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A paso lento inicia la campaña nacional de vacunación en hogares de ancianos

Se ha administrado menos de la cuarta parte de las dosis distribuidas por el programa federal.


spinner image Un farmacéutico de CVS administra la vacuna Pfizer / BioNTech COVID-19 a un residente de la comunidad de ancianos de Emerald Court en Anaheim, California.
MediaNews Group/Orange County Register via Getty Images

Cuando los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomendaron el mes pasado que los residentes y empleados de los centros de cuidados a largo plazo estuvieran entre los primeros en recibir las vacunas contra la COVID-19, Sondra Norder sintió un gran alivio.

Entre los dos centros que tiene a su cargo, la presidenta y directora ejecutiva de St. Paul Elder Services, en Wisconsin, ha visto a 100 residentes contagiarse de COVID-19 en el transcurso de la pandemia. Veintiocho de ellos han fallecido.

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"El trauma que hemos vivido, el aislamiento que hemos tenido, las presiones físicas y mentales de los últimos 10 meses... hemos sufrido un impacto desproporcionado”, dice Norder. “No creo que nadie merezca más que nosotros recibir esta vacuna lo antes posible, para que podamos empezar a sanar".

Los fallecimientos por COVID-19 en los centros de cuidados a largo plazo representan el 37% de todas las muertes por el virus en la nación; es decir, unas 133,000 muertes. Es por esto que casi todos los estados, siguiendo las pautas de los CDC, han priorizado la vacunación de los residentes y empleados de dichos centros.

Sin embargo, la labor de administrar las inyecciones de la vacuna no se está logrando con la rapidez ni con la facilidad previstas. Hasta la fecha, poco más de 950,000 residentes y empleados de centros de cuidados a largo plazo han recibido la primera de las dos inyecciones necesarias, de acuerdo con los CDC.

Los vacunados probablemente son en su mayoría residentes y empleados de hogares de ancianos, ya que los estados, por lo general, han priorizado dichos hogares frente a los centros de vida asistida y otros centros de cuidados a largo plazo. Sin embargo, con unos 2.3 millones de residentes y empleados a tiempo completo en los hogares de ancianos, tal parece que menos de la mitad de estos grupos han recibido la primera dosis de la vacuna.

Y si bien se han distribuido más de 4 millones de dosis para todos los centros de cuidados a largo plazo, apenas se ha administrado el 22% de estas dosis.

El programa federal encargado de vacunar a la inmensa mayoría de los residentes y empleados de los centros de cuidados a largo plazo en Estados Unidos se ha visto complicado por dificultades logísticas y errores de comunicación. La reticencia a la vacunación entre los empleados ha resultado ser un gran problema. Por otra parte, ante los informes de que los efectos secundarios son más fuertes después de la segunda dosis que después de la primera, existe la preocupación de que se registre una escasez de personal justamente cuando más se necesite contar con tales recursos.

A estos motivos de preocupación se suma el alto nivel de propagación comunitaria, con más de 250,000 nuevos casos y unas 4,000 muertes (o más) en fechas recientes en Estados Unidos, cifras sin precedentes desde inicios de la pandemia. Con el aumento de la propagación comunitaria, los hogares de ancianos sufrirán más brotes.

"Si bien hay luz al final del túnel" gracias a las vacunas, según afirma Norder, "las luces para nosotros siguen siendo rojas e intermitentes".

A paso lento, para empezar

A diferencia de la administración de la mayoría de las vacunas contra la COVID-19, que el Gobierno federal ha delegado a los estados, las autoridades federales dirigen las labores de vacunación en los hogares de ancianos. Por medio de su programa Pharmacy Partnership for Long-Term Care, el Gobierno ha contratado a CVS, Walgreens y otras farmacias en ciertos estados para surtir y administrar las vacunas en los propios centros de cuidados a largo plazo, sin costo para los residentes y empleados de estos centros.

El Gobierno indica que el 99% de los aproximadamente 15,600 hogares de ancianos en el país se han inscrito en el programa. En 20 estados se han inscrito todos y cada uno de dichos hogares. CVS se ha asociado con más de 40,000 centros —entre los que figuran hogares de ancianos, centros de vida asistida y otros centros de cuidados a largo plazo— para vacunar a hasta 4 millones de residentes y empleados. Walgreens se ha asociado con unos 35,000 centros para vacunar a hasta otros 3 millones de personas.

"Es posible que todos los pacientes de los hogares de ancianos en Estados Unidos estén vacunados antes de la Navidad", dijo Alex Azar, secretario de Salud y Servicios Humanos (HHS), cuando hablaba del programa.

