Vida Sana
Más de 1,300 residentes de hogares de ancianos murieron a causa de la COVID-19 durante un período de cuatro semanas que terminó el 22 de enero, según un nuevo análisis de datos federales de AARP. La cifra representa la tasa de mortalidad más alta desde el brote de ómicron el invierno pasado. También es probable que marque el tercer año consecutivo en que las muertes han alcanzado su punto máximo durante el invierno.
A medida que aumentaron las muertes, solo aproximadamente la mitad de los residentes de hogares de ancianos en todo el país y menos de la cuarta parte del personal de atención médica estaban al día con las vacunas contra la COVID-19. Eso significa que, aproximadamente 600,000 residentes de hogares de ancianos y 1.6 millones de empleados están atrasados en sus vacunas al 22 de enero.
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Los hallazgos de AARP son “bastante desalentadores”, dice Priya Chidambaram, analista sénior de políticas de la Kaiser Family Foundation, que también realiza un seguimiento de la COVID-19 en los hogares de ancianos. “Con las tasas tan bajas de vacunación y las tasas tan altas de mortalidad, concluimos que quizás las tasas de vacunación y de refuerzo más altas podrían haber evitado algunas de esas muertes”.
Las tasas de vacunación en los hogares de ancianos han estado disminuyendo durante meses. Los refuerzos bivalentes, diseñados para proteger contra las variantes de ómicron y las cepas anteriores, han estado disponibles desde el otoño, pero el porcentaje de residentes que están al día con las vacunas ha aumentado solo 11 puntos porcentuales en todo el país, a un 51%, entre mediados de octubre del 2022 y mediados de enero del 2023.
Durante el mismo período, la tasa de trabajadores de hogares de ancianos que están al día con sus vacunas ha disminuido en 3 puntos porcentuales en todo el país, a un 22%.
Los residentes y los empleados se consideran “al día” una vez que han recibido el refuerzo bivalente, o si han completado su serie de vacunación primaria o han recibido otro refuerzo en los últimos dos meses.
“La tendencia de disminución en la vacunación de los empleados es particularmente preocupante”, dijo Jennifer Schrack, profesora adjunta de la División de Dpidemiología del Envejecimiento en la Facultad Bloomberg de Salud Pública de Johns Hopkins. “Las personas tienen fatiga por COVID-19. Quieren volver a la normalidad. Esto es irónico, ya que probablemente la vacunación sea la mejor manera de que volvamos a algún estado de normalidad”.
El análisis de AARP encontró una vez más una variación considerable entre las tasas de vacunación estatales. Arizona tenía la menor cantidad de residentes —solo el 32%— al día con las vacunas, mientras que Dakota del Sur tuvo la mayor cantidad, el 78%. California continuó liderando con la mayor cantidad de trabajadores al día en sus vacunas, sin embargo, menos de la mitad (44%) de todos los trabajadores lograron ese estatus. Tennessee tuvo el porcentaje más bajo de trabajadores al día, con tan solo el 10%.