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Bill Clinton explica por qué se convirtió en vegano

El cuadragésimo segundo presidente de Estados Unidos explica cómo podemos —y por nuestra salud debemos— aprender a disfrutar del consumo de vegetales, también.


spinner image Bill Clinton sonríe y apunta hacia la mesa con platos de vegetales.
Bill Clinton muestra orgullosamente un almuerzo íntegramente vegetariano que representa los alimentos que él consume y disfruta actualmente.
Ben Baker

Cuando Bill Clinton me invitó a almorzar en mayo, yo sabía que seguramente no iba a comer bagre frito ni costillas asadas. El expresidente es actualmente un devoto vegano, es decir que no consume carne, pescado ni productos lácteos y ha mantenido una forma de vida más saludable por más de tres años. A pesar de haber imaginado que el menú de nuestro almuerzo podría ser insulso, ese sería un precio más que razonable por un tiempo a solas con un líder mundial que de insulso no tiene nada.


De hecho, el Clinton en buena forma física, pulcro y bien vestido, que tuve la oportunidad de conocer muy bien durante más de dos décadas en las que cubrí su carrera, es una persona sociable y carismática. ¿Un menú insulso? Nada más alejado de la realidad.

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A medida que entramos a una habitación privada con vista al concurrido Rockefeller Center en Manhattan, quedo sorprendido por un abanico deslumbrante de una docena de platos deliciosos que incluían: coliflor al horno con tomates cherry, quínoa con especias y hierbas con cebollines, remolachas ralladas con vinagreta, humus con ajo con bastones de vegetales crudos, ensalada de judías verdes al estilo asiático, una variedad de frutos secos tostados, platos con rodajas de melón y fresas y deliciosos frijoles mezclados con cebollas en aceite de oliva extravirgen.

El banquete del almuerzo le da un nuevo significado al temido cliché "Come tus verduras". Y esto es exactamente lo que Clinton quiere, ya que está tomando la epidemia de obesidad en Estados Unidos con el mismo compromiso entusiasta que llevó a la presidencia.

Mientras miro embobado, él sonríe. "Esto luce muy bien, ¿no?" pregunta Clinton. Se ve muy bien. Nos sentamos y con mucho placer empezamos a pasarnos los platos. Su preferido fue la quínoa; a mí me encantó el coliflor al horno y las judías verdes; y a los dos nos gustaron los frijoles.

El camino hacia una dieta más saludable

A los 66 años, Bill Clinton todavía viaja y trabaja a un ritmo que agota a los empleados que son dos o tres décadas más jóvenes. No obstante, a pesar de lidiar con una enfermedad cardíaca y con las quejas típicas del envejecimiento, ha logrado cambiar su dieta drásticamente, perder más de 30 libras y mantener el peso. Si él puede hacer todo eso, quizá haya esperanzas para el resto de nosotros baby boomers —y para los estadounidenses de todas las edades— cuyos hábitos de alimentación y de ejercicio físico (y gastos médicos) preocupan seriamente.

Noté por primera vez un cambio en los hábitos de alimentación de Clinton cuando estuvimos en Ciudad del Cabo, Sudáfrica en julio del 2010. (He cubierto su extraordinaria carrera pospresidencial desde el 2005, entrevistándolo con frecuencia y viajando con él por África, Europa y Medio Oriente, como así también por Estados Unidos). Todos nos estamos preparando para empezar a comer una cena tentadora que un restaurante muy refinado del hotel envió a la habitación del expresidente. Sentado junto a él, observé su plato y no vi ningún filete, camarón, pescado ni pollo en el bufé; solo un poco de fideos lo mein con vegetales y una pila de brócoli.

"¿Eso es todo lo que va a comer?", le pregunté impulsivamente.

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"Así es", me respondió. "Dejé de comer carne, queso, leche, hasta pescado. Ningún producto lácteo". Sonrió y tiró de su cinturón. "Hasta el momento bajé más de 20 libras y espero llegar a 30 antes de la boda de Chelsea. Y ahora tengo mucha más energía. Me siento fantástico". (Él alcanzó su peso ideal a tiempo para la boda de su hija con Marc Mezvinsky el 31 de julio del 2010).

Clinton recuerda que tomó la decisión de cambiar una mañana de febrero del 2010 cuando se despertó sintiéndose cansado y con aspecto pálido. Su cardiólogo rápidamente lo internó en el New York-Presbyterian Hospital, donde fue sometido a una cirugía de emergencia para colocarle un par de stents. Una de sus venas colapsó, una complicación frecuente después de haberse sometido a una cirugía de cuatro bypass en el 2004.

En una conferencia de prensa posterior, Clinton recuerda, sus médicos trataron de "tranquilizar al público y explicar que yo no estaba al borde de la muerte, sino que se trataba de algo normal". Poco tiempo después, él recibió un "mordaz" mensaje de correo electrónico del Dr. Dean Ornish, el renombrado experto en dietas y enfermedades cardíacas.

"Sí, es normal," escribió Ornish, un viejo amigo, "porque los tontos como tú no se alimentan como deberían".

Animado a poner en práctica su decisión, Clinton empezó por leer nuevamente el Programa del Dr. Dean Ornish para revertir enfermedades cardíacas, que supone un régimen estricto, con bajo contenido graso, basado en vegetales y dos libros que eran incluso más estrictamente veganos: Prevent and Reverse Heart Disease, por el Dr. Caldwell Esselstyn, y The China Study, por el bioquímico de Cornell, el Dr. T. Colin Campbell. (Cuando sufrí un infarto a fines de noviembre del 2010, Clinton me envió los tres libros).

