Vida Sana
Begay se encontraba jugando al fútbol en una cantera de gravilla cerca de su escuela en Nuevo México cuando alguien anunció el ataque a Pearl Harbor con estas palabras: “vienen los japoneses, y nos van a matar a todos”.
“¡Ay, Dios! Yo no quiero morir” dijo Begay. Thomas Begay, de Window Rock, Arizona, hoy de casi 100 años, es uno de solo cuatro hombres que aún están vivos de los más de 400 navajos que se desempeñaron como locutores de claves —o “habladores de código”, como también se los conoce— en la Segunda Guerra Mundial. En cuanto pudo, fue a una oficina de reclutamiento en Gallup, Nuevo México, ansioso por servir a su país.
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“Había allí un hombre y le dije que quería unirme a la Infantería de Marina. ‘¡Seguro!’, dijo, ‘pero tienes 17 años. Necesitas autorización de tus padres’. Así que llevé a mi madre a la oficina de reclutamiento”. Su madre no sabía escribir, entonces “asentó su pulgar sobre un papel para que yo pudiera ingresar”.
A Begay lo enviaron a Camp Pendleton en California y pronto lo asignaron a la escuela de locutores de claves en Camp Elliott. “Yo no sabía nada de hablar en código”, recuerda. Los infantes de marina navajos son famosos por haber servido en combate para entregar mensajes entre unidades a algún otro efectivo de la Fuerza que hablaba navajo. Era un código imposible de descifrar para los japoneses. Se sumó a la sección de radio de la Unidad 27 de la 5.a División de Infantería de Marina, la cual vio su primera acción en la batalla de Iwo Jima.
Begay estuvo en esa isla por más de cinco semanas infernales. Recuerda haber visto el 23 de febrero de 1945 el “izamiento de la bandera de Estados Unidos en el monte Suribachi en Iwo Jima…. ¡Yo estaba tan orgulloso! Gritamos cuando izaron la bandera”. Pero venían días peores. Más de 500 hombres de su regimiento murieron en Iwo Jima.
Begay cambió el área de servicio y se unió al Ejército de Estados Unidos después de la guerra. Vio meses de combate en Corea. Después de eso, trabajó como policía antes de unirse al Bureau of Indian Affairs, donde prestó servicio durante 40 años. No fue sino hasta alrededor de 1970, después de que su trabajo en la Segunda Guerra Mundial dejó de ser información clasificada, que le contó a su familia que había sido un locutor de claves.
Todos los hijos de Begay han prestado servicio en las Fuerzas Armadas. Él está orgulloso de ellos, y también está orgulloso de su propio servicio en combate. Begay, quien ahora está ciego, pero puede de todos modos viajar para visitar a sus hijos, recuerda que hacia el final de la guerra pasó por Pearl Harbor. Mientras estuvo allí, un oficial le mostró algunos de los 800 mensajes que él y sus otros compañeros navajos habladores en código habían transmitido en Iwo Jima. ¿Hubo algún error? No, dice Begay. Ni uno solo.
Alex Kershaw es un exitoso escritor, autor de varios libros sobre la Segunda Guerra Mundial, entre estos The Liberator, que se convirtió en miniserie de Netflix en el 2020.
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