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Sin embargo, al 11 de enero, solo 937,028 residentes y empleados de centros de cuidados a largo plazo habían recibido la primera dosis de una vacuna contra la COVID-19 por medio del programa, de acuerdo con el COVID Data Tracker (enlace en inglés) de los CDC. Si bien estas cifras probablemente son inferiores a las cifras reales a causa de rezagos en la transmisión de datos, es obvio que la colaboración dirigida por el Gobierno federal se ha quedado muy lejos de lograr sus metas iniciales.

Mientras tanto, Virginia Occidental —que optó por no participar en el programa federal, y utilizó en cambio las farmacias locales para administrar las vacunas— logró el 30 de diciembre convertirse en el primer estado del país en terminar la primera ronda de la vacunación en centros de cuidados a largo plazo.

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"Es algo maravilloso, y lo hemos logrado mucho antes que cualquier otro estado del país”, expresó Jim Justice, gobernador de Virginia Occidental, en rueda de prensa en el mes de diciembre, al anunciar que se terminaría de administrar la primera dosis de la vacuna en cada uno de los 214 centros de cuidados a largo plazo antes del nuevo año. "Es decir, habremos administrado la vacuna en el 100% de los centros de cuidados a largo plazo en nuestro estado, incluso antes de que se hayan iniciado estas labores en algunos otros estados".

Incluso en Virginia Occidental, solo aproximadamente el 55% de los empleados de hogares de ancianos aceptaron recibir la vacuna. Así lo afirmó Martin Wright, quien dirige la West Virginia Health Care Association, según lo informado por Associated Press (enlace en inglés).

"Sabemos que la situación debería estar mejor"

Gustave F. Perna, general del Ejército estadounidense y director de operaciones de Operation Warp Speed, el programa federal encargado de desarrollar y distribuir las vacunas contra la COVID-19, ha dicho que la lentitud de las labores de vacunación en centros de cuidados a largo plazo se debe a diversos factores, entre ellos las fiestas de fin de año, fuertes tormentas de nieve y la necesidad de que los profesionales se familiarizaran con el almacenamiento en cadena de frío y la administración de la vacuna.

Moncef Slaoui, asesor científico de Operation Warp Speed, dijo a fines de diciembre: “Sabemos que la situación debería estar mejor, y estamos trabajando arduamente para mejorarla”.

Por otra parte, se pueden presentar retrasos en las labores de vacunación en hogares de ancianos si los residentes padecen enfermedades que les imposibilitan dar su consentimiento por cuenta propia. “Estamos trabajando para organizar discusiones con la dirigencia de CVS y Walgreens, así como los gobernadores estatales, para asegurarnos de que exista mucha claridad con respecto a ese proceso”, dijo Azar.

Estas gestiones se dan luego de un caso de mala comunicación entre el Gobierno y CVS a mediados de diciembre. Según explicó Azar, CVS entendió, por error, que el Gobierno había pedido que las farmacias esperaran hasta el 21 de diciembre antes de iniciar la vacunación en centros de cuidados a largo plazo.

CVS y Walgreens (enlaces en inglés) anunciaron recientemente que prevén terminar de administrar la primera dosis a más tardar el 25 de enero en los centros de enfermería especializada con los que se han asociado. Y Perna expresó su confianza en que el programa ya muestra un "impulso positivo", ya que el número de clínicas, principalmente en hogares de ancianos, ha ascendido a 4,000 por semana a nivel nacional.

Sin embargo, otras personas —entre ellas Mike Wasserman, expresidente de la California Association of Long Term Care Medicine, que representa a médicos, enfermeros, farmacéuticos y otros del sector de cuidados a largo plazo— no están convencidas.

"Primero nos dijeron que todos los centros contarán con [equipos de protección personal]. Eso aún no es cierto", dijo Wasserman. "Luego, nos dijeron que todos los hogares de ancianos contarán con aparatos para la aplicación de pruebas. Muchos de estos aparatos siguen almacenados en centros donde nadie sabe usarlos correctamente. Ahora nos dijeron que todos los residentes de los hogares de ancianos recibirán la vacuna antes de la Navidad. Ese día ya pasó, y apenas estamos comenzando".

Todavía no se sabe cuándo se terminará de administrar la primera dosis en los centros de vida asistida y otros centros de cuidados a largo plazo que participan en el programa federal.

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Escepticismo de los empleados con respecto a la vacunación

La reticencia a la vacunación, sobre todo entre los empleados de centros de cuidados a largo plazo, es otro obstáculo importante. En Ohio, que figura entre los pocos estados donde se empezó a vacunar a los residentes y empleados de hogares de ancianos antes del 21 de diciembre, aproximadamente el 60% de los empleados de dichos hogares han optado por no recibir la vacuna contra la COVID-19 —según señaló el gobernador Mike DeWine a fines de diciembre—, mientras que aproximadamente el 80% de los residentes han aceptado recibirla.

