Vida Sana
| Según la American Heart Association (en inglés), este año en Estados Unidos más de un millón de personas tendrán un ataque al corazón que causará la muerte de cerca de 150,000 de ellas. En realidad, más de la mitad de las personas que tienen un ataque al corazón no reconocen sus síntomas. Según la cardióloga clínica Malissa Wood, profesora adjunta de medicina en la Facultad de Medicina de Harvard, “Las personas tienen la idea de que el ataque al corazón es como una escena de Hollywood, en la que un hombre se aprieta el pecho con una sensación de que un globo está por estallar. Por eso, cuando no tienen ese síntoma clásico que han visto o escuchado, creen que se trata de otra cosa”.
Wood admite que la información médica que describe los síntomas indicativos del ataque cardíaco puede ser contradictoria, y que la combinación de información errónea y la negación rotunda complica las cosas. Señala que "Básicamente, si sientes algo que no has sentido antes en la espalda, el pecho, la mandíbula o los dientes, deberías hacerte examinar. La manera de saberlo es reconocer si lo que sientes ahora es algo que no has sentido antes". Este consejo también se dirige a las personas que ya han tenido problemas cardíacos. “La única constante en la descripción que dan los pacientes es que el síntoma que tuvieron [la segunda o tercera vez] fue muy diferente al que habían sentido antes. Además, no siempre se trata de dolor. A veces es solo una leve molestia o un malestar”.
¡ÚLTIMA OPORTUNIDAD! - Únete a AARP a precios del 2024; las tarifas aumentan en el 2025.
Obtén acceso inmediato a productos exclusivos para socios y cientos de descuentos, una segunda membresía gratis y una suscripción a AARP The Magazine.
Únete a AARP
Según Wood, la conclusión más simple es pensar en los síntomas de esta manera: “Si tienes que buscar ‘dolor de pecho’ o ‘molestia en el pecho’ en Google, es probable que primero debas llamar al 911”.
A continuación, cinco sobrevivientes de ataques cardíacos comparten sus diversas experiencias y lo que desearían haber reconocido antes.
Bill Schaffer, 60 años, Mantua, Nueva Jersey
Bill Schaffer acepta que tendría que haberse dado cuenta. El dolor punzante en el centro de la espalda cada vez que subía o bajaba las escaleras. El malestar abdominal. La sensación de que dos dedos le exprimían el corazón con cada latido. Después de todo, es un técnico en emergencias médicas (EMT) jubilado. Veía personas que sufrían ataques cardíacos casi todos los días. Conocía los síntomas, cómo se veían y cómo los describían sus pacientes. Sin embargo, cuando él comenzó a sentir las mismas sensaciones, le dijo a su esposa que debía hacer una cita para ver al quiropráctico.
Era el verano del 2016, y Schaffer acababa de cumplir 57 años. Afuera hacía calor y había mucha humedad. Cada día el dolor de espalda aumentaba siempre que subía o bajaba las escaleras. El sábado 27 de agosto lo visitaron sus primos. Pasaron el día juntos y luego cenaron. Schaffer recuerda que “Me empecé a sentir un poco raro antes de comer”; sudoroso sin sudar, febril sin fiebre. Luego sintió un poco de indigestión durante la cena. Sin preocuparse aún, se sentó en el sillón a conversar con su primo. Cuenta que “El dolor empezó a aumentar”. Ya no sentía que se le exprimía el corazón, sino que ahora se aplastaba. “El dolor subió al hombro y a los brazos, y luego a la mandíbula.
Fue entonces cuando até cabos y me di cuenta de que estaba teniendo un ataque al corazón”.
Schaffer padecía de presión arterial alta incluso con los medicamentos para controlarla; no era tan “terrible” como en algunas de las personas cuya vida salvó (o no pudo salvar), pero era más alta de lo normal. Aun así, ni él ni su médico estaban alarmados. Schaffer era muy estricto con sus medicamentos y su visita al cardiólogo cada seis meses. “Estaba haciendo lo que debía hacer”.
Pero los resultados de Schaffer no contaban toda la historia. Como era director del departamento de EMT, estaba de guardia las veinticuatro horas, a veces en circunstancias terribles. En su ciudad, que era un suburbio al oeste de Nueva York, respondió a ataques terroristas, tiroteos masivos y los huracanes Sandy, Floyd e Irene. “Tenía un trabajo sumamente estresante”, indica Schaffer. Casi no tenía tiempo para comer, por lo que el almuerzo significaba algo rápido y poco saludable, como una hamburguesa o trozos de pollo empanados. “Mis hábitos alimentarios eran pésimos”.
Cuando Schaffer se dio cuenta de lo que estaba sucediendo esa noche de verano, le pidió a su esposa que llamara al 911. Sin embargo, no quería parecer enfermo ante sus colegas que podrían responder a la emergencia. “Quería salir a esperar al EMT para que no tuviera que subir las escaleras, pero tenía tanto dolor que tuve que acostarme en el suelo”. El primo de Schaffer lo ayudó a bajar las escaleras. Cuando llegaron los paramédicos, lo conectaron a una máquina de electrocardiogramas y le dijeron “Oye, Bill, estás teniendo un ataque al corazón. Relájate”.
Desde entonces, Schaffer se sometió a una operación a corazón abierto, y señala que tiene muy en claro que debe bajar la presión arterial, revisarla con frecuencia en su hogar y no dejar de tomar los nuevos medicamentos que el médico le recetó. Dice que “Ahora la presión arterial está muy bien”, y agrega que está mucho más baja de lo que alguna vez consideró segura, y que se siente mucho más tranquilo al consultar con el médico cuando nota cambios o siente algo fuera de lo normal.
También te puede interesar
Lo que debes saber sobre tu presión arterial
Las revisiones médicas, cambiar tu estilo de vida y los medicamentos pueden mantenerla bajo control.Estudio encuentra un vínculo entre los sofocos y los problemas cardíacos
Los resultados sugieren que se necesita un llamado a la acción para las mujeres entre los 40 y 50 años.5 riesgos poco conocidos de ataques cardíacos
Estos factores, desde el nuevo CHIP hasta la gripe, pueden ser peligrosos.