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Seguridad al utilizar el jacuzzi: riesgos y efectos secundarios que debes conocer

Desventajas de los jacuzzis que los adultos mayores deben tener en cuenta.


spinner image Vista de un jacuzzi y al fondo tres personas sentadas al borde de una piscina
GETTY IMAGES

Para muchos vacacionistas, relajarse significa disfrutar de un tranquilizante baño en un jacuzzi de un hotel, un complejo turístico o un alquiler vacacional. Sin embargo, antes de sumergirte, sobre todo si eres una persona mayor, ten en cuenta los posibles riesgos para la salud asociados al uso de un jacuzzi público.

Según un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) del 2015 al 2019, en ese período se confirmaron 208 brotes de enfermedades asociadas con "aguas recreativas tratadas", principalmente de piscinas, jacuzzis y parques acuáticos públicos. Estos brotes tuvieron como resultado 3,646 casos de enfermedad, 286 hospitalizaciones y 13 muertes. Aunque la mayoría de los brotes se produjeron en junio, julio o agosto, los expertos en salud creen que las cifras reales pueden ser significativamente más altas, ya que muchos casos no se reportan.

Los jacuzzis pueden ser motivo especial de preocupación para los turistas. Durante el período de cinco años del estudio, uno de cada tres brotes relacionados con el agua estuvo vinculado a un hotel o un centro turístico, según los CDC. De estos brotes, la mayoría estuvieron asociados a los jacuzzis (70%).

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Sigue leyendo para conocer las razones relacionadas con la salud por las que quizá deberías evitar los jacuzzis, especialmente si eres un adulto mayor.

¿Quién debe evitar los jacuzzis?

No es de extrañar que la temperatura corporal aumenta cuando se está en un jacuzzi. Sin embargo, el calor puede estresar el corazón de una persona con una enfermedad cardíaca. Normalmente, el cuerpo produce sudor para enfriarse, pero este proceso es menos eficaz en un jacuzzi, lo que facilita el sobrecalentamiento. Como resultado, los vasos sanguíneos se dilatan para intentar liberar el calor, lo que desvía la sangre del tronco y aumenta la frecuencia cardiaca.

Para aquellos con enfermedades del corazón, esto puede producir:

  • presión arterial baja (o, si padeces una enfermedad vascular, presión arterial alta)
  •  mareos
  • náuseas
  • ritmo cardíaco irregular
  • flujo sanguíneo deficiente
  • ataque cardíaco

Algunos medicamentos también pueden aumentar el riesgo de sufrir problemas de salud relacionados con el calor. Por ejemplo, los medicamentos para la presión arterial, como los betabloqueadores, pueden disminuir el ritmo cardíaco, lo cual afecta la capacidad del organismo para enfriarse. Además, los diuréticos pueden aumentar la excreción de sal y agua, lo que incrementa el riesgo de deshidratación y agotamiento por calor.

Además, las personas que padecen epilepsia o trastornos convulsivos deben utilizar siempre el jacuzzi en presencia de alguien de confianza que pueda ayudarlas en caso de emergencia. Se aconseja a las mujeres embarazadas que eviten los jacuzzis porque pueden dañar al feto, sobre todo durante el primer trimestre, según Cleveland Clinic (en inglés).

Peligros del consumo de alcohol y otras sustancias

El calor del jacuzzi dilata los vasos sanguíneos, lo que disminuye la presión arterial. Por ende, quienes ya tienen la presión arterial baja podrían sufrir un desmayo y terminar ahogándose. El consumo de bebidas alcohólicas mientras se usa el jacuzzi también puede sumarse a los efectos del calor y reducir la presión arterial, además de afectar la capacidad de juicio.

La sensación de mareo, combinada con superficies resbaladizas, puede provocar accidentes por resbalones o caídas, además de un mayor riesgo de ahogamiento si se agravan los problemas musculares, de movilidad o de equilibrio mientras se disfruta de un baño.

Según la recomendación de los CDC, la temperatura de los jacuzzis no debe exceder de 104 °F.

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Gérmenes comunes en los jacuzzis

Los CDC advierten que no se debe tragar el agua del jacuzzi ni permitir siquiera que entre a la boca. ¿Por qué? Porque los gérmenes presentes en el agua pueden causar enfermedades desagradables e incluso mortales.

Empecemos por el Cryptosporidium (o "cripto", en su forma abreviada): este parásito, que vive en las heces, puede provocar enfermedades gastrointestinales, entre ellas la diarrea. El cripto puede propagarse cuando una persona infectada usa un jacuzzi. Los adultos mayores, los niños pequeños, las mujeres embarazadas y las personas con el sistema inmunitario comprometido son particularmente susceptibles. Toda persona que tenga diarrea debe abstenerse de usar el jacuzzi para evitar la propagación del cripto.

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En los jacuzzis es aún más común la presencia de una bacteria llamada Legionella pneumophila, la cual puede causar la enfermedad del legionario, una infección pulmonar parecida a la neumonía que puede ser grave, sobre todo para las personas mayores de 50 años. Los síntomas de esta enfermedad incluyen:

  • tos
  • dificultad para respirar
  • fiebre
  • dolores musculares
  • dolores de cabeza

Tan solo en el 2018, los departamentos de salud pública informaron casi 10,000 casos de enfermedad del legionario. Sin embargo, debido a que muchos casos suelen quedar sin diagnóstico, se cree que la cifra real podría ser hasta 2.7 veces mayor que la registrada.

Cómo saber si el jacuzzi está en buenas condiciones de salubridad

Utiliza tus sentidos. Si el jacuzzi huele a cloro, eso no significa que esté limpio. Donde hay aguas tratadas —por ejemplo, en las piscinas o los parques acuáticos—, el olor a cloro se produce cuando el cloro se ha mezclado con un exceso de orina, sudor y otros contaminantes.

Las paredes del jacuzzi no deben sentirse pegajosas ni resbaladizas.

Asegúrate de escuchar las bombas y los sistemas de filtración para asegurarte de que funcionan.

Realiza tu propia inspección. Antes de entrar al agua, consulta la documentación de la más reciente inspección del jacuzzi, ya sea por internet o en un documento exhibido cerca del jacuzzi. Como alternativa, las tiras de prueba para verificar los niveles de cloro, bromo y pH se pueden comprar en ferreterías, tiendas de suministros para piscinas o minoristas similares. Sigue estas pautas:

  • Los jacuzzis deben tener un mínimo de 3 ppm (partes por millón) de cloro.
  • En el caso del bromo —una sustancia que sirve de alternativa al cloro—, el agua del jacuzzi debe tener al menos 4 ppm.
  • El nivel de pH determina la eficacia con la que se eliminan los gérmenes y debe estar entre 7.2 y 7.8.

Recuerda ducharte durante un minuto antes de entrar a un jacuzzi. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, al hacerlo se elimina alrededor del 70% de los contaminantes de la piel.

La misma bacteria (legionela) puede originar una infección más leve conocida como fiebre de Pontiac, que también causa fiebre y dolores musculares.

Las Pseudomonas son otras bacterias que suelen prosperar en aguas cálidas y que pueden sobrevivir y multiplicarse en la biopelícula de un jacuzzi. Pero en lugar de una infección respiratoria, este patógeno puede causar el llamado "sarpullido de jacuzzi". Esta infección de la piel puede afectar los folículos pilosos y provocar enrojecimiento, comezón y ampollas que contienen pus.

"Básicamente, el sarpullido sale donde la piel ha estado en contacto con el agua del jacuzzi, por lo que en muchos casos el sarpullido se presenta con una forma similar a la del traje de baño", señala Michele Hlavsa, directora del Programa de Natación Saludable de los CDC. "El traje de baño mantiene el agua en contacto con la piel".

Para reducir las probabilidades de que te salga este tipo de sarpullido, no olvides quitarte el traje de baño, lavarlo y bañarte con jabón después de usar el jacuzzi.

Posibles efectos secundarios de los jacuzzis

Además del riesgo de contraer la enfermedad del legionario o la fiebre de Pontiac por tragar agua contaminada, se corre un riesgo aún mayor por inhalar el rocío emitido por las aguas de un jacuzzi. Por lo tanto, si te sientas cerca de un jacuzzi sin siquiera entrar a él, aún corres el riesgo de enfermarte.

"Cuando se encienden los chorros del jacuzzi, el agua se nebuliza. En otras palabras, se convierte en rocío y se dispersa en el aire", explica Hlavsa. "Si esas gotitas de agua que se arrojan al aire contienen bacterias y una persona las inhala, puede infectarse".

La legionela prospera en el agua caliente, y cuando se reducen los niveles de cloro o bromo, puede sobrevivir y multiplicarse en la sustancia viscosa (llamada biopelícula) que aparece en las paredes de algunos jacuzzis. Se recomienda que si alguien que está dentro de un jacuzzi o cerca de él observa esta sustancia viscosa, tome precauciones.

Las personas de 50 años o más, quienes tienen el sistema inmunitario debilitado o aquellos que se identifican como exfumadores deben considerar no usar un jacuzzi o incluso sentarse cerca de uno, dicen los CDC. Como la cantidad de vapor de agua que se halla cerca de un jacuzzi puede variar, no hay una distancia única que se recomiende guardar para las personas que corren mayor riesgo de contraer la enfermedad del legionario. Sin embargo, Hlavsa aconseja guardar por lo menos varios pies de distancia.

¿Cuánto tiempo se puede permanecer en un jacuzzi sin peligro?

Por algo los jacuzzis cuentan con cronómetros. Cuando se apagan los chorros de agua, tú también deberías tomarte un descanso. Por lo general, el cronómetro que permite volver a encender los chorros se ubica en un lugar que requiere que el usuario salga del agua para reiniciarlo. Si ves que el tiempo se agotó, probablemente sea un buen momento para descansar del agua caliente. Eso es especialmente cierto para los adultos mayores, cuya capacidad de regular la temperatura corporal está disminuida por la edad.

Nota de redacción: este artículo, que originalmente fue publicado el 17 de junio del 2021, ha sido actualizado.

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