Vida Sana
Gandhi dijo alguna vez: “En la vida hay cosas más importantes que aumentar la velocidad”. Es un sentimiento bonito, pero el Mahatma no tenía un teléfono inteligente que lo mantuviera conectado las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
La verdad es que hoy en día, todo tiene que ver con la velocidad. Ya sea que preparemos una comida, hagamos ejercicio o hasta veamos al médico, la vida puede desarrollarse tan rápido que nos arriesgamos a sacrificar la eficacia y el placer por la eficiencia.
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Lo positivo: la ciencia (y el sentido común) nos demuestra que a veces es mejor bajar el ritmo. De hecho, descubrimos varias circunstancias en las cuales tomarte las cosas con calma puede hacer que seas más saludable y feliz. Así que piensa en bajar la velocidad en estos casos:
Listo para levantarte
Por fin, una razón para quedarte un rato en la cama. Resulta que cuando te levantas rápido de la cama, a veces tu cerebro y cuerpo de más de 50 años no pueden mantenerse a la par, lo cual aumenta el riesgo de caerte a causa de un mareo o tropezarte debido a dolores en las articulaciones o un calambre.
Tu estrategia para tomártelo con calma: estírate en la cama. El movimiento más eficaz se llama “Ensartar la aguja”, según Joel Harper, autor de Mind Your Body: 10 Core Concepts for an Optimally Balanced You (Cuida tu cuerpo: 10 conceptos esenciales para balancearte). Te relajará la parte exterior de las caderas y la parte trasera de los muslos, dos zonas que se vuelven más tirantes con la edad.
Haz lo siguiente: acuéstate de espaldas con las rodillas dobladas y la planta de los pies apoyada en la cama. Sube la pierna izquierda y cruza el tobillo sobre la parte delantera del muslo derecho, más arriba de la rodilla. Luego, coloca las manos debajo del muslo derecho y jala con cuidado hacia ti. ¿Lo sientes? Mantén la posición y respira profundo cinco veces, dice Harper. Estira cada lado dos veces.
Cepillarte los dientes
Cuidado con tu boca. Las investigaciones demuestran que la inflamación asociada a problemas de las encías está relacionada con enfermedades del corazón y demencia, aunque los científicos no han descubierto una relación directa causa-efecto.
¿Tu primer paso preventivo? Asegúrate de controlar la placa dental, esa sustancia blanca y pegajosa que te cubre de sarro los dientes a lo largo de las encías, dice Jonathan B. Levine, un prostodoncista y especialista en salud bucal en Nueva York.
Tu estrategia para tomártelo con calma: tómate tu tiempo. La persona promedio en Estados Unidos solamente se cepilla por 45 segundos en vez de los 2 minutos recomendados, y solo el 15% de nosotros hacemos un esfuerzo para limpiarnos con hilo dental con regularidad. Intenta llevarte el cepillo de dientes a la ducha; es más probable que te cepilles por más tiempo. “El acto de cepillarse y limpiarse con hilo dental elimina físicamente la placa dental del espacio crítico donde la encía se encuentra con el diente”, dice Levine. “Esto no puede hacerse con apuro, y cuando nos apuramos, presionamos demasiado duro”. Presionar demasiado duro, en particular mientras nos cepillamos, separa las encías de los cuellos de los dientes, lo que vuelve los dientes más sensibles, según Levine.
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