Vida Sana
Recientemente, mi amiga y compañera experta de AARP, Amy Goyer, me confió que se había declarado en quiebra. La última vez que estuvimos juntas, antes de la pandemia, me contó lo perjudicial que había sido para sus finanzas ser cuidadora.
Ahora que la quiebra es definitiva (un proceso que tardó dos años), dijo que se sentía increíblemente aliviada e hizo pública su historia en un artículo reciente para AARP. Pienso que eso fue muy valiente. Culturalmente, estamos acostumbrados a mantener nuestras finanzas en privado y a no hablar de nuestros problemas económicos. Existe miedo a ser juzgado y una sensación de vulnerabilidad al revelar que tenemos problemas. Con tantos cuidadores familiares en Estados Unidos con problemas económicos, creo que no podemos permitirnos ignorar el tema.
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Cuando los cuidados se adelantan
Personalmente, mi familia todavía no se ha recuperado del impacto financiero de ser cuidadores. Me acababa de casar y comprar una casa cuando me convertí en cuidadora de mi madre. Cuando me despidieron del trabajo al finalizar mi licencia médica como cuidadora, mi familia perdió su ingreso principal. Para mí, el cuidado llegó 20 años antes de lo que pensaba y no tenía ahorros suficientes para hacer frente a sus exigencias. No había ningún beneficio público al que pudieran acceder mi familia o la persona a la que cuidaba. Así que tuvimos que pagar todos nuestros gastos de nuestro propio bolsillo.
Luego, ocurrieron más eventos inesperados —como la inundación de nuestra casa (¡varias veces!)—, y los ingresos y los ahorros que teníamos fueron insuficientes. Muy pocas personas lo saben, pero mi familia acabó declarándose en quiebra. Fue un último recurso emocional para mí, pero mi esposo, que es abogado de quiebras certificado, vio nuestra deuda y supo que la quiebra era una herramienta financiera apropiada para nuestra situación.
Cuando por fin lo acepté, la quiebra fue un alivio. No significa que toda nuestra deuda se haya eliminado (cada uno pagamos $1,000 al mes en reembolsos de préstamos estudiantiles, que no se pueden reducir ni cancelar en caso de quiebra), pero nos dio la oportunidad de dejar de vivir en un barco que se hundía y de empezar a construir de nuevo nuestra vida.
Aproximadamente uno de cada cinco cuidadores (enlace en inglés) experimenta dificultades económicas a corto y largo plazo. No muchas personas en Estados Unidos tienen ahorros a los que recurrir cuando se enfrentan a la pérdida de empleo, la acumulación de facturas médicas y el aumento de los gastos que conlleva el cuidado. A pesar de eso, podemos armar a los cuidadores con conocimientos y recursos que informarán sus decisiones financieras y posiblemente ayudarán a reducir la carga de cuidar a un ser querido.
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