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Cuidar de veteranos: una dura realidad para algunas familias

Para los que cuidan de veteranos, el servicio a sus seres queridos continúa mucho después de que termina una gira de servicio.


spinner image Las manos entrelazadas de una mujer y un hombre vestido en uniforme militar.
Danielle Del Plato

Cada año en el Día de los Veteranos, nuestra nación honra a las personas que han sacrificado y servido a nuestro país. Detrás de estos veteranos hay cuidadores familiares que reflexionan sobre un tipo de servicio muy diferente y que a menudo se sienten olvidados. La vida no ha avanzado ni se ha hecho más fácil para muchos de los cuidadores de veteranos militares de nuestra nación, quienes se merecen su propia versión de una insignia de combate, por trabajar en silencio, dejando de lado sus propias metas e incluso sus identidades, mucho después de que sus seres queridos hayan regresado a casa.

Nancy Treaster, de 63 años, una consultora certificada en el cuidado de personas de Johns Creek, Georgia, es cofundadora de "The Caregiver's Journey", un pódcast y sitio web que ofrece consejos prácticos a los cuidadores, especialmente sobre temas difíciles. "A menudo celebramos el orgullo que un veterano siente en relación con su servicio", dice Treaster. "Pero necesitamos esforzarnos más por ayudar al cónyuge cuidador a manejar los desafíos diarios, especialmente cuando se trata de recursos y apoyo".

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El envejecimiento y el desgaste físico de los cuidadores de veteranos

A medida que los militares se jubilan del servicio activo y hacen la transición a la vida civil, continúan dependiendo de las personas que los aman y, en casos de lesiones, de sus cuidados. Algunos de nuestros veteranos sufren de lesiones y condiciones que los perseguirán a ellos y a sus familias por el resto de sus vidas. Un estudio de Rand (en inglés) concluyó que, si bien algunos cónyuges están preparados para afrontar las heridas físicas y mentales de la guerra, se estima que el 80% de los veteranos necesitarán algún tipo de servicios y apoyo a largo plazo durante su vida. AARP informa que hay 6.5 millones de cuidadores de militares y veteranos en el país. Roxana Delgado, de 47 años, epidemióloga y profesora de la Facultad de Enfermería de UT Health, San Antonio, analiza los efectos a largo plazo en los cuidadores de veteranos. "Son geniales para obtener el cuidado médico que sus seres queridos necesitan, pero debemos prestar más atención a las pruebas de detección y al seguimiento de los propios cuidadores", dice ella.

Delgado ha visto de primera mano cómo el proceso de envejecimiento para los cuidadores es diferente que para otras poblaciones, ya que los efectos en el cuerpo de las demandas del cuidado físico y mental pueden acelerar o exacerbar ciertas condiciones de salud.

"Por ejemplo, vemos a personas de 50 años en la población general que desarrollan artritis, pero no es raro que un cuidador de 50 años necesite un reemplazo de cadera debido a levantar y agacharse todo el tiempo para cuidar a su hijo que fue herido en Fallujah, o que cuidadores desarrollen enfermedades crónicas relacionadas con la edad más temprano en la vida".

Los cónyuges cuidadores se esfuerzan constantemente por cuidar con dignidad y honor a sus parejas veteranas física o mentalmente lesionadas, sin embargo, la lesión cerebral traumática (TBI) y el trastorno de estrés postraumático (TEPT), heridas características de las guerras recientes, pueden llevar a cambios en el comportamiento, aumento de la ira y pensamientos suicidas. Los cónyuges y compañeros de los veteranos informan que estas lesiones no solo afectan a sus seres queridos, sino también a su matrimonio, y a menudo necesitan encontrar formas de proteger a otros miembros de la familia de los efectos emocionales negativos. La carga de este cuidado y protección puede ser abrumadora. No es inusual que los cónyuges de veteranos desarrollen lo que se conoce como trastorno de estrés postraumático secundario, debido a la tensión de cuidar y controlar los problemas y síntomas de salud mental (en inglés) de su pareja. 

En la salud y en la enfermedad

Mary Stone*, de 53 años, de Lexington, Kentucky, conoció a su esposo Steve cuando él era reservista del Ejército en 1995, después de que fuera desplegado al conflicto de la Operación Tormenta del Desierto. "En la salud y en la enfermedad", ella dice. "Me comprometí a eso, pero no sabía que iba a ser todo enfermedad, y cuando es mi enfermedad, es toda mía. Cuando se trata de las necesidades de alguien más, eso tiene que ser la prioridad. Es mi trabajo hacer que él se sienta mejor".