Richard Feifer, jefe de asuntos médicos en Genesis HealthCare, empresa que tiene a su cargo 325 centros de enfermería especializada y vida asistida ubicados en 24 estados, ha notado una tendencia similar. “Una proporción muy, muy alta de los residentes aceptan la vacuna, y las decisiones que ellos toman —o que toman quienes son responsables de decidir por ellos en temas de salud— son generalmente favorables”, dice Feifer. "El grado de aceptación entre los empleados varía. (...) La gente tiene dudas sobre la vacuna. No todas las personas que tienen derecho a recibir la vacuna son expertos en temas de atención médica".

Los empleados se preocupan por los efectos secundarios, según se reveló en una encuesta a empleados de centros de cuidados a largo plazo (enlace en inglés) realizada por funcionarios de salud pública e Indiana University. Entre el 55% de los empleados en Indiana que indicaron que optarían por no recibir la vacuna, el 70% de ellos atribuyeron su rechazo principalmente a los posibles efectos secundarios.

Si los empleados son pagados por hora, sin derecho a licencia ni otras prestaciones en caso de enfermedad, difícilmente pueden sobrellevar las consecuencias económicas de enfermarse a causa de los efectos secundarios. Los asistentes de enfermería certificados, que representan la inmensa mayoría de quienes prestan cuidados en los hogares de ancianos, ganan en promedio menos de $15 por hora. Para muchos de ellos, su principal prioridad es llegar al trabajo.

Genesis ha lanzado campañas con mensajes informativos destinados a los empleados y residentes y sus familias sobre la elaboración de las vacunas contra la COVID-19, la autorización para su uso y los datos sobre su inocuidad y eficacia. Feifer espera que sus campañas en redes sociales, las respuestas ofrecidas por médicos para aclarar dudas sobre el tema y los videos en que se ve a los dirigentes de Genesis recibiendo la vacuna "los convenzan de lo que creemos: que es muy, muy importante aceptar la vacuna".

St. Paul Elder Services está realizando actividades similares, según afirma Norder, organizando charlas virtuales con su director de asuntos médicos y divulgando experiencias de otros centros cercanos donde se han ofrecido clínicas de vacunación. "Al compartir estos conocimientos con todos, podemos desmentir poco a poco algunos de esos mitos acerca de las vacunas", dice Norder.

En la primera clínica de vacunación ofrecida en St. Paul Elder Services, el 86% de los residentes recibieron las dosis que se les ofrecían. En cambio, solo el 66% de los empleados las recibieron.

Uno, dos, tres... ¿y luego?

También existen temores de que se les acabe el tiempo a estos centros. Las farmacias que participan en el programa federal han sido contratadas para realizar tres clínicas en los propios centros de cuidados a largo plazo. Si los residentes o empleados no reciben la primera dosis en la primera o segunda clínica ofrecida en el centro, es posible que pierdan la oportunidad de vacunarse por medio del programa.

Por otra parte, si se administra la segunda dosis de la vacuna a demasiados empleados al mismo tiempo, se podría producir una escasez de personal. En los ensayos de las vacunas de Pfizer y Moderna, los participantes dijeron experimentar efectos secundarios más graves —principalmente fatiga, dolor de cabeza, dolores musculares y en las articulaciones, y posiblemente algo de fiebre— después de la segunda dosis. Esta situación podría llevar a que muchos empleados se reporten enfermos al mismo tiempo, lo que dificultaría las labores de atención a los residentes. Casi el 30% de los hogares de ancianos a nivel nacional han informado de una escasez de personal en fechas recientes.

Deborah Veit, directora ejecutiva de Oak Meadows, un centro sin fines de lucro en Minnesota que presta servicios de vida independiente, vida asistida y cuidados para la memoria, colaboró con Walgreens para poder ofrecer consultas adicionales, con intervalos de separación entre las vacunas administradas a los empleados. "La escasez de personal es algo que no podremos sobrellevar", dice Veit.

Wasserman dice que se necesita más flexibilidad en el programa federal (él forma parte del consejo directivo de Wish of a Lifetime, filial benéfica de AARP). "En lugar de utilizar un esquema rígido y único para todo el mundo", Wasserman dice que preferiría "un plan más flexible que permita que los centros administren sus propias vacunas en el transcurso de una semana".

En Genesis, muy pocos empleados han sufrido efectos secundarios después de recibir la primera dosis. Pero Feifer, el director de asuntos médicos, se preocupa por lo que pasará después de las tres consultas farmacéuticas. "Habrá todavía pacientes que posteriormente necesiten la vacuna, y empleados nuevos que también la requieran", dice Feifer, "así que la protección de los hogares de ancianos, aun después de las tres consultas, sigue siendo un asunto complicado".

Otro tema complicado es la posibilidad de vacunar a todos los residentes y empleados de los hogares de ancianos para fines de febrero.

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