Vida Sana
| Los salones de belleza, los restaurantes y los negocios minoristas están empezando el proceso de reapertura en las comunidades de todo el país. Y este verano muchas piscinas harán lo mismo, siguiendo las pautas establecidas por las autoridades de salud estatales y locales. ¿Pero es seguro ir a nadar cuando el coronavirus continúa propagándose en el país?
AARP les pidió su opinión a dos expertos en salud pública. Esto es lo que dijeron.
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Permanecer a 6 pies de distancia sigue siendo la clave
La piscina no es un riesgo de seguridad para los nadadores, ya que no existen pruebas de que el coronavirus pueda transmitirse a las personas a través del agua, dicen los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), especialmente ya que la mayoría de las piscinas contienen cloro y bromo, que matan los virus y las bacterias.
"Así que las personas no pueden contraer COVID-19 (la enfermedad causada por el coronavirus) al tragar agua; no pueden contraer COVID-19 al entrar en contacto con el agua que toque su nariz, sus labios o sus ojos, que son las vías normales de transmisión", explica el Dr. Boris Lushniak, decano de la Facultad de Salud Pública de University of Maryland y excirujano general en funciones y adjunto de Estados Unidos.
El mayor problema de seguridad es la capacidad de las personas de mantener al menos 6 pies de distancia entre sí, tanto dentro como fuera de la piscina. Esta distancia reduce la probabilidad de que las gotitas respiratorias que se producen cuando una persona infectada habla, tose o estornuda se propaguen a otras personas.
El distanciamiento físico no termina en el agua
Si estás sobre una superficie sólida esto puede ser tan fácil como apartar tu silla de la de persona que está a tu lado. Pero evitar a otras personas en el agua puede ser más complicado. "Sin duda, las personas que están dentro de la piscina y suben a la superficie para respirar se van a encontrar en proximidad de otras personas, y eso puede ser un problema", dice el Dr. Gonzalo Bearman, un epidemiólogo hospitalario y presidente de la división de enfermedades infecciosas de Virginia Commonwealth University (VCU) Health System.
Una solución posible: los operadores de las piscinas pueden fijar un límite al número de personas permitidas en las instalaciones. También pueden establecer turnos dentro del agua, por ejemplo, permitir que "las personas permanezcan en el agua durante 10 minutos, luego deben salir", sugiere Bearman.
Otra idea: en lugar de que las personas de una misma familia se dispersen por la piscina y hablen y jueguen con otras personas, los miembros de cada familia deben permanecer cerca unos de otros, deben nadar juntos y tomarse descansos juntos.
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