Steve fue llamado a servir después del 11 de Septiembre y desplegado en el 2005 a Irak, donde fue lesionado en la parte posterior del cuello por fragmentos de mortero y se le condicionó para que simplemente "lo ignorara".  Cuando volvió a casa en licencia militar, comenzó a tener problemas para dormir, experimentando dolores de cabeza y problemas de visión, fatiga, pérdida de peso y confusión. Con tres niños pequeños en casa, él continuó su trabajo como bombero, mientras Mary enseñaba en la escuela. Ella comenzó a notar cambios; él se enfurecía con los niños, y a veces lo encontraba escondido bajo las mantas hablando de "personas de negro".  Falló una prueba cognitiva y finalmente sus compañeros de trabajo le dijeron que tenía problemas de ira, lo que llevó a la pérdida de su trabajo.

"Con el tiempo, ya no podía más", dice Mary. "Nuestros hijos eran mayores y habían desarrollado muchos problemas: uso de drogas, autolesiones, intentos de suicidio. Los cambios de humor de Steve eran tan intensos que no podía contarle nada de esto. Mientras nuestro hijo estaba siendo arrestado en casa por consumo de drogas, él estaba en la sala cambiando de canal, totalmente desconectado. Steve no entendía qué estaba pasando".

“¿Cómo podemos brindar apoyo emocional a los cuidadores que lidian con trastornos cognitivos?”, Mary se pregunta. "No quiero que nadie me diga que me ponga la maldita máscara de oxígeno. Extraño la relación con la persona con la que me casé. Existe una línea muy fina entre expresar lo que necesito y trastocar el orden de las cosas, y tener que lidiar con las consecuencias de lo que necesito".

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 La imposibilidad de cuidarse a uno mismo

Katie Wilson*, de 50 años, de Richmond, Virginia, conoció a su esposo Bill* cuando ambos eran miembros del servicio militar. Él había sobrevivido a una lesión penetrante de metralla en el cráneo mientras estaba en Irak cuando comenzaron a salir, pero pensaba que estaba bien. Ella podía ver que Bill bebía más de lo que debía, experimentaba pesadillas y dejaba que las facturas se vencieran, pero estaba enamorada. Después de casarse y vivir juntos, se hizo evidente que él necesitaba más cuidado.

"Las personas no estaban preparadas para manejar lesiones cerebrales en el 2003", recuerda Katie. "Decidí no volver a alistarme en el Ejército para poder ayudarlo, y he dedicado mucho de nuestro matrimonio a concentrarme en él: citas, cuidados, manejo de su profunda depresión, cambios de humor erráticos, ira y tendencias suicidas".  Un estudio de AARP (en inglés) descubrió que el 49% de los cuidadores veteranos menores de 60 años pasan más de 20 horas brindando cuidados cada semana.

“Sabía que no podía ser su esposa y su madre, y estaba planeando divorciarme de él cuando él aceptó dejar el alcohol, tomar un estabilizador del estado de ánimo y dejar que me hiciera cargo de las finanzas debido a sus gastos imprudentes”, explica Katie. “Pero una vez que desapareció parte de la presión que sentía, me di cuenta de que yo no estaba bien. Estaba agotada y funcionaba gracias a la compartimentación y disociación; estaba en un estado de alerta constante ante la posibilidad de que pasara algo. La policía ha acudido a nuestra casa más de una vez por arrebatos violentos”.

En un momento, Bill le puso una pistola en la cabeza; en otra ocasión, le quitó el teléfono, la encerró en el sótano y envió mensajes horribles a través de su cuenta de redes sociales. "La violencia interpersonal en situaciones de cuidado es algo de lo que no hablamos", dice Katie. "Sufro trauma crónico por estar siempre en tensión, siempre preocupada de que, si no hago lo correcto, él estallará. Y si no estoy súper alerta, él se suicidará. El riesgo de Bill de tener demencia temprana debido a una lesión me preocupa todo el tiempo. Es la ansiedad sobre el futuro; ¿qué podemos hacer y qué vamos a hacer?".

Bill y Katie han intentado la terapia de pareja sin mucho éxito. Katie renunció recientemente a su trabajo para darse el espacio para invertir en su propio bienestar. "Necesito dedicar tiempo a mí misma primero", dice, "y luego tal vez la terapia de pareja sería más productiva. Con suficiente terapia, espero poder dejar ir algo de la ira y el dolor por lo que podría haber sido mi vida".

 Trauma duradero

Meghan Riordan Jarvis, de 50 años, es una terapeuta de trauma que se especializa en pérdida y duelo. Ella reitera la soledad y el aislamiento que experimenta el cuidador. "La recuperación de un trauma depende de que el trauma termine", explica ella. "Pero para el cuidador de un veterano, el servicio no termina cuando concluye la gira de servicio".

"Hablar de lo difícil que es la experiencia de ser cuidador con el tiempo puede sentirse como una traición para los cónyuges", agrega Jarvis. "Y existe una tendencia desafortunada en nuestra sociedad de pensar: 'Te casaste con un militar, ¿qué esperabas?'. Nadie es completamente honesto sobre lo que implican estas situaciones de cuidado y en lo que pueden convertirse".  

