Vida Sana
“No quiero que mi madre muera”, dijo Valerie, mi clienta de psicoterapia de 62 años, “pero, cuando eso suceda, espero poder finalmente retomar mi vida donde la dejé”.
Había puesto en suspenso su trabajo y su vida social durante cuatro años para cuidar de su madre, que se estaba debilitando gradualmente a causa de la demencia. A medida que su madre entró en las últimas etapas de la enfermedad, Valerie comenzó a permitirse pensar en reanudar su vida anterior, incluso viajar con sus amigos íntimos y pedirle a su antiguo jefe en una empresa de servicios financieros que le devolviera su trabajo administrativo. Ella imaginaba que estaba llegando al final de un largo viaje a la lejana tierra de los cuidados y que pronto regresaría a casa.
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Pero después de la muerte de su madre, esa “casa” ya no le pareció tan atrayente y Valerie no volvió a ser la antigua Valerie. Aunque había dado por hecho que cuidar de un ser querido era solo un desvío temporal de su “vida real”, resultó ser una transformación. Sus actividades favoritas e incluso su antigua identidad ahora le parecían extrañas. Hizo un viaje de fin de semana con sus amigos, pero observó que ellos se quejaban de muchas cosas, como la calidad de las comidas y el alojamiento, cosas que a ella ya no le importaban mucho. Su jefe le ofreció volver a contratarla, pero se dio cuenta de que completar formularios en una computadora todo el día no sería una actividad enriquecedora. Ella lo rechazó cortésmente y comenzó a pensar en cuál sería el mejor trabajo para ella ahora.
Muchos cuidadores, abrumados por las responsabilidades y las preocupaciones del cuidado diario, sueñan como Valerie con regresar a su vida anterior y reanudar antiguas relaciones y actividades importantes. En algunos casos, es así. Después de un período de duelo por perder a su ser querido, reanudan sus vidas antiguas sin pensarlo dos veces. Para otros muchos, ese sueño anterior ahora parece extraño y equivocado. Ven el mundo de manera diferente. Su percepción sobre ellos mismos ha cambiado.
Puede ser inquietante para los cuidadores pensar que el cuidado —especialmente cuando se prolonga durante años— podría cambiarlos. Se han comprometido a hacer el bien, no necesariamente a transformarse a sí mismos. Sin embargo, con frecuencia el cambio es inevitable e ineludible. ¿Cómo pueden los cuidadores prepararse para prever y manejar los cambios que están por llegar? Aquí ofrecemos algunas sugerencias:
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