Vida Sana
Con frecuencia recibo invitaciones para hacer presentaciones acerca de los efectos del estrés en las personas dedicadas al cuidado de un ser querido. Estas presentaciones dan lugar —inevitablemente— a hablar de los aspectos del deterioro físico, psicosocial y financiero al que estamos expuestos al cuidar de alguien. Hoy, en cambio, tengo el privilegio de resaltar sentimientos, aprendizajes y emociones positivas que nos puede traer esta tarea difícil pero gratificante. Aunque he tratado de captar todos los aspectos positivos del cuidado, estoy segura de que quienes cuidan de otros podrían expresar más al respecto. Partamos, entonces, de la premisa de que proveer cuidados es una experiencia vital que puede ser muy satisfactoria, como en el caso de estos 10 aspectos.
1. Al cuidar de un ser querido de mi familia cumplo con un deber. Este concepto, central en nuestros valores culturales, es la razón No. 1 que expresan cientos de familiares a quienes he tenido el privilegio de entrevistar. “Es mi deber”, dicen, como esposa, hijo, nieta, o ahijado. Es un tema que se repite invariablemente cuando hago la pregunta: ¿por qué has asumido la tarea de cuidado? Sin titubeos y más bien con sorpresa ante mi pregunta, quienes cuidan responden hablando acerca del profundo sentido del deber y descartan el que sea una obligación impuesta. La satisfacción de un deber cumplido toma prioridad sobre cualquier otro aspecto positivo del cuidado.
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2. El cuidado me da la oportunidad de retribuir lo que he recibido. A pesar de ser una tarea llena de dificultades y retos, la labor de cuidado es la oportunidad que me da la vida para pagar en parte lo mucho que he recibido de quien cuido y de otras personas. Poder cuidar de quien ha cuidado de mí me hace sentir parte del gran círculo de la vida.
3. Es un gran honor cuidar de alguien que depende de mí. Una persona irresponsable, descuidada, deshonesta y con poco que ofrecer a los demás y a sí misma no podría tener el privilegio de cuidar a alguien más. Aun si soy la única persona en la familia que puede asumir esta responsabilidad, para mí es un honor.
4. El cuidado de un ser amado le da significado a mi vida. Me siento útil y bien conmigo mismo. Saber que puedo llevar a cabo tareas que no puede hacer por sí misma la persona a quien cuido, me hace sentir útil y valioso. Mi vida tiene más significado cuando recuerdo que alguien depende de mí.
5. He hecho sacrificios y con gusto volvería a hacerlos. Muchas cosas han cambiado desde que cuido de un ser querido de mi familia, especialmente las cosas que ya no puedo hacer, ni comprar, ni disfrutar. He sacrificado mi empleo, dinero, tiempo, oportunidades de socializar y muchas cosas más. Aun así, me acompaña una paz profunda de hacerlo y saber que de poder volver atrás, sin tener que pensarlo, sacrificaría todo de nuevo por la persona que cuido. Estos sacrificios hacen parte de la satisfacción de un deber cumplido.
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