossroads por su seguridad, Tam Lung no quería irse. Rechazó las ofertas de los vecinos de llevarlo con ellos en el auto. Pero cuando una fuerte ráfaga de calor arrasó por el complejo y se vieron llamas, Hingano le exigió que viniera con ella: “Dije, ‘Freeman, no me voy a ir sin ti’”.  

En todo el país, los estudios demuestran que relativamente pocas personas mayores han planificado para desastres graves. La Encuesta nacional sobre el envejecimiento saludable del 2019 de la Universidad de Míchigan encontró que solo el 40% de los adultos de 50 a 80 años encuestados habían hablado con familiares o amigos sobre qué hacer si se necesitaba una evacuación. Menos de la mitad se habían inscrito para recibir alertas a través del sistema de alerta de emergencia de su comunidad. Uno de cada tres no sabía si sus comunidades incluso tenían un sistema.  

Muchos factores asociados con el envejecimiento pueden dificultar la preparación y la respuesta a una crisis. Los obstáculos que enfrentó Tam Lung —problemas de movilidad, un apego a un hogar de mucho tiempo— son comunes, dijeron los expertos, pero también son solo el comienzo.  

McLeod, de Senior Friendship Centers Inc., en Florida, dijo que puede ofrecer “un millón” de razones por las que las personas mayores no están preparadas para evacuar durante los huracanes de Florida, incluidas las altas tasas de enfermedades crónicas, discapacidad y demencia, y las bajas tasas de conectividad social (en inglés). Muchas también se muestran reacias a pedir ayuda porque creen que el contacto podría dejarlas en un centro de cuidados a largo plazo cuando quieren permanecer en sus hogares

 En septiembre pasado, Tracey Brown, de 61 años, no se dio cuenta de que el huracán Ian se dirigía directamente a su hogar en Port Charlotte, Florida.  

“En realidad no veo muchas noticias”, dijo. 

No fue hasta que un amigo la llamó la noche antes de que Ian tocara tierra que encendió el televisor para descubrir que estaba en el camino del huracán. Su madre de 85 años, que vive a la vuelta de la esquina, también lo estaba. 

Brown terminó refugiándose con su madre, y ambas sobrevivieron a la tormenta, a pesar de algunas dificultades y daños históricos en su área. Aun así, Brown cree que ha visto lo peor que puede ocurrir en Florida a causa del mal tiempo. 

“Creo que vamos a tener más tormentas, pero no van a ser como esa”, dijo. “Si superamos ese evento, podremos superar los demás”.   

Los expertos advierten que ese es otro factor que los administradores de desastres deben considerar: la creencia entre los adultos mayores de que los eventos meteorológicos no empeorarán. 

Un estudio (en inglés) publicado este año y llevado a cabo entre el 2015 y el 2018 halló que, aunque el 76% de los encuestados de 55 años o más creen que entienden el problema del calentamiento global bastante bien o muy bien, solo el 29% creen que el calentamiento global y el cambio climático causarán problemas graves en su vida. 

spinner image Etina Hingano sentada sobre rocas cerca del océano donde se agarró para sobrevivir el incendio forestal a principios de agosto del dos mil veinte y tres
Etina Hingano visita una sección de la costa de Lahaina, no lejos de donde ella y Freeman Tam Lung lucharon por sus vidas durante el incendio de Maui.
David Butow para AARP

Los lazos comunitarios pueden impulsar la preparación ante desastres 

Quienes estudian la preparación y respuesta ante desastres enfatizan el poder de una comunidad estrechamente unida cuando se trata de proteger a las personas mayores. No impedirá que mueran a tasas desproporcionadas en desastres climáticos extremos, pero los vínculos locales ayudan. 

“Va a tomar muchos pequeños esfuerzos del uno por ciento”, dijo McLeod de Senior Friendship Centers Inc., como ayudar a alguien a encontrar su refugio de evacuación local, ofrecerle un lugar para dormir, llevarlo en auto a algún sitio o simplemente comunicarse con la persona para ver si está bien. “Es la regla del uno por ciento”, dijo. 

En Lahaina, donde la asistencia oficial de emergencia puede haber llegado demasiado tarde, es probable que esos esfuerzos del uno por ciento hayan sido críticos para los adultos mayores, dijo Craig Gima, director de Comunicaciones de AARP Hawai'i: “Cuando el Gobierno todavía no llega, tus vecinos son tus salvavidas”. 

En los nueve años que Hingano vivió en Crossroads, a menudo pasaba la tarde libre en el apartamento de Tam Lung “contando historias”, mientras lo ayudaba con su limpieza y lavandería. Ella lo llevaba al supermercado cuando necesitaba suministros y discutía con él cuando trataba de pagar por los artículos de ella. 

Cuando el incendio forestal destrozó Lahaina el 8 de agosto, Hingano fue el salvavidas de Tam Lung. Cuando las brasas en el aire encendieron la camisa de Tam Lung mientras se movían hacia el rompeolas, Hingano usó sus propias manos para apagar las llamas. Cuando otros que intentaban huir le dijeron a Hingano que necesitaba abandonar a Tam Lung para salvarse, se negó: “Dije: ‘Este es mi vecino. No puedo dejarlo. No tiene a nadie aquí en este momento’”. 

No se olvidará de ver a Tam Lung escalar más alto en las rocas por el rompeolas mientras el fuego se intensificaba. 

“Dije, ‘Freeman, ¿estás seguro de que estás bien?’”, recordó. “Y él dijo, ‘Sí. Quiero ver el fuego. Quiero ver Lahaina una última vez’”. 

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