5 razones sorprendentes por las cuales no estás adelgazando

¿Duermes lo suficiente?

La privación de sueño no solo puede ponerte de mal humor, sino que también podría frustrar tus intentos de adelgazar. En un estudio reciente, se encontró que los adultos que solo durmieron cuatro horas y media por noche durante cuatro noches seguidas comieron mucho más de lo que solían comer. En otro estudio de adultos mayores, se descubrió que dormir cinco horas por noche con regularidad en vez de siete u ocho horas triplicó el riesgo de obesidad para los hombres y lo duplicó para las mujeres. Aproximadamente un tercio de las personas en Estados Unidos duermen menos de seis horas por noche, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades —y aproximadamente un tercio son obesas—.

Establece una rutina de sueño saludable. Intenta dormir siete u ocho horas diarias, y mantén un horario en el que te acuestas y te levantas a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana. Eso ayuda a regular el ciclo de sueño y vigilia y otros ritmos del cuerpo, entre ellos el apetito.

Aprende cómo las bacterias en el intestino te afectan el peso

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Puede ser por culpa de tus intestinos

Las bacterias en el tubo digestivo pueden ser sumamente útiles, pues descomponen los alimentos, absorben agua y sustancias nutritivas, regulan la sensibilidad a la insulina y producen energía para las células. Ahora hay nuevas investigaciones que sugieren que las bacterias en el intestino quizás también puedan ayudar a regular el peso. En un estudio reciente, ratones sin microbios engordaron cuando los investigadores les poblaron los intestinos con bacterias provenientes de personas obesas. Sin embargo, ratones idénticos que consumían la misma dieta se mantuvieron delgados si habían recibido bacterias de personas delgadas. “Hay muchas rutas distintas para que las bacterias causen obesidad, y estamos intentando averiguar cuáles son importantes”, dice Rob Knight, director del Center for Microbiome Innovation de la University of California, San Diego. Entre las posibilidades: ciertas cepas de bacterias pueden ayudar a regular la inflamación, el metabolismo lipídico y el apetito.

Si el médico te receta un antibiótico, el cual elimina una amplia variedad de bacterias, tanto buenas como malas, detente un momento. “Pregunta: ‘¿Qué tan importante es tomar esto, y cuáles serían las consecuencias si no lo tomo?’”, aconseja Knight. Mientras tanto, fomenta los microbios útiles consumiendo yogur con cultivos vivos (o probióticos) y alimentos altos en fibra como brócoli, frambuesas y cereales integrales. Pero no limites tu dieta a los favoritos: una variedad puede ser más importante para los intestinos que un solo alimento.

Tu casa podría ser demasiado cómoda

Cualquier ganadero te dirá que los animales se engordan más rápido cuando las temperaturas son como le gustaba a Ricitos de Oro: ni demasiado calientes ni demasiado frías, un intervalo conocido como la zona termoneutral. Los seres humanos no somos demasiado diferentes, y la mayoría de nosotros intentamos buscar un ambiente termoneutral cuando estamos bajo techo, donde pasamos un cómodo 90% de nuestro tiempo. Pero estar demasiado cómodos puede perjudicar nuestra figura. Hace poco, unos investigadores descubrieron que a medida que bajan las temperaturas, el tejido adiposo blanco empieza a comportarse como el tejido adiposo pardo —un tipo de tejido adiposo especializado que quema calorías en vez de almacenarlas—. “Estudiamos el tejido adiposo blanco por años antes de simplemente preguntarnos si existía una diferencia entre cómo funcionaba en verano y en invierno”, dice el Dr. Philip A. Kern, director del Center for Clinical and Translational Science de la University of Kentucky, Lexington.

Baja el termostato. Un estudio pequeño descubrió que estar expuesto a 10 horas de temperaturas de 66 grados todas las noches por un mes incrementó el metabolismo lipídico de los participantes un 10%.

Ciertos virus (como un resfriado) pueden causar un aumento de peso

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¿Has estado enfermo últimamente?

Una cepa del resfriado común llamada adenovirus humano 36 puede hacer que además de enfermarte, engordes. Los animales infectados por el virus subieron mucho de peso en estudios de laboratorio, y los indicios del adenovirus 36 aparecieron con mayor frecuencia en las personas obesas que en las delgadas. “Descubrimos que se contagiaron el 30% de las personas obesas, pero solo el 11% de las personas delgadas”, dijo el Dr. Richard Atkinson, profesor emérito de medicina y ciencias de la nutrición de la University of Wisconsin, Madison. Parece que el virus inunda las células con glucosa a medida que activa una enzima que convierte el azúcar en grasa. A partir de hallazgos entre los animales, Atkinson especula que el virus podría aumentar el peso hasta entre un 12% y un 15%.

Evita el adenovirus 36 igual que lo haces con otros gérmenes que causan resfriados: lávate las manos con frecuencia; evita tocarte la nariz, los ojos o la cara (en particular después de un apretón de manos o contacto con alguien enfermo); haz ejercicios para fortalecer el sistema inmunológico; y descansa lo suficiente.