Vida Sana
| Aunque exista una vacuna efectiva para prevenirla, los CDC calculan que aproximadamente 862,000 personas en EE.UU. padecen de hepatitis B crónica a largo plazo, y todos los años esta infección produce miles de casos de insuficiencia hepática, cirrosis y cáncer de hígado.
Al principio, el virus comienza a atacar el hígado en forma silenciosa; por lo tanto, muchas personas no se dan cuenta de que están infectadas hasta décadas después, cuando el virus ya ha ocasionado daños considerables o ha causado cáncer de hígado, afirma el Dr. John Scott, especialista en enfermedades infecciosas y director de la Hepatitis and Liver Clinic en el Harborview Medical Center en Seattle. "Es un cáncer malo, puede ser muy agresivo", dice Scott.
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En EE.UU. hay unos 21,000 nuevos casos de infección de hepatitis B por año, principalmente en adultos que no se vacunaron, dicen los CDC. La infección, que se detecta con una simple prueba de sangre, se transmite a través de la transferencia de sangre, el semen u otro líquido corporal.
Aunque los niños generalmente reciben una vacuna contra la hepatitis B, la cual puede transmitirse de la madre al bebé cuando nace, solo se recomienda para ciertos grupos de adultos —incluidos los diabéticos— y solo el 16% de las personas en EE.UU. que tienen 50 años o más han recibido la vacuna.
Dado que los niños reciben la vacuna, es más frecuente que el virus se transmita a través del contacto sexual o al compartir jeringas u otros utensilios para inyectar drogas. La epidemia de los opioides ha causado un aumento en el número de casos.
¿Otro grupo de riesgo? Las personas con diabetes. Frente a otras personas, tienen el doble de probabilidad de contraer hepatitis B, dado que su equipo puede entrar en contacto con sangre infectada, o pueden contraer el virus a través de lesiones en la piel. El virus también puede transmitirse al reusar o compartir indebidamente equipos para el monitoreo de glucosa, especialmente entre las personas que viven en centros de cuidados a largo plazo.
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