Soledad y falta de intimidad

A principios de la guerra en Irak, Jack Swanson*, estuvo expuesto a múltiples explosiones, y como era costumbre en ese momento, le dijeron que siguiera adelante. Después de una lesión de espalda, regresó a su casa en San Diego con su esposa, Ashley*, ahora de 51 años, y se jubiló del Cuerpo de Infantería de Marina. Fue diagnosticado con TEPT poco después y comenzó a tener problemas en el trabajo. En el 2009, sufrió un colapso y Ashley lo llevó a la sala de emergencias, mientras sus hijos estaban en una fiesta de cumpleaños.

"Se pasaron por alto tantas cosas sobre sus problemas médicos, y no fue hasta que miraron su historial médico completo que comenzamos a entender el impacto de la guerra", explica Ashley. Cuando los médicos realizaron una complicada cirugía de resección cerebral para detener las 24 convulsiones complejas que Jack experimentaba cada día, quedaron devastados cuando no funcionó. "Durante un año después, Jack experimentó un estado de psicosis, sin reconocerme ni confiar en mí, y nadie pudo ayudar. Ningún médico reconocía lo que él estaba experimentando", recuerda Ashley.

Después de que la cirugía fracasó, Ashley describe haber tenido "un colapso mental total".  Nadie en su vida sabía qué decir o cómo ayudar. "Había llamado por todo el país para obtener información y me dijeron que su caso era demasiado grave o no lo suficientemente grave. Él quedaba justo en el medio porque todavía podía caminar y hablar y se considera que tiene una discapacidad cognitiva de moderada a severa".

Ashley dice que como madre y cuidadora, no se está recuperando. "Antes podía hacer esto, solía ser más resistente. No sé si es la menopausia, el envejecimiento, la depresión, o simplemente he estado haciendo esto durante tanto tiempo, que ya no sé qué esperar día tras día".

Ashley sabe que podría divorciarse de Jack y darles más a sus hijos, y a ella misma, pero ha decidido permanecer en el matrimonio. Una cosa que ella sigue extrañando: la intimidad que una vez compartieron. "Es muy difícil desconectarse del cuidado", admite. "Constantemente estás manipulando tu mente, convenciéndote de que está bien tener una relación sexual con esta persona cuyas sábanas empapadas de orina acabas de lavar después de su convulsión. Es un tipo diferente de amor. Muchas veces, pienso que todavía soy joven y vibrante, que merezco más, pero no puedo. Estoy atada, y amo a mi esposo".  

Este Día de los Veteranos, cuando agradezcas a un veterano por su servicio, asegúrate de dirigirte a su cuidador y agradecerle también. Y si conoces al cuidador de un veterano, recuerda tomarte el tiempo para preguntarle cómo está. Podría ser justo lo que necesita para sobrellevar el día.

 

Recursos y apoyo

(enlaces en inglés)

Amy Goyer es una experta de AARP en asuntos de la familia y la prestación de cuidados, y cuidó de su abuelo, C.V. Goyer, un veterano de la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial y la guerra de Corea, y de su padre, Robert Goyer, un veterano de la Segunda Guerra Mundial y la guerra de Corea. "He visto que los recursos y apoyos para los cuidadores familiares de veteranos han aumentado significativamente desde que cuidé a mi abuelo en los años 80", comparte Goyer. "Pero aún no hay suficiente reconocimiento o apoyo de salud mental para los desafíos únicos y a largo plazo que enfrentan los cuidadores de militares y veteranos. Necesitan más ayuda con las tareas diarias de cuidado también para que puedan cuidarse a sí mismos". Goyer dice que el programa de apoyo a cuidadores del VA ahora ofrece dos programas clave:

  • El Programa de servicios generales de apoyo al cuidador (PGSS) (en inglés) es para todos los cuidadores que asisten a veteranos de cualquier época inscritos en el sistema de atención médica del VA. “La reciente expansión de la Ley PACT —una de las mayores expansiones de beneficios en la historia del VA— significa que ahora más veteranos reúnen los requisitos para la atención médica del VA y el apoyo de cuidado que conlleva”, dice Goyer.
  • El Programa de asistencia integral para cuidadores familiares (PCAFC) ofrece más apoyo que el PGSS, incluyendo ayuda con educación y capacitación, seguro médico (si el cuidador no tiene seguro), asesoramiento sobre salud mental, un estipendio financiero mensual, atención de relevo y otros servicios. Pero tiene requisitos de participación más estrictos para los veteranos.

 "Recientemente escribí una versión actualizada de la Guía para el cuidado de militares, de AARP", explica Goyer. "Y espero que este recurso y el gran número de otros recursos de AARP para veteranos y sus cuidadores faciliten la navegación de los apoyos".

 *Se han cambiado los nombres por motivos de privacidad

 

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