Vida Sana
Existen biografías, documentales y hasta un filme de la extraordinaria vida de César Chávez. Sin embargo, es su familia —ocho hijos y 31 nietos— la que se ha dedicado a mantener vivo el legado del campeón de los derechos de los agricultores migrantes.
Sus hijos lo recuerdan como un padre y abuelo amoroso; como un modelo ejemplar a imitar, que los empujaba a lograr sus metas. Cuentan también cómo Chávez —totalmente dedicado a mejorar las vidas de los campesinos— intentaba pasar más tiempo a su lado, integrándolos a los desfiles y las marchas, e incluso llevando a los nietos más pequeños a participar en piquetes y en boicots frente a los supermercados.
¡ÚLTIMA OPORTUNIDAD! - Únete a AARP a precios del 2024; las tarifas aumentan en el 2025.
Obtén acceso inmediato a productos exclusivos para socios y cientos de descuentos, una segunda membresía gratis y una suscripción a AARP The Magazine.
Únete a AARP
“En esos tiempos, eso me parecía normal, porque no conocía otra cosa”, cuenta su nieta Julie Chávez Rodríguez, de 33 años. “No fue sino hasta más adelante que me di cuenta de que mi vida no era normal”.
Un líder sindical de origen mejicano que por medio de marchas, boicots y ayunos luchó por los derechos de los agricultores migrantes, César Estrada Chávez, nació el 31 de marzo de 1927 en Yuma, Arizona, y se convirtió en un símbolo de activismo y justicia. Imitó los métodos pacíficos de Martin Luther King, Jr. y de Mahatma Gandhi, y con Dolores Huerta fundó el sindicato United Farm Workers, conocido como UFW, en 1962.
Como King y Gandhi, César Chávez triunfó en base a la fuerza de su propia voluntad. Su magnetismo y dedicación a la causa de los campesinos impresionó a toda una generación que se sumó a él para boicotear el consumo de la lechuga y las uvas, persuadiendo así a las empresas cultivadoras a firmar contratos que protegieran a los agricultores.
Chávez acuñó la poderosa consigna, “¡Sí se puede!”, décadas antes de que Barack Obama la utilizara para llegar a la Casa Blanca. Y sus ayunos —con los cuales puso en peligro su vida repetidamente— llamaron la atención del mundo sobre la situación que afligía a los campesinos mejicanos en Estados Unidos. Chávez, que falleció el 23 de abril de 1993 en San Luis, Arizona, tendría hoy 85 años.
Un llamado al servicio a la comunidad
En su honor, cada primavera —en los días antes y después del cumpleaños de César Chávez— los miembros de la familia Chávez se presentan ante grupos estudiantiles y comunitarios para hablar sobre la importancia del trabajo voluntario y de servir a la comunidad.
Anthony Chávez, de 28 años, era solo un niño cuando perdió a su abuelo. Pero se une cada año a los esfuerzos de su familia por predicar la visión de César Chávez. Anima a los estudiantes, e incluso a los jóvenes internados en las prisiones juveniles de California, a hacer trabajo voluntario.
“Lo que hacemos es compartir este ejemplo histórico —la vida de mi abuelo— para instar a los demás a que marquen la diferencia”, explica Anthony Chávez.
Ese es precisamente el enfoque del Día de César Chávez, un día feriado en 10 estados de la Unión. Sin embargo, un movimiento para establecer un día feriado a nivel nacional no ha tenido éxito aún.
El padre de Anthony, Paul Chávez, de 56 años, dice que es natural que la familia quiera mantener vivo su legado. “Él siempre quiso que hiciéramos más”, agrega. “Tenía más fe en mí que yo mismo. Se lo achaqué al amor que siente un padre por su hijo. Pero luego supe que era así con todo el mundo. Tenía una gran fe en que la gente común podía lograr cosas extraordinarias”.
“Siempre escogió el trabajo”
Una desgracia familiar definió la vida de Chávez. Durante la Gran Depresión, su familia perdió una finca y un almacén que tenían en Yuma, Arizona, lo que los obligó a trasladarse a California a trabajar en los campos. Debido a los apuros económicos de su familia, César Chávez sólo llegó a cursar el octavo grado antes de partir a trabajar como agricultor.
“No soy tan diferente a cualquier otra persona que haya intentado lograr hacer algo con su vida”, contaba Chávez en un discurso pronunciado en 1984 ante el Commonwealth Club de California. “Mi motivación surge de mi propia vida: de ver lo que pasaron mi madre y mi padre cuando yo crecía; de nuestras propias experiencias como agricultores migrantes en California”.
Contrajo matrimonio con Helen Fabela, hija a su vez de campesinos. Helen —que hoy cuenta con 86 años— mantuvo la familia unida durante los muchos viajes de César, trabajando en el campo para mantener a sus 8 hijos y pagar la gasolina a su marido.
La familia también pagó un precio por la ambición de Chávez, dice Marc Grossman, antiguo secretario de prensa de Chávez, y que escribió muchos de sus discursos. Grossman recuerda cuando una de las hijas de Chávez, Eloise, se casó. César —cuenta Grossman—, asistió a la ceremonia religiosa y sólo permaneció en la fiesta de recepción hasta el primer baile, pero después se marchó a organizar una huelga en Salinas, California.
“Cuando tenía que escoger entre la familia y el trabajo, decidió que el trabajo era tan importante que debía tener prioridad sobre todo lo demás”, recuerda Grossman. “Pero ellos lo entendían y estaban muy orgullosos de él”.
Eloise Chávez Carrillo, de 61 años, recuerda lo mal que lo pasaban sus hermanos y ella, porque los hijos de los cultivadores los provocaban. “Regresábamos a la casa y le pedíamos, ‘¿no puedes comportarte como un padre normal?’”, cuenta. “Nos decía, ‘oraremos por aquellos que los lastiman’”.
También te puede interesar
11 formas de combatir la información electoral incorrecta
¿Cómo puedes saber si las fotos, los videos y las noticias son reales?