Vida Sana
Mi hermana Samantha Ruiz y yo estábamos en un patio en Madeira, Portugal, tomando el té de la tarde y contemplando las olas del océano Atlántico. Era el primer día de las primeras vacaciones que tomábamos juntas en seis años. Es cierto que el trabajo, los hijos, las finanzas y una pandemia mundial nos habían dificultado viajar juntas. Sin embargo, el obstáculo principal era la responsabilidad de cuidar a nuestra madre, que padece demencia y la enfermedad de Parkinson en estado avanzado.
Al no contar prácticamente con el apoyo de familiares lejanos ni con los fondos necesarios para pagar la costosa atención nocturna (que cuesta unos $250 por noche), la idea de escapar a Madeira parecía un sueño inalcanzable. Sin embargo, el año pasado nos enteramos de que había subvenciones para el cuidado de relevo, y este enero recibimos una subvención de $4,000 de la Alzheimer's Association de Wisconsin.
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Nuestra madre, Beverly, que perdió a nuestro padre cuando estábamos en la escuela primaria, era la madre más fuerte, dedicada y comprensiva que un hijo podría tener. Merecía que la cuidaran en su hogar y vivir sus últimos años en la casa que ella y nuestro padre construyeron y a la que se mudaron pocos meses antes de que él muriera. No obstante, la cantidad de cuidado y atención que ella necesitaba era agotadora, emocionalmente extenuante e insostenible. Tanto Samantha como yo sufríamos un grave agotamiento como cuidadoras.
Durante tres años no hemos dejado de ocuparnos del cuidado diario de nuestra madre, que incluye cocinar, ayudarla a vestirse, administrar su medicación y llevarla a las citas. También la ayudamos a ducharse, cepillarse el cabello y, en los días malos, a comer, beber y lavarse los dientes. A medida que los síntomas de la demencia empeoran e incluyen delirios leves, dedicamos más tiempo a asegurarle que en la casa no hay nadie que quiera hacerle daño y a colgar toallas para cubrir ventanas, espejos y picaportes para que no la “espíen”. Hacemos todo esto además de trabajar a tiempo completo y criar a nuestros hijos.
Solicitud de una subvención
Al asistir a talleres y conferencias sin cargo de la Parkinson's Association y la Alzheimer's Association de Wisconsin, nos enteramos de la existencia de subvenciones otorgadas por medio de la Respite Care Association of Wisconsin (RCAW). Para recibir fondos, necesitábamos una carta de admisibilidad de la Alzheimer’s Association, que presentó formularios a la RCAW en nuestro nombre y nos ayudó a comprender el proceso para obtener la subvención. El año pasado recibimos una subvención de $900 de la RCAW. Este mes de enero, cuando me puse en contacto con la Alzheimer's Association para conseguir otra carta de admisibilidad, pregunté si ellos ofrecían sus propias subvenciones. Pues resulta que sí, pero como se agotan muy pronto, había que actuar con rapidez.
Alrededor de dos semanas después, la Alzheimer's Association nos ayudó a solicitar —y luego nos aprobó— una subvención de $4,000, que es la cantidad máxima que ofrecen. Como no podíamos recibir dos subvenciones al mismo tiempo, optamos por la de mayor cantidad que otorgaba la Alzheimer’s Association. La RCAW nos dijo que una vez que se agotara esa subvención, podríamos solicitar las de menor cantidad, que se ofrecen con mayor frecuencia.
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