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Los jabones antibacterianos: ¿son necesarios?

Más que eso, podrían ser dañinos.


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istockphoto

Recientemente la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA) hizo noticia, al solicitar a los fabricantes de los populares jabones antibacterianos, que envíen pruebas científicas de que el uso de sus productos realmente evita que adquieras una infección o que su uso pueda evitar que le contagies una infección a otra persona.

Lo vemos o lo leemos en las propagandas de esos jabones líquidos para el cuerpo o en las barras de jabones sólidos de tocador antibacterianos, nos dicen que al mantener las superficies de nuestros baños, cocinas y cuerpo “libres de bacterias” vamos a lograr una protección extraordinaria.

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El asunto es que, como lo dice la FDA, no hay hasta ahora ninguna prueba científica que demuestre que eso sea cierto. No existen estudios independientes (no subsidiados por la industria de jabones) que hayan probado que las personas que usen esos productos sean más sanas por estar libres de infecciones.

La FDA ha determinado un período de seis meses, hasta julio del 2014, para que el público, la industria y todos los interesados hagan sus comentarios al respecto. Los fabricantes tienen hasta diciembre del 2014 para enviar los resultados de sus estudios. La FDA resolverá este asunto en septiembre del 2016.

Jabones antibacterianos vs. jabones comunes

Lo que debe quedar muy claro en esta controversia, es que de ningún modo se está cuestionando el lavado de manos, acción que es, de acuerdo a las autoridades de salud pública, el acto más importante que podemos hacer diariamente para protegernos de las enfermedades y que si todos lo practicáramos, podría evitar un millón de muertes al año. Lo que se está cuestionando es el uso de sustancias químicas como el triclosán (en inglés) en los jabones líquidos y el triclocarbán (en inglés) en los jabones sólidos, que serían innecesarias y hasta dañinas para la salud. Estas sustancias químicas han sido catalogadas como promotoras de la resistencia bacteriana y se ha demostrado en pruebas realizadas con animales, que interfieren con el delicado mecanismo hormonal reproductivo.

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Cómo lavarte las manos correctamente

Es muy importante entender que el lavado de manos con agua y jabón sin antibacterianos es suficiente para protegernos de las infecciones y que las bacterias (atrapadas en la suciedad y grasas naturales de la piel) son arrastradas fácilmente con el agua corriente y el jabón común.

La manera correcta de lavarse las manos es usando agua corriente (no es necesario que sea caliente), enjabonarse bien las manos, crear abundante espuma y frotarse vigorosamente por lo menos durante 20 segundos.

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¿Qué es la resistencia bacteriana?

Pero este asunto de los químicos en los jabones abre el importante capítulo de la resistencia bacteriana a los antibióticos.

A pesar de que el primer antibiótico, la penicilina, fue descubierto por el Dr. Alexander Fleming en 1928, este fue recién usado por primera vez en seres humanos en 1942. En esa época, su descubridor ya había advertido que la penicilina debía ser usada con mucho cuidado y solo por el tiempo y la dosis indicada, debido a que podía dejar de surtir efecto por la resistencia bacteriana. La resistencia bacteriana es el mecanismo por el cual las bacterias aprenden a “reconocer” los antibióticos y dejan de ser afectadas por ellos, por lo que las infecciones no pueden ser curadas.

Lamentablemente, con los años, las decenas de antibióticos que se han descubierto han sido mal usados y el principal problema que se tiene ahora es la resistencia bacteriana.

Al respecto, tanto el triclosan como el triclocarban han sido señalados como sustancias que propician la resistencia bacteriana. Otros culpables de ese fenómeno, que cobran miles de vidas al año en el mundo, son el abuso de antibióticos por parte de los médicos, la automedicación de los pacientes y el uso indiscriminado de antibióticos para engordar el ganado y los pollos.

Al respecto, la FDA ha encontrado que de los 30 antibióticos que se usan para engordar al ganado, 18 constituyen un riesgo para la salud humana porque propician el crecimiento de bacterias resistentes. Del mismo modo, un reciente estudio de la organización Consumer Reports ha encontrado que la mitad del pollo que se vende en los supermercados en Estados Unidos contiene bacterias resistentes a los antibióticos.

Sin duda que hace falta una regulación más estricta al respecto, algo que vaya más allá de solo pedir que la industria se abstenga de usar antibióticos en los animales de una manera voluntaria.

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