"Simplemente decidí que era una persona de alto riesgo y que ya no quería hacer más tonterías. Quería vivir para ser abuelo", dice Clinton. "Así que decidí elegir la dieta que consideré podía maximizar mis posibilidades de supervivencia a largo plazo".

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Pásame la quínoa
Mientras conversamos, Clinton disfruta de cada bocado y se sirve nuevamente quínoa y frijoles. Todavía tiene un gran apetito pero lo que le gusta comer es obviamente bueno para él.

Este giro de 180 grados de la noche a la mañana —motivado no solo por su propio deseo de vivir sino por los objetivos que ha establecido para su fundación— es una prueba de su disciplina. Preocupado por el incremento de las enfermedades relacionadas con la alimentación entre los estadounidenses de todas las edades, él y la Clinton Foundation están comprometidos con la promoción de estilos de vida más saludables, con efectos significativos sobre las finanzas de la nación, la calidad de vida e incluso el cambio climático, que se ve exacerbado por la producción de carne. "Quería hacerlo porque este trabajo relacionado con la salud y el bienestar que he estado haciendo es cada vez más importante para mí", afirma.

Para la mayoría de los estadounidenses de la generación de Clinton —especialmente aquellos como él que crecieron en lugares como Arkansas, donde la carne de cerdo asada y el bagre rebozado con harina de maíz dominan la cocina local— el recorte del consumo de carne, pescado y productos lácteos representa una privación muy radical. Pero Clinton se adaptó rápidamente. "En realidad lo que me resultó más difícil —más que dejar la carne de vaca, el pavo, el pollo y el pescado— fue dejar el yogur y el queso duro", afirma. "Me encantan esas cosas pero realmente marcaron una gran diferencia cuando tomé la decisión de abandonarlos".

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Ya no tiene antojo de filetes pero el pan es un potencial escollo. "Es necesario controlar los carbohidratos muy procesados", afirma. Cuando Caldwell Esselstyn vio una foto de él en internet, cenando un panecillo en un banquete, el reconocido médico le mandó un mensaje electrónico muy tajante: "Te recordaré una vez más que he tratado a muchos veganos por enfermedades cardíacas".

El menú diario de Clinton
Actualmente en la residencia de Clinton en el Chappaqua, Nueva York, el encargado Oscar Flores prepara comidas simples para Clinton y Hillary, quien prometió empezar a alimentarse de manera más saludable  luego de haber dejado de viajar por todo el mundo como secretaria de estado del presidente Obama.

Para Bill Clinton, el desayuno siempre es un batido de leche de almendras, mezclado con bayas frescas, proteínas no lácteas en polvo y un trozo de hielo. El almuerzo siempre es una combinación de ensalada verde y frijoles. Merienda frutos secos —"esas son grasas saludables"— o humus con verduras crudas, mientras que la cena siempre incluye quínoa, el súper cereal de origen incaico, o a veces una hamburguesa vegetariana.

El expresidente tiene un consejo para las personas que se tientan con alimentos con muchas calorías: "Pueden preparar un batido de coliflor en reemplazo del puré de papas y es fantástico". Una vez por semana aproximadamente, consume un salmón orgánico o un omelet hecho con huevos fortificados con omega 3 para mantener el hierro, zinc y la masa muscular.

Además de estos cambios alimenticios, Clinton camina dos o tres millas por día, al aire libre siempre que sea posible; también hace ejercicios con pesas y usa una pelota para hacer ejercicios de equilibrio. Y, por supuesto, sigue jugando al golf, siempre caminando por el campo sin usar un carrito.

Dondequiera que vaya, Clinton encuentra señales de que las alternativas vegetarianas y veganas están ganando cada vez mayor aceptación. Durante una reciente visita a Sudamérica, el presidente peruano y su esposa invitaron a Clinton a cenar. "Prepararon una comida íntegramente vegana para mí y ellos comieron lo mismo". Obviamente habían hecho su tarea: El protagonista principal, recuerda Clinton, fue este "increíble plato de quínoa".

Cuando terminamos nuestro almuerzo saludable, el nuevo modelo a imitar se sirve una fruta como postre. Y brinda algunos consejos prácticos para las personas que van y vienen con las dietas: Para alguien que quiere cambiar, afirma, "Yo llevaría un registro de todo lo que consumo diariamente: qué, cuándo y cuánto. Esto es algo fácil de hacer, simplemente hay que escribirlo. Y luego lo analizaría y elegiría qué voy a abandonar y qué voy a reemplazar".

Si no tienes la fuerza de voluntad para hacerlo por ti mismo, agrega, hazlo por tus seres queridos. "Muchas personas que están ocupadas y estresadas sienten que comer y estar cómodas es su recompensa", dice. Pero especialmente para aquellas personas que, como él, tienen hijos, afirma "uno tiene la responsabilidad de tratar de mantenerse lo más saludable posible".

Profundizando los temas que lo impulsan a diario, Clinton concluye nuestra reunión con un mensaje, recordándome que "la forma en que consumimos los alimentos y lo que consumimos" está impulsando el nivel insostenible de gasto en servicios de salud en Estados Unidos. Para cambiar verdaderamente las condiciones que conducen a los malos hábitos y a los problemas de salud, advierte, "tenemos que exigirlo cambiando nuestra forma de vida. Tienes que tomar la decisión consciente de cambiar por tu propio bienestar, por el de tu familia y el de tu país".

Joe Conason es un periodista independiente que escribe sobre